Los temores a que los bancos dominicanos puedan ser sometidos a una sobreregulación a través de los acuerdos de Basilea, se están disipando con el manejo más cuidadoso que se está teniendo sobre este tema en Estados Unidos y Europa.
Particularmente, esos temores habían sido planteados por Manuel González M., director técnico de la Asociación de Bancos, quien no ve necesario que la banca sea sometida a un proceso de adopción en toda la amplitud que trata Basilea II y que se implemente de golpe el Basilea III, reformado en Basilea IV.
En cambio, González M. ha favorecido que la banca dominicana siga aplicado los acuerdos de Basilea I y II sobre capitalización, con ciertos ajustes que han tomado en cuenta el “grado de discrecionalidad que pueden adoptar los países según las propias características de su sector financiero, siempre que se respeten los mínimos establecidos”.
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El entorno internacional favorece esa posición. El banco central de Reino Unido acaba de informar que retrasará por un año, hasta enero de 2027, la aplicación de requisitos más restrictivos para el capital bancario, previstos en los acuerdos internacionales de Basilea.
Estados Unidos ha estado haciendo lo propio. En septiembre pasado, el vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, Michael Barr, propuso un aumento del 9 %, en lugar del 20 % anterior, en los requisitos agregados de capital de nivel 1 para los bancos más complejos y de mayor tamaño.
En el caso de otros grandes bancos que no son considerados entidades de importancia sistémica mundial, la propuesta de Barr apunta a un incremento de entre el 3 y el 4 % de los requisitos de capital a largo plazo. Pero, todavía no se ha producido el parto.
Se espera que, con la administración de Trump, que propugna por la desregulación, el esfuerzo por flexibilizar las normas de Basilea tome impulso.
Y en el caso de la Unión Europea, ya en junio pasado había pospuesto la aplicación plena de las reglas de capital más estrictas hasta enero de 2026, a fin de garantizar la igualdad de condiciones frente a competidores foráneos, entre ellos, Estados Unidos.
Es bueno evitar que las normas de Basilea eviten que mayores exigencias de capital puedan elevar el coste de financiación a niveles que hagan pagar un precio oneroso a los hogares, empresas y los cliente, pero no lo es que la flexibilización haga incapaces a los bancos de enfrentar eventuales pérdidas.
Fuente: Hoy