Las pasadas elecciones generales españolas, han dado una muestra descriptiva de que tanto la tendencia del votante es importante frente a su verdadera intención de votar y cuya diferencia la ofrece el mucho, poco o amplio proceso de manipulación mediática, respecto de hacia donde los poderes fácticos quieren que el votante se encauce y sin este tener libertad de escogencia.
Es por esa razón, por la manipulación mediática continua y nada difusa, que al final se puede determinar el cómo es posible que el votante pueda cambiar su voto -no su tendencia y menos su intención- de un día para otro y por lo que el escenario que se creía previsible, luego el resultado electoral lo desmiente de plano.
Y en esto, nada tiene que ver que en un país exista un sistema parlamentario o presidencialista, toda vez que uno y otro han demostrado que secuestran el voto y lo más significativo, que aquel que entienden cautivo y para influir en el posible votante dubitativo, tiene una mayor posibilidad de que pudiera influenciar a este último y hasta resultar, que, por emoción, el voto que se creía seguro, de sopetón cambia radicalmente y modifica crípticamente el panorama electoral definitivo.
Otra enseñanza que se deriva de las elecciones españolas, es que en la medida que los grupos económicos y financieros influyen en la psiquis del votante y comenzando por la de sus empleados y trabajadores, hablamos de no menos 15 millones de personas que son potenciales votantes y quienes un mes antes de los comicios fueron bombardeados en sus respectivas áreas de trabajo con encuestas de ocasión de claras intenciones de manipulación, se descubre, que entre el factor mediático y su paralelo empresarial, realmente son los que tienen la mayor probabilidad de lograr, que lo que aquellos intereses quieren, sea también un reflejo del resultado final en las urnas.
Por consiguiente, ambos sistemas políticos son víctimas del poder económico y financiero y no tanto de las actitudes y pasos propagandísticos de los partidos o de los poderes fácticos religiosos o la influencia extranjera militante desde embajadas, corporaciones y organizaciones no gubernamentales.
O sea, al elector, no solo se le secuestra su voluntad sino que también se le roba su derecho a elegir y que en el caso dominicano, donde en febrero y mayo del año que viene tendremos elecciones y a los tres niveles constitucionalmente establecidos y desde ya, con el inicio “formal” de la llamada “precampaña electoral”, que constitucionalmente no está contemplada, pero que toda la ciudadanía acepta como desahogo primario y vengativo para que sus frustraciones o alegrías tengan cauce y de acuerdo a como el quehacer político trata a los ciudadanos y después como periodo de “calentamiento” que les lleve y servilmente, al matadero electoral que todos los partidos y sus fuerzas políticas incentivan.
Así se tiene, que a todo se apela y con tal de obnubilar el pensamiento a los ciudadanos y quienes, como borregos amaestrados, de una u otra forma, están prestos a alquilar o vender su voto y en la misma medida que los partidos se alquilan entre sí y hasta compactar dos o tres “aliados en votos” y que de la imagen de que serán los decisivos.
Justo por ello es, que ahora y desde el oficialismo, se comienza con el depósito del registro de miembros y los que previamente se dice que han sido fiscalizados por la embajada estadounidense, mientras los principales de la oposición hacen lo mismo, pero no tan públicamente.
Con este solo propósito, ya se anuncia que las elecciones no serán lo que debería suponerse en garantía de la libertad de escogencia y cuando el PRM dice, por ejemplo, que tiene registrados nada menos que 3.3 millones de electores dentro de un universo de votantes que llega supuestamente a los ocho millones, realmente lo que a la nación se le está diciendo, es que el PRM debería de ser el partido o fuerza política ganador.
Luego está lo otro de la guerra de encuestas, por las que los dueños de las empresas demoscópicas hacen lo imposible para que los potenciales candidatos y en particular los presidenciales, sean vistos como la diferencia clave para decidir unos comicios y al tomarse en cuenta, la mucha o poca tasa de rechazo de estos y en comparación con las tasas de rechazos de cada una de las formaciones políticas y que aquí no se tiene costumbre de chequear.
Ni que decir, que a estas alturas, las compras de votantes a nivel de imagen se presenta indecentemente apabullante: Todos los partidos queriendo robarse los candidatos entre sí y lo peor, que con semejante inconducta, el votante también cae en su decisión surrealista, de que si ellos (los partidos) se compran y venden entre sí, por qué no vender el voto y ahí entra lo peor en materia de la fauna política y social que quiere buscársela en pleno proceso electivo: Los traficantes de poder, los lavadores de activos y el narcotráfico y teniendo como víctima propiciatoria, el nivel de hambre y carencias de cada individuo y el que a estas alturas ya no es ciudadano y sí siervo.
De esta manera la locura se impone a todo el mundo y en la medida que se llega al tiempo de elección, la manipulación mediática y el frenesí empresarial por el otro, hacen la diferencia y la que tendrá un alto o significativo nivel de dominio, en la medida que el mismo elector deja de tener conciencia propia y para ser un simple instrumento manipulado de todos los poderes en juego.
¿Resultado? Un proceso electoral que no es tal y que en definitiva podría terminar siendo una verdadera estafa o fraude comicial a gran escala, pero que como todos los involucrados, partidos, políticos, empresarios, medios de comunicación y ciudadanía, de una u otra manera salen recompensados, nadie a la hora de conocer los resultados de las elecciones le interesa cuestionarlos, salvo los posibles “candidatos” que salen perdidosos y quienes arman un gran alboroto para que se les vuelvan a contar sus votos y siempre pensando en el beneficio económico posterior.
Cuando todo esto sucede y la radiografía electoral se plasma en toda su fría y calculada presencia, entonces no vale para nada protestar porque fulano o perencejo no ganaron o que el partido tal se le impuso al otro y menos, cuando el factor mediático termina de hacer lo suyo en materia de manipulación extrema y artera y que es lo que nos hace decir, que una cosa es la tendencia del votante y otra, la intención de su voto y mucho menos su libre escogencia. ¡Ojalá equivocarnos! (DAG) 04.08.2023