Una ofensiva aérea y de artillería pesada. Así es el plan del Kremlin que tanto teme Ucrania

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La influencia de Putin en la antigua esfera soviética se está profundizando en el Este de Ucrania. Kiev y sus aliados están vigilando de cerca los movimientos de Vladimir Putin en la frontera oriental de Ucrania, nuevo foco de tensión entre las fuerzas rusas y los militares ucranianos en el límite este del país. Según el Gobierno ucraniano, Moscú ha acumulado más de 115.000 soldados, muchos de ellos cerca de la región del Donbas, parcialmente controlada por los separatistas liderados por Rusia y epicentro, junto a Crimea, de un conflicto no resuelto y activo desde hace siete años.

Los servicios de inteligencia de Ucrania y Estados Unidos temen que el fuerte despliegue sea el preludio de una invasión. Ambos coinciden en que la amenaza de agresión por parte de Rusia es real y trabajan en la hipótesis de un ataque en enero o febrero de 2022 que empezaría en el este de Ucrania.

En Kiev y Washington se baraja la posibilidad de que Rusia ataque militarmente el este del país para apropiarse de parte del territorio o desestabilizar el país lo suficiente para provocar un cambio de gobierno. El objetivo de Moscú sería un gobierno más inclinado a cooperar con Rusia. Kyrylo Budanov, jefe de la inteligencia militar ucraniana, apuntó esta semana al posible plan del Kremlin: ataques aéreos y de artillería, así como el uso de armas blindadas junto con operaciones de aterrizaje en el este del país; al igual que la organización de desembarcos en los puertos de Odessa y Mariupol.

Este escenario podría ofrecer a Rusia un corredor terrestre hacia Crimea. Con esto el Kremlin podría ampliar el territorio más allá de las autoproclamadas repúblicas en el Donbas, asegurando el suministro de agua desde el río Dnieper a Crimea y aislando Ucrania del Mar de Azov y el Mar Negro. Budanov mantiene que si el Kremlin decide atacar, sería mucho más fuerte que la invasión de 2014.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, sigue apostando por la ayuda internacional y diplomática para hacer recular a Moscú y hacer de una guerra un precio demasiado caro para Putin. Kiev trabaja a través de ayuda militar adicional y una mayor presión diplomática y económica, incluidas más sanciones contra Rusia y la incautación y bloqueo de cuentas bancarias rusas. Funcionarios estadounidenses han estado manteniendo conversaciones con aliados europeos sobre la elaboración de un nuevo paquete de sanciones que entraría en vigor si Rusia invadiera Ucrania.

Armas estadounidenses

Este mes, Ucrania aceptó un envío más de ayuda estadounidense: 80 toneladas de municiones. También se está considerando el envío de misiles Stinger y helicópteros Mi-17, un aparato ruso que Estados Unidos compró para las fuerzas afganas. En los próximos días se espera el desembarco estadounidense en Odessa donde se transportan dos patrulleras de clase Island para la flora Ucraniana. Estas son pequeñas unidades utilizadas por la Guardia Costera de Estados Unidos, en 2019 se entregaron los dos primeros barcos de este tipo. También se espera que EE UU entregue el primero de los 16 barcos armados de alta velocidad Mark VI el próximo año, seis de ellos gratis como parte de un programa de ayuda militar estadounidense. Lo que preocupa ahora a Washington es si el envío de material militar podría ser visto por Moscú como una escalada.

Vladimir Putin está incorporando cada vez más elementos a la guerra por Ucrania. El suministro del gas, la movilización de migrantes para desestabilizar Europa y el traslado de más armas a la frontera mantiene en vilo a los aliados de Kiev. La tensión subyacente durante el invierno es la energía, con Rusia acusada de orquestar una crisis de precios de la energía en Europa en los últimos meses al retener suministros por varios gasoductos mientras espera la luz verde regulatoria para el polémico gasoducto Nord Stream 2 que enviará sus suministros de gas a Europa, sin pasar por Ucrania.

Las provocaciones de uno y otro lado de la frontera se comenten con regularidad. Las violaciones al alto al fuego, vigente desde 2015, son constantes en una zona que no ha conocido la paz desde hace siete años. Hasta 14.000 personas han muerto desde el inicio del conflicto. En una región de alta tensión cualquier acción por parte de una de las dos partes puede ser una declaración de guerra. Por: Taylin Aroche [La Razón]