30 años después, ¿por qué se rompió Checoslovaquia y cómo se “repartieron” un país la República Checa y Eslovaquia?

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El 1 de enero de 1993 el país se separó en el llamado “divorcio de terciopelo”, que no lo fue tanto: ni siquiera hubo un referéndum que aprobara el fin del matrimonio

La República Checa y Eslovaquia, hoy miembros de la Unión Europea (UE) y de la OTAN, celebran este 1 de enero el 30 aniversario de su escisión pacífica de la entonces Checoslovaquia.

«La URSS en construcción» fue la revista de cabecera del régimen. En la imagen, un fotomontaje de la primera edición de 1935, en el que se ve a Stalin junto a un campesino

La convivencia entre checos y eslovacos duró tres cuartos del Siglo XX, en gran parte bajo el comunismo, que dominó el país entre los años 1948 y 1989.

Este “divorcio de terciopelo”, como lo ha llamado el historiador inglés Timothy Garton Ash, mantuvo las señas de civismo que jalonaron la caída del régimen totalitario comunista, en la que no hubo derramamiento de sangre, a diferencia de lo ocurrido en la también multiétnica Yugoslavia.

La separación de produjo sin el dramaturgo Vaclav Havel a la cabeza, quien había renunciado como presidente checoslovaco en el verano de 1992 en protesta por la inminente ruptura del país, impulsada en por el entonces primer ministro checo, Vaclav Klaus, y el eslovaco, Vladimir Meciar.

Havel fue elegido poco después presidente de los checos y se convirtió en el catalizador de las aspiraciones euro atlánticas de la República Checa, con sus 10,7 millones de habitantes, la parte mayor de Checoslovaquia.

Seis años más tarde, en 1999, la República Checa entró en la OTAN, mientras que Eslovaquia tuvo que esperar cinco años más.

El nuevo milenio abrió nuevas perspectivas de integración para los 5,4 millones de eslovacos, bajo las riendas del democristiano Mikulas Dzurinda, lo que permitió al país acceder a la OTAN en 2004.

Ese mismo año los dos países entraron en la UE y, desde entonces, Eslovaquia fue más consecuente con su compromiso de integración, al acceder a la zona euro en 2009, mientras la República Checa sigue aferrada a su moneda local, la corona.

Los países afrontan las efemérides en momentos distintos: los checos tras una exitosa gestión al frente de la presidencia de UE y los eslovacos con un gobierno de coalición en funciones con los días contados.

Las relaciones entre ambas naciones son muy buenas, lo que en parte se explica por la similitud de los idiomas.

De hecho, el 9 % de los estudiantes universitarios en la República Checa, donde la enseñanza superior en checo es gratuita, son ciudadanos eslovacos.

Con 162.000 personas, los eslovacos son la segunda minoría en la República Checa, solo por detrás de los ucranianos.

La presidenta eslovaca, Zuzana Caputova, ha invitado para el 1 de enero a los presidentes de la República Checa (Milos Zeman), de Polonia (Andrezj Duda) y Austria (Alexander Van der Bellen), para conmemorar el 30 aniversario de la separación de ambos países.

Checoslovaquia nace como país en 1918 tras la disolución del Imperio Austrohúngaro y tuvo unos 75 años de vida: existió hasta el 1 de enero de 1993, cuando se anunció públicamente su separación en dos países independientes: Chequia y Eslovaquia. En contra de lo que muchas creen, la decisión de separar el país no fue nunca sometida a consultar popular y se discutió solo en la esfera política.

 Tras la Revolución de Terciopelo, Vladimír Mečiarm candidato a jefe de gobierno eslovaco en 1992, apenas unos meses antes de la ruptura, no habló en ningún momento de separar los dos países: “Lo que buscamos en estas elecciones es la unidad, la comprensión y el apoyo mutuo. Se los agradezco una vez más”.

Según Radio Praga citando una encuesta con motivo 25 aniversario de la disolución de Checoslovaquia, solo un 44% de los checos considera en la actualidad la división de Checoslovaquia como un hecho positivo. Otro grupo numeroso de personas, sin verlo totalmente como negativo o positivo, lo percibió en la época como una resolución más bien dudosa.

