¿Cuál ha sido la causa fundamental de que la República de Haití se hubiese degradado institucional como socialmente y al extremo, de haberse convertido en un estado fallido que motivó el magnicidio de su presidente y perpetrado por instigaciones de su oligarquía de origen básicamente árabe?
Que los oligarcas haitianos, no solo no creen en su país como una nación viable, económicamente sana y políticamente estable, sino que siempre han entendido que el ciudadano haitiano y fundamentalmente el de a pie, es su mano de obra esclava de explotación intensiva y también, porque sus ganancias las sacan del país y para invertirlas en otras naciones como República Dominicana, en donde tienen inversiones que pasan de los dos mil millones de dólares y más de diez mil millones de dólares en otras naciones.
Las anteriores y no otras, son las causas que han originado la quiebra institucional del Estado haitiano. Cuyos ricos y para nada, no han tenido fe en las capacidades de sus propios ciudadanos y porque, además, se han acostumbrado a explotar su país y economía de una manera tan reiterada y continua, que, a la fecha, todos los dineros de todos esos oligarcas y por la abusiva explotación esclava que ejercen contra sus conciudadanos, son dineros hijos del robo, la explotación y la sangre de toda la nación haitiana.
En ese afanar, la oligarquía haitiana ha contado con el apoyo de sus iguales de aquí y en otras naciones americanas y también europeas, al mismo tiempo que sus miembros han reducido a los métodos esclavistas más viles, a su mismo pueblo, trabajador y noble y digno de mejor suerte.
Por eso, si los dominicanos nos vemos en ese espejo. Deberíamos de entender, que la razón por la que el Estado no dispone de los recursos necesarios para mantener dentro de un nivel aceptable la calidad de vida de los ciudadanos, se debe fundamentalmente a que los ricos se niegan a pagar la tasa de impuestos que les corresponden, sobre todo, cuando en los últimos sesenta años, sus ingresos y sin impuestos han aumentado en más de un 150 % y lo que simplemente es una barbaridad e igual un crimen social que es imposible de aceptar.
Así se tiene que, o el gobierno actual y con todo que es de origen plutocrático, actuaría con firmeza frente a sus iguales del gran capital e imponiéndoles una tasa impositiva de por lo menos al nivel de ese 30 % que tienen las economías del área o sencillamente, el que venga luego deberá de imponer el aumento de las tasas impositivas a la fuerza y ante la realidad, de que bajo ningún concepto, los dominicanos podríamos caer y descendiendo abruptamente del nivel y calidad de vida, que por la robustez y firmeza de los trabajos a los que nos dedicamos, nos corresponde en justicia.
¿Cómo es posible que el gobierno disponga de un presupuesto de millones de millones de pesos, más de 500 mil millones de dólares estadounidenses y solo en este año y la mayor parte de esos recursos, en vez de dedicarlos a obras de infraestructuras nuevas y mejorar las existentes, tenga que apelar al recurso de tirarlos en el barril sin fondo de las ayudas sociales continuas y simplemente, porque la oligarquía criolla y el empresariado, se resisten a pagar más de los impuestos que les corresponden y al extremo, de que en sentido general tienen unas evasión fiscal de más de un 30 % por encima del nivel de sus cuantiosos ingresos?
La anterior, es una situación que es absolutamente inaguantable y la que se deberá resolver, tanto si el gobierno se empeña o porque las circunstancias populares le obliguen o porque al desesperarse todo el mundo, haya un consenso nacional de que hay que imponer un nuevo estado de cosas que pase por la imposición de un régimen populista de cuartel y con tal de que la República no vaya a retroceder a los niveles de desastre abismal en el que está Haití.
Sin duda que podría parecer horroroso que se pueda abogar por un gobierno de factura militar-populista, pero peor sería que nuestra nación caiga dentro del caos que vive nuestro vecino y como producto del robo y saqueo continuo al que los llevó su oligarquía.
Y lo que debe ser colocado como tema amplio de debate nacional y sin importar que la oligarquía dueña de los mass media quiera continuar silenciando la situación o que el gobierno se las vea y se las desee tratando de manejar, unos recursos, que, por el nivel de productividad de esta economía emergente, deberían de ser el doble del presupuesto actual.
De lo que estamos hablando, es de un hecho muy sensible y patético: Los ciudadanos de a pie y de clase media-media hacia abajo, no tenemos porqué suicidarnos porque los ricos de este país no quieran pagar sus impuestos al nivel de sus ganancias, mientras y de criminales, tiene más de 150 mil millones de dólares entre cuentas bancarias en el exterior e inversiones de todo tipo, a la vez que aquí incitan a todas las formas de corrupción y para que los ciudadanos se degraden moralmente y caigan en un envilecimiento por el que ni siquiera el consumo de drogas ilícitas les sea suficiente.
Pues, no solo es injusta semejante realidad, sino que los ciudadanos tenemos derecho a exigir que la situación económica actual cambie radicalmente y preferible, antes de que los ricos de este país nos lleven al mismo cuadro de tragedia continua en el que algunos de ellos y asociados a sus pares haitianos de esa oligarquía de origen árabe a la que también pertenecen como parte de la multinacional común y que se nota en la asociación de intereses binacional que las 12 principales fortunas haitianas tienen y como fuertes inversiones en nuestra economía junto a sus pares dominicanos.
Respecto al presidente Luis Abinader, él que es titulado en economía y quien con dos años en el poder ya se graduó como gobernante diestro y eficiente, debería de saber, que si quiere que las masas le lleven en una gran ola de popularidad hacia una reelección constitucional gananciosa, su reto es resolver esta situación de desacato amplio por parte de esa oligarquía a la que su gobierno tanto le sirve y la que debe ser obligada a pagar en justicia el nivel correcto de impuestos y de acuerdo a sus ingresos y privilegios.
De ahí que expresemos que, si no se quiere que quedemos como Haití, el empresariado dominicano tendrá que entender a la fuerza, que es su obligación aumentar su nivel de pagos de impuestos, pues en la actualidad, con una carga tributaria de un 14-15 % es ir hacia el colapso social e institucional. O se aumenta el nivel de impuestos de los ricos o vamos hacia el caos. (DAG)