Puede que para los activistas políticos de todas las banderías y los 4 millones de personas que se benefician directamente de las tarjetas sociales del gobierno y las que, a través de mafias de grupos traficantes de poder, se multiplican al doble y con miras de que el millón de empleados públicos supernumerarios también se beneficien, entiendan que por los privilegios que disfrutan, “todos los dominicanos vivimos mejor”.
Sin embargo, la realidad cotidiana da en la cara y muestra, que como nunca y casi en la misma proporción de que el gobierno malgasta más de cien mil millones de pesos en un gasto publico desenfrenado y populista, el hambre, la miseria y la grave disminución del nivel y calidad de vida que se tenía antes del 2020, marcan los tiempos y para una nación que se encuentra acorralada por un gobierno de imágenes y mentiras y con un presidente que se ha especializado en mostrar una cara dura tan tremenda, que por lo visto nada le inmuta y peor, creyéndose que realmente lo está haciendo y dado que vive dentro de una burbuja propagandística que no le permite ver o entender y objetivamente, la cruda realidad de un país llevado a empujones al tercermundismo del que quince años antes del 2020 había dejado atrás.
Lo más significativo, es que el presidente Luis Abinader, un dominicano de tercera generación inversionista y comerciante millonario e hijo de otro de origen libanes y de una madre de origen haitiano y que es un dato curioso, porque por primera vez en este país se da este tipo de presidente “binacional”, cuyo único antecedente se tiene en el presidente René Preval García, haitiano de origen dominicano y sobrino de la esposa del general Anselmo Paulino.
Pero a diferencia de Preval García, Abinader tiene una relación directa y de asociados con parte de la alta burguesía haitiana y la que no solo la ha hecho parte de su gobierno de ricos, sino que ha nombrado secretarios y asistentes de determinados adinerados haitianos y quienes aquí se muestran con el mismo desprecio hacia los dominicanos y de como ellos le hacen en su país a sus propios conciudadanos.
Cómo hay que suponer, semejante “atadura generacional y de intereses”, parecería que no permite que nuestro joven presidente, hasta ahora no haya entendido, que él es el gobernante de este país en la parte oriental de la isla compartida y no el cogobernante del débil gobierno haitiano en la parte occidental de esta.
De ahí que las criticas abunden o lo más sensible, el por qué nadie entiende que desde el 2020, su gobierno ha permitido una entrada en tropel de más de un millón de ciudadanos haitianos, la mayoría mano de obra barata y con lo que su gobierno ha generado un fuerte desequilibrio en nuestra economía y un costo alto en materia de atención a las haitianas parturientas o la niñez haitiana que en más de trescientos mil niños forman parte del nuestro sistema escolar.
Precisamente, este factor de población haitiana flotante es lo que ha permitido que las políticas de asistencia social se hayan diluido en una puesta en escena, mediante la cual, esos haitianos reciban los apoyos y asistencia que deben ser propios para los dominicanos y generando un impacto social tan grave para la calidad de vida dominicana, que ya mismo se ha despertado un nada disimulado rechazo social anti haitiano y que de aumentar, no presagia nada bueno para la gobernabilidad.
Por eso hablamos de los graves desequilibrios sociales, económicos y humanos que el gobierno de Abinader y el PRM ha generado en su equivocada interpretación de la agenda 2030 de la ONU y especializándose en privilegiar “al refugiado económico” haitiano, antes que mantener el nivel y calidad de vida que los dominicanos habíamos estado acostumbrados.
En este punto, el mismo Abinader no puede alegar que tantas voces dominicanas desde los mass media independientes y sobre todo en internet y en las redes sociales, no les hubiésemos advertido a tiempo de que por el derrotero que encauza su administración, pudiera ser uno que en algún momento pudiera colapsar y no por un golpe de Estado y sí por la fuerza de unos acontecimientos, que la nación dominicana, ya está punto de no continuar aguantando.
Justo por ello es, por lo que especificamos la llegada de la Navidad y ahora que a partir del lunes el gobierno empezará a entregar el doble sueldo navideño, por cierto, la única ley trujillista que generaciones van y vienen en estos 63 años y nadie ha derogado.
Este nuevo tiempo, muestra a su vez, el terrible capitalismo salvaje que existe y cuyos miembros no han sido capaces de crear una cadena de bancos de alimentos que en asociación con los comedores económicos gubernamentales, resuelvan las necesidades para una población de 11 millones de habitantes y en una economía reputada como la de mayor crecimiento en el continente, pero la peor en materia de que su bienestar llegue a la población y no se quede represado en las manos de la alta burguesía binacional.
A todo esto y aunque parezca un cierto tipo de atrevimiento, pues las desigualdades sociales han sido tan significativas, que ni siquiera la ola de corrupción “público-privada” que el poder instiga, solo llega a los privilegiados del régimen y comenzando por ese esquema de prensa vil y comprada, hija en gran mayoría del lavado de activos proveniente del narcotráfico y del saqueo de los dineros públicos y en los que el gobierno vuelca cada año entre siete a diez mil millones de pesos, mientras a la prensa independiente la persigue mediante la represión publicitaria y lo nuevo, de sicarios buscando las vías “para darle para abajo” a por lo menos diez lideres de opinión en las redes y un importante canal televisivo contestatario en You Tube: Manola tv.
Así se tiene, que, corrompiendo a unos y persiguiendo a otros y con la complicidad de los barones mediáticos dueños de la concentración de medios en pocas manos y tanto en prensa escrita como la radial y también la televisiva, es evidente, que el presidente Abinader se cree blindado frente a cualquier contingencia imprevista y lo que no es así.
Y solo advertimos: No hay nada que una más a la gente, que el tener hambre e igual el miedo a un poder desbocado, no ver que ni sus necesidades mínimas estén satisfechas y que gente sin autoridad moral decidan por las vidas y aspiraciones de todos. Todo ello genera un malestar social muy difícil de explicar y el que tampoco se puede impedir. Salvo con una sola acción: Que el Gobierno de Abinader retorne a su origen dominicano y sepa servir con desinterés y patriotismo a su país y mejor para Abinader, si no tiene la burbuja mediática de falsedades y mentiras que le acompañan.
Entonces y por tan cruda realidad, es que decimos, que viene la navidad y el hambre se acentúa y nada de bancos de alimentos y ni públicos y tampoco privados y para colmos, un gobierno de dispendio en dispendio y con funcionarios botarates. Con Dios. 27.11.2024