Vladimír Mečiar resultó electo en 1992 y ya a la cabeza del Estado Eslovaco abogó por la disolución de la Federación Checoslovaca, logrando una separación pacífica que se ganó el apodo de divorcio de terciopelo. Paradójicamente, la encuesta, por otra parte, desveló lo poco que se interesa la sociedad checa por sus vecinos eslovacos, por cómo viven y los sucesos de la nación.

En realidad, solo en las zonas fronterizas es donde de verdad hay un interés auténtico por lo que acontece al otro lado. “Lo cierto es que Checoslovaquia ya no es sinónimo de Eslovaquia ni de Chequia sino solo el recuerdo de lo que alguna vez fue la federación que conformaron”, dice la emisora checa.

En una información reciente de Deutsche Welle, cadena pública multimedia alemana en el extranjero, el primer ministro checo Petr aseguraba que “las relaciones entre República Checa y Eslovaquia son excelentes. El 1 de enero de 2023 celebraremos con orgullo el trigésimo aniversario de la división pacífica de la República Federal Checoslovaca y la fundación de dos Estados independientes. No debemos olvidar que la división de Checoslovaquia no solo fue pacífica, sino también inusualmente amistosa”, continúa Fiala, quien destaca que eso es algo único en la historia.

Políticos y diplomáticos eslovacos tienen una opinión similar. El ministro de Relaciones Exteriores de Eslovaquia, Rastislav Kacer, guarda buenos recuerdos de su época como embajador de su país en la capital checa. También el puesto de embajador checo en Bratislava se considera un cargo muy prestigioso. Prueba de ello es el hecho de que la embajadora checa en Eslovaquia de 2013 a 2018 fue la exprimera dama Livie Klausova, esposa del expresidente Vaclav Klaus.

“Checoslovaquia sigue viva en la mente y el corazón de la gente, aunque con diversos grados de intensidad”, explica el politólogo eslovaco Grigory Mesezhnikov. Según una encuesta realizada en noviembre de 2022 por el instituto de opinión STEM, con sede en Praga, el 91% y el 87% de los checos todavía se consideran mutuamente sus aliados más cercanos. El 53% de los eslovacos piensa que la división de Checoslovaquia fue un error, algo que solo cree el 35 por ciento de la población checa.

A pesar de todos estos datos positivos, hay muchos expertos que aseguran que la especial relación que une a ambos países está decayendo lentamente y que las relaciones checoeslovacas se han disuelto en la UE como si “un terrón de azúcar”.

Primeras crisis

Esto fue particularmente evidente durante la primera crisis grave de las relaciones bilaterales desde la disolución de Checoslovaquia, cuando la República Checa cerró la frontera Schengen con Eslovaquia, el 29 de septiembre de 2022. La razón fue el fuerte aumento del número de inmigrantes ilegales que ingresan al país a través de Eslovaquia. Bratislava se negó a aceptar a los inmigrantes detenidos por la Policía checa.

El cierre de la frontera provocó protestas de los camioneros eslovacos. La reunión que los primeros ministros mantuvieron el 11 de noviembre no pudo resolver la disputa, y la frontera Schengen entre la República Checa y Eslovaquia permanecerá cerrada durante las vacaciones de Navidad.

La partición del país tampoco fue un ejemplo de perfección, pese a sus “aterciopeladas” formas: para repartir los recursos e instalaciones se siguió el principio de los tres tercios: dos tercios para la República Checa y un tercio para Eslovaquia: así se repartieron ferrocarriles, efectivos militares, embajadas… dado que en aquel momento la República Checa doblaba a Eslovaquia en superficie y población.

Otro ejemplo que rompe esa imagen de separación totalmente amistosa es el hecho de que el histórico líder checoslovaco Vaclav Havel intentó con todas sus fuerzas evitar la separación. El Nobel de la Paz trató por todos los medios de intentar que los ciudadanos checoslovacos se uniesen para construir un futuro común y dimitió de su puesto de Presidente del país una vez que los parlamentos de ambos países votaran a favor de la ruptura.

¿Y por qué rompieron entonces? El proceso empezó a cobrar forma en junio de 1992. Los responsables políticos tanto de Chequia como de Eslovaquia, Vaclav Klaus y Vladimir Meciar, pedían mayor autonomía para sus regiones en detrimento del Gobierno central y, poco a poco, la idea fue tomando cuerpo hasta que se hizo realidad como si de algo irreversible se tratase, cuando es muy probable que si se hubiese realizado una consulta popular la respuesta hubiese sido negativa.

