jueves, diciembre 5, 2024
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¿Por qué no ir diseñando un accionar de economía de guerra para enfrentar los tiempos negros y grises que se nos vienen encima?

Hasta ahora, a la economía dominicana y desde el punto de vista macro y por el fuerte aumento de beneficios para empresarios y financistas y ni que decir para el gobierno, que cuenta con una liquidez tan enviable y unos ingresos superiores a lo proyectado, que puede darse el lujo de tomarse su tiempo a la hora de cubrir compromisos o pagar deudas.

Pero al mismo tiempo, quienes se benefician del régimen plutocrático que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha tenido la tónica de implementar y en razón de los compromisos políticos de su gobierno a nivel presidencial, parecería, que olvidan una situación más que importante y también políticamente explosiva: Que el mismo bienestar y holgura de caja chica que tienen los de arriba, no es la misma situación para quienes como clase media de nivel inferior hacia abajo, tenemos que arrastrar un esquema de vida, en el  que, cubrir el día a día, cada vez se hace más difícil y para no hablar de la realidad incierta y de lo que por lo visto y por más que digan al contrario, desde el poder, prácticamente no se hace nada y ni siquiera para corregir.

Sí se entiende y hasta se comprende, que el presidente Luis Abinader es un joven mandatario imbuido de las mejores intenciones y por lo que parece, siempre dispuesto a tender puentes de colaboración y apoyo a quienes, como ciudadanos, nunca dejarán de buscar la mano amiga del Estado.

Sin embargo, el presidente y como todos los anteriores desde el 2004 hasta el presente, parecería que adolece en sentido general, de colaboradores que tengan el mismo espíritu de búsqueda de soluciones efectistas que lleguen a los más amplios ambientes ciudadanos y que cuando se realizan, es común que los beneficiados se sientan en la obligación de crear un lazo o especie de lealtad personal, que como circunstancialmente política y como lo es todo en la vida pública, el presidente debe saber aprovecharla para encauzar mucho mejor los derroteros políticos de su mandato  y mucho más, si efectivamente podría estar eventualmente dispuesto a aceptar el reto de la reelección constitucional que la Carta Magna le asigna.

Así las cosas, si bien es de aplaudir, que cada semana el gobernante disponga la continuidad de los subsidios a los combustibles, con lo que automáticamente mantiene estacionario el nivel de inflación y de esa manera la economía se mantiene viva y manejable, tampoco es como para que se olvide, de que existe un singular grupo de ciudadanos, quienes en menor nivel que sus allegados ricos, también requieren el auxilio debido y frente a una situación de cortedad de recursos y disminución del circulante que a tantos está afectando.

Por eso y sin ser economistas y como lo es Abinader, muchos entendemos que hay que darle prioridad a la inversión a gran escala en la agricultura como en las diversas modalidades de ganaderías y con el solo propósito de que los alimentos no dejen de llegar a los mercados y a los centros de abastecimientos y no solo porque en el Inespre se tengan uno que otro mercado popular, que como se está viendo, no representa ni mitiga las necesidades de alimentos de ni siquiera el 30 por ciento de la población económicamente productiva y que es el nicho clave que el presidente debe y tiene que atender, toda vez que si hay una producción sostenida, no solo la mayor cantidad de personas se alimentarían adecuadamente y a precios bajos, sino que el comercio seguiría su quehacer dinámico y dentro de una realidad de trabajo manejable.

A resultas de ello, habría que hablar de instaurar una especie de economía de guerra y por una razón real, que, no obstante que las autoridades dicen que los efectos negativos del clima bélico existente en Europa nos están desfavoreciendo, cuando lo cierto, es lo otro, que la cadena de suministros ha sido prácticamente interrumpida por el casi colapso de los puertos asiáticos y principalmente chinos y de ahí el aumento de costos en los fletes y de ahí también las serias interrogantes futuras que se plantean al modo de vida dominicano.

