Una cumbre de populistas y populacheros

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Si algo caracteriza la membresía de los presidentes y jefes de gobierno que participan en la nueva versión presencial de la Cumbre Iberoamericana número 18, es el encontrarnos, con que la regla básica para comprender como estos intérpretes de políticas y en su pretensión de querer que los ciudadanos les acepten sus opiniones, versiones, argumentos o engañifas, se expresan  y no buscando el sentido racional de una argumentación lógica y sí apelando a las emociones y en función de ello presentar una destape generalizado de demagogia y a un nivel tal, que por momentos, cualquiera creería que no está frente a personas gobernantes y sí lo más parecido a un nuevo tipo de semi dioses altamente demagogos y charlatanes.

En el afanar, sencillamente no hay matices de diferenciación y por lo contrario, lo que se observa, es el empeño de los convidados por darle cierto cariz redentorista a políticas sobradas de “izquierda y derecha”, que en el fondo, todas son más de lo mismo y ahora con una nueva cuota de gobernantes menores de  56 años  y pocos llegando a los sesenta y con una característica fundamental: El autoritarismo tan acentuado en la formulación de miras y objetivos por parte de estos y quienes en la mayoría de los casos, conocen por primera vez el cómo gobernar países dominados por elites capitalistas de centro derecha y en donde estos gobernantes, hasta dos años atrás por lo menos, ejercían la política de barricadas y de la sublevación ciudadana más radical.

Solo observando cómo se presentan en escena, la mayoría con gran desenfado y queriendo hacer creer que tienen dominio de la situación, cuando tanto les falta para ser estadistas, se demuestra a razonamiento a contrario, que sus diferencias “programáticas o conceptuales” con quienes han reemplazado, son básicamente de un populismo demagógico extremadamente acentuado y que tiene su secreto, en el hecho, de que detrás de estos gobernantes hay equipos de tecnócratas, analistas y creadores de opinión, quienes con gran empeño se desenvuelven manejando la rueda de la burocracia de Estado que está detrás de cada gobernante.

Por esa circunstancia, estos nuevos y jóvenes políticos, creen que se pueden embaucar así mismos y ni hablar de entender que pueden engañar a sus propios pueblos y debido a ello, asumen que pueden desenvolverse sin que nadie observe o esté atento a sus debilidades en el ejercicio del poder.

Mientras tanto y como son extremadamente creativos, saben utilizar los recursos del poder, unos para ganar tiempo y otros, creyendo que siendo populistas o populacheros, simplemente tienen garantizado el mantener a sus pueblos dentro de un esquema de propaganda que les turbe los sentidos, no les deje pensar y lo más significativo, que en base a ayudas sociales efectistas, sea compensado el estado de necesidad de tantos y por vía de semejante encadenamiento de la voluntad, reinar sobre la ignorancia de sus pueblos.

Es por ese factor, que realmente ya no hay diferencias entre un político de “izquierda” y otro de “derecha” y sí con un punto coincidente, teniendo un aparato represivo de la voluntad ciudadana vía ese factor mediático mercurializado en extremo, que tanto sirve a unos como a los otros y que entiende su utilidad, haciéndose indispensable para reforzar las políticas que contribuyan a consolidarles en el poder y sin importar, si saben lo que están haciendo o que sencillamente les importa poco lo que de ellas resulte.

Al mismo tiempo y que para el observador sagaz se toma en cuenta, es esa especie de conjunción de intereses en los que el factor militar forma alianzas “hermanas” con sus iguales de sus países vecinos y que es el caso en las naciones del Continente desde el Rio Grande a la Tierra del Fuego, pero no así en el Caribe isleño.

Y este es el punto que más debe preocupar en estos momentos  y porque con cierta cautela tímida, el conjunto de  oficiales jóvenes que forman sus ejércitos y en la medida que sus presidentes despojan sus mandatos de la seriedad del poder, relajándolo a extremos nada correctos, en igual proporción, los oficiales jóvenes empiezan a entender en sus reuniones de capillas académicas, que si sus presidentes no se comportan como tales y sí como puro lumpen que desprecia el orden y solemnidad del poder, llegará el momento que pudieran ser suplantados a la fuerza y mucho más, si de pronto, la gente se tira a las calles y hace pobladas al estilo de las que ahora ahogan a Francia y se les presenta entonces la oportunidad de dar el salto al gobierno de su país.

Desde luego en este panorama tan voluble y frívolo de nuevos jóvenes presidentes exhibiéndose en el poder como si estuvieran en los patios de sus casas, también puede encontrarse alguna personalidad joven de criterio de centro, quien, con espíritu de estadista, trate de resolver el principal problema de cada país: La inseguridad generalizada y el pandillerismo social fundamentado en la corrupción de los políticos y sus clases gobernantes.

En este sentido no hay que plantear nombres y tanto de gobernantes o de países y por el hecho, de que es la misma opinión pública que con satisfacción descubre, que por quien votó, este ha roto con el sistema político tradicional, las roscas empresariales y las mafias mediáticas y presentándose el curioso fenómeno, de que todos los demás presidentes, unos por celos, otros por envidia y los más por incompetentes, se aúnan para tratar de ver como aíslan a quien se sale del molde.

Cuando esto sucede y por lo menos, sí ocurre en uno de estos países. Es cuando la opinión pública local y también la internacional llegan a entender, que sí se quiere, se puede crear un reordenamiento social e institucional propio y que sea de aceptación de la mayoría de su población y cuando esta realidad es percibida desde el exterior y entonces aquellos pueblos dan a entender que ese es el tipo de gobernante que quisieran para sí, entonces definitivamente, creemos que las nuevas generaciones sociales y políticas, podrían considerar que semejante ejemplo deberían de reproducirlo.

De ahí que hablemos, de que en la cumbre iberoamericana 18 que se está dando en la capital dominicana, se exhiben y como nunca, los dos tipos fundamentales de gobernantes jóvenes que no llegan a entender cuál es el principio de gobernabilidad que deberían aplicar.

Y no referimos a los populistas y a los populacheros y expectantes, viendo estos que desde las sombras, ese inquieto factor militar joven observa, que sus jóvenes presidentes no son la respuesta correcta para sus respectivos países y mucho menos en estos tiempos, en que los grandes poderes del mundo se encuentran enfrentados y a resulta, de que EEUU no acepta que su principalía como poder hegemónico global a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, ahora resulta que está en entredicho y porque otros poderes hegemónicos regionales, han decidido, que el mundo debe ser multipolar y para generar un nuevo periodo de paz guiada entre poderes.

Sería una pena que los gobernantes visitantes no se hicieran algún tipo de autocrítica que les permitiera entender, que los tiempos de las barricadas y las pobladas y definitivamente, ya quedó atrás y que de esta cumbre de populistas y populacheros pudiera salir el principio de un nuevo orden y americanista y no tan lejos del cuartel. (DAG) 25.03.2023