De mayor autonomía… a la independencia

Vladimir Meciar exigió en las negociaciones por una mayor autonomía un banco nacional eslovaco, un ejército eslovaco y representación internacional independiente en todos los foros, quizás influido por las recientes rupturas de la Unión Soviética y de la Antigua Yugoslavia. El 17 de julio, el Parlamento eslovaco adoptó la Declaración de Independencia de la República Eslovaca. Seis días más tarde, los políticos decidieron disolver Checoslovaquia en una reunión en Bratislava.

El objetivo de las negociaciones cambió, pasándose a buscar la vía para alcanzar una división pacífica. El 26 de agosto en Brno, Mečiar, como primer ministro eslovaco, junto al primer ministro checo Václav Klaus, anunció que la fecha de la disolución del país era el 1 de enero de 1993. El 25 de noviembre, el Parlamento federal adoptó la ley constitucional que marcaba el final de existencia de Checoslovaquia, que declaró que desde el 31 de diciembre de 1992 la República Federal Checa y Eslovaca dejaría de existir, y aseguró los detalles técnicos necesarios.

Sobre la disolución y sus consecuencias se ha comentado:

[…] Con la liquidación del Estado federal se consuma el total fracaso de aquel intento de reordenación territorial europea impuesto en Versalles después de la Primera Guerra Mundial por las potencias vencedoras. Los dos principales “inventos” de aquellos acuerdos de paz, los Estados federales de Yugoslavia y Checoslovaquia, han dejado de existir.

Pocas veces ha despertado tan poco entusiasmo el nacimiento de un Estado como entre los ciudadanos checos y eslovacos. Mayor fue el que se produjo, incluso en medio de una guerra o en víspera de la misma, como ocurrió en los recientes casos de las ex repúblicas yugoslavas de Eslovenia y Croacia.

Símbolos nacionales

Dado que el escudo de armas de Checoslovaquia era una composición de los de las áreas geográficas históricas que formaban el país, cada república simplemente mantuvo su propio símbolo: los checos el león y los eslovacos la doble cruz. El mismo principio se aplicó al himno nacional checoslovaco bilingüe en dos partes que constaba de dos piezas musicales independientes.

Las disputas se produjeron solo con respecto a la bandera checoslovaca. Durante las negociaciones de 1992 sobre los detalles de la disolución de Checoslovaquia, tal como lo exigieron Vladimír Mečiar y Václav Klaus, se insertó en la ley constitucional sobre la disolución de Checoslovaquia una cláusula que prohibía el uso de los símbolos estatales de Checoslovaquia por sus estados sucesores.

De 1990 a 1992, la bandera roja y blanca de Bohemia (que se diferencia de la bandera polaca solo por la proporción de colores) sirvió oficialmente como bandera de la República Checa. Finalmente, después de buscar nuevos símbolos, la República Checa decidió unilateralmente ignorar la ley constitucional sobre la disolución de Checoslovaquia (el artículo 3 de la Ley 542/1992 estableció que “la República Checa y la República Eslovaca no utilizarán los símbolos nacionales de la República Federativa Checa y Eslovaca después de su disolución.”) y mantuvo la bandera checoslovaca, con un significado modificado.

Eslovaquia, mientras tanto, adoptó su bandera tradicional; sin embargo, justo antes de la independencia, el 3 de septiembre de 1992, se añadió el escudo de armas para evitar confusiones con las banderas similares de Rusia y Eslovenia.

División de la propiedad nacional

La mayor parte de los activos federales fueron divididos en proporción de 2 a 1, como se mencionaba anteriormente. Algunas disputas menores (por ejemplo, sobre reservas de oro almacenadas en Praga, valoración del know-how federal) prosiguieron durante unos años después de la disolución.

En 1997 se negoció y aprobó una nueva frontera entre ambos países, de modo que la entonces localidad eslovaca de Sidonie pasaba a ser checa y el proceso inverso ocurría en U Sabotu.

Ambos países fueron admitidos como miembros de la Unión Europea en 2004.

La separación de las repúblicas bálticas de Rusia, así como de Ucrania o Bielorrusia, además del caso de Eslovenia o Croacia fueron un estímulo para Eslovaquia que, quizás en otro contexto histórico, no habría llegado hasta el final en su proceso de separación y hubiera optado por un país más grande y, al mismo tiempo, con más peso en el panorama político y económico europeo. Por: Angel Luis De Santos [La Razón]