Precisamente y en este aspecto, el gobierno debería diligenciar, que China Popular, que se ha beneficiado con largueza de las compras de sus productos realizadas por negocios e industrias y comerciantes dominicanos y en más de 10 mil millones de dólares desde que se iniciaron las relaciones diplomáticas y porque apenas ha comprado productos dominicanos por menos de mil millones de dólares, generándonos una balanza comercial extremadamente desfavorable para los intereses dominicanos, en compensación, abriera un canal de facilidades crediticias al instante y sin carga de intereses onerosos, que faciliten una inyección de recursos líquidos que permitan que esta economía sortee los peligros que se tienen en el horizonte y desde que la guerra Rusia-Ucrania y su par comercial de Occidente contra Rusia, terminara por afectarnos y de una forma radical y dentro de los próximos meses.

Desde luego, no estamos diciendo que Abinader no esté manejando con prudencia y adecuadamente el tema económico, pero debe saber y estamos seguros que así es, que al presidente no se le escapa la realidad casi asfixiante que la clase media está experimentando en materia de pocos ingresos y carencia de efectivo y lo que el gobierno podría paliar, viendo que como la inflación está controlada y que es el factor que a los bancos les interesa para que sus dineros y riquezas tengan un valor aceptable que no les lleve a pérdidas, que no hay razón para que el gobierno no abra directamente la cartera de préstamos para capital de trabajo y a bajos intereses y sin condicionalidades burocráticas onerosas, de manera que los emprendedores y propietarios de negocios de único dueño y hablamos de esa amplia mayoría en el sector informal, puedan, sino estabilizarse, sí resurgir y lo que políticamente significaría una fuerte coraza que impida que la paz social pudiera agrietarse.

Ahora bien, así como nosotros tratamos de plantear opciones de revitalización económica desde el punto de vista de cómo se experimentan los agobios y desasosiegos por la artificial crisis de iliquidez que los grandes capitales han impuesto y en su afán demencial de tener mayores ganancias que las que ya tienen, entendemos, que en el gobierno, la burocracia especializada en el orden económico debería de presentarle opciones de manejo al Poder Ejecutivo y como el mejor mecanismo para favorecer el capital político, ese que haga posible que la gobernabilidad se sostenga a prueba de cualquier influencia negativa, sea que provenga del exterior o que maliciosamente surja como producto de maquinaciones internas de los capitalistas criollos.

Sobre este particular, no se duda, que mientras Abinader tenga buena voluntad y quiera en verdad que los mayores sectores de clase media y populares se encuentren adecuadamente blindados para enfrentar cualquier avatar económico insalvable, que se entienda, que esos ciudadanos tendremos justas esperanzas de que la situación económica y financiera de esta nación, no experimente las sacudidas que todas las naciones europeas ahora arrastran, junto a las tan delicadas que la economía estadounidense lleva y por la alocada como desproporcionada política de ahogo económico, que Washington y en su ceguera  política muestra y alimentadas por la espiral de sanciones suyas como europeas contra Rusia.

Y es que las cosas hay que decirlas con propiedad. Si en estos momentos la economía fuera de nuestro país, da la apariencia de estar a punto de colapsar, se debe al mal manejo de Occidente y por el frenesí que sus potencias dirigentes tienen y en cuanto a oponerse radicalmente a que haya un mundo multipolar y motorizado por ese afán de potencia imperial herida en su amor propio, que EEUU tiene y al ver surgir un mundo nuevo en el que otros poderes son también determinantes y que representados con Rusia, China y las economías BRICS, parecería que se ha convertido en una visión de vidas intolerable para el poder estadounidense hasta ahora hegemónico.

Mientras tanto y volviendo a nuestros intereses, concretamos nuestro sentir, puntualizando y preguntando: ¿Por qué no ir diseñando un accionar de economía de guerra para enfrentar los tiempos negros y grises que se nos vienen encima? (DAG)

 

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