“Yo tengo un sueño”

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El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King pronunció, ante el monumento a Abraham Lincoln, en Washington, D.C., el que ha sido considerado por los analistas de la retórica el mejor discurso de siglo XX. Ese discurso se tituló “Yo tengo un sueño”, y, además, es considerado un hito en la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos de América. Hoy, 28 de enero de 2023, con el permiso de Martin Luther King, quisiera apropiarme del título de aquel discurso para atreverme a soñar, en esta tierra de nuestros amores y nuestros dolores, por un país mejor, a partir de un cambio de paradigma en el desempeño de nuestras instituciones.

Por ejemplo, tengo el sueño de una Policía Nacional que se empeñe, con el mismo fervor, en la solución de todos los casos, sin importar que se trate de situaciones personales o colectivas. Sueño con un país donde esa policía persiga, capture y someta a la justicia a los capos del narcotráfico con la misma rapidez, eficacia y eficiencia con que localiza a una mujer que se roba una niña de un hospital. Sueño con que, cualquier ciudadano que sea mandado a detenerse por la policía, no titubee para hacerlo ante la duda de si lo detienen para advertirle que se desvíe de su ruta porque más adelante le acecha el peligro o si lo hacen para atracarlo. Sueño con un país donde todos los policías no sean considerados delincuentes por las acciones de unos pocos que deshonran su uniforme.

Sueño con un país donde la calidad de la educación sea más que discurso avieso y cháchara política; donde las universidades asuman la responsabilidad de no dejar graduar “profesionales” ágrafos, incapaces de distinguir Díez de diez; donde desayuno escolar no sea sinónimo de una “chochueca” y un “agua de tenis” a la que se atreven a llamar jugo. Sueño con un país donde mitigar el hambre y saciar la sed dejen de ser oferta política productiva para los negociantes de la política; donde no haya más senadores ni diputados “riferos”, lavadores de dinero y narcotraficantes que dicen “tenganos”, “távanos” y “éranos”. En fin, sueño con un país donde las mayorías no tengan vedada la movilidad social y dejen de vivir, todos los días, el mismo día, debiendo las mismas facturas en el colmado, la misma cantidad al usurero, la misma vida a la muerte. “Yo tengo un sueño”. Por: Emersdon Soriano [Listín Diario]