Agitar y denunciar desde el poder, es un hecho insólito que solo habla de desesperación y lo que no se entiende cuando la institucionalidad se mantiene firmemente. El ministro de Interior yerra.

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Una fuerte mayoría nacional se ha quedado pasmada antes las sorpresivas como inquietantes y desmesuradas declaraciones del ministro de Interior y Policía, Jesús Vásquez, al este denunciar desde su despacho, que supuestamente la Oposición conspira contra la paz social y la continuidad del gobierno constitucional.

Declaración realmente inquietante y que a ojos de muchos, es una declaración desproporcionada, que solo pudiera justificarse, si se acepta que el ministro no está acostumbrado a entender que, en una sociedad democrática, el derecho a la protesta no solo es uno constitucional, sino el fundamento cierto que los ciudadanos tienen, para manifestar su disidencia frente a cualquier tipo de política oficial que entiendan errada y la que con tanta vehemencia utilizaban el PRM, Abinader y Vásquez en sus tiempos de opositores.

En este sentido, no creemos correcta la posición del ministro Vásquez, toda vez que en el territorio nacional no existe y de acuerdo con todos los indicadores que se tienen, que en estos momentos se esté fraguando algún tipo de acción desestabilizadora que pudiera poner en peligro la institucionalidad que se vive.

Aparte de que el mismo funcionario, tan dado él en sus tiempos de opositor a declarar lo primero que le llegara a su mente en contra del gobierno de turno, debería comprender, que, con su extraña declaración, está obligando a todo el mundo a entender, que parecería que exista algún tipo de acción desestabilizadora que también extrañamente, nadie dentro de las fuerzas vivas, la sociedad civil y los mass media haya tenido el mínimo conocimiento.

Todavía más. Que el importante ministro, cuarto en línea en la jerarquía del Estado, formule semejante denuncia y peor, sin presentar aunque fuere un mínimo de pruebas que sustenten su afirmación, realmente, a quien le hace daño es al mismo gobierno e increíblemente, marca un llamado de atención  en cuanto a si el Poder Ejecutivo pudiera estar contemplando algún tipo de medidas de estado policiaco y simplemente porque dos o tres revoltosos hayan incendiado neumáticos en esquinas de la ciudad de San Francisco de Macorís o en alguna otra ciudad del interior de la Republica y lo que ciertamente, de suceder, sería un gran exceso.

Y si esto es así, entonces habría que asumir, que, desde Interior y Policía, al menor atisbo de protesta popular, de inmediato se saltan las alarmas y la entienden como un principio de revuelta popular y que no es el caso. Pero peor, con su insólita declaración, el alto cargo también hace imponer inquietud y huida dentro del empresariado y el mundo financiero, ya que, dado que el capital es huidizo y temeroso de afectación de la paz social, de seguro que provocará un principio de retraimiento de la actividad económica como la empresarial.

Sí es cierto que a nivel nacional hay mucha inquietud porque se está dando la impresión, de que de pronto la economía va mal para los ciudadanos de a pie y de clase media y al dinero restringirse y achacársele a la inflación que el Banco Central no puede controlar, los variados desajustes que se están experimentando en el nivel y calidad de vida de la ciudadanía y lo que para muchos no tiene sentido, cuando este gobierno y comenzando por el mismo presidente Luis Abinader, sus funcionarios no dejan de hablar de los enormes superávits presupuestarios que ha tenido y aplaudirse a sí mismos por lo que llaman diestro manejo de la economía.

De ahí que haya que preguntarse, el por qué y de pronto, las autoridades se convierten en voces agoreras presagiando situaciones de ingobernabilidad que nadie ha visto, salvo las manifestaciones bullangueras de grupos de agitadores en barrios periféricos de ciudades y pueblos y básicamente en el noreste del país y otras provincias cibaeñas y cuyas motivaciones tienen que ver con hambre, desasosiego social, estrechez económica y ausencia de trabajo.

Frente a esa realidad, no creemos que el camino del gobierno sea el de formular denuncias histéricas y con cierto sentido latente de amenazas contra quienes ejerzan su forma tan peculiar de protestar y mucho menos, cuando desde la Policía Nacional hay un funcionario a cargo y de estrecha relación de trabajo con el ministro de Interior, un general, que por añadidura se le entiende o se le señala como propiciador de políticas de mano dura, que de implementarse ahora, representaría un enorme retroceso para la paz general de la República.

También comprendemos, que cuando desde la oposición siempre se ha sido agitador y boca dura, al momento que la suerte le toca y se llega al gobierno, en muchos individuos se da una metamorfosis en su forma de pensar y maneras de actuar, que a la menor critica se sientan inquietos y presentan el síndrome del ex agitador, que ahora como funcionario, el caso del ministro Vásquez, entiende que se le pudiera tumbar.

Creemos y en este punto hay que hacer la aclaración pertinente. Hasta ahora, todo indica que el presidente de la República está llevando bien su ejercicio de autoridad constitucional y lo que favorece plenamente para que tanto los actores sociales como los económicos confíen cada vez más en sus ejecutorias.

Además, cada día, lo que se nota, es que Abinader y, teniendo mayor experiencia en el discurrir del gobierno nacional y lo que se observa positivamente, viendo como el gobernante y con su enérgica dinámica de trabajo impone confianza y positivismo en sentido general, por lo que siendo esto así, no se entiende el por qué Vásquez ha salido con ese sibilino discurso cuasi terrorista de político fracasado, que en nada favorece al régimen del que es parte.

Siempre en una nación como esta, en la que hay tantas carencias, al tiempo que, si la ola de corrupción pública se haya acentuado, no lo es tanto porque los políticos la propicien, sino y en esto la ciudadanía debe hacerse su autocrítica, porque  el pretender hacerse rico a costa de los dineros de los contribuyentes, no son ni uno ni dos los ciudadanos que entienden y lo que incentiva el sector mediático, que al poder se llega, sea directamente o por medio de amigos, para enriquecerse y sin que se pretenda que por enriquecimiento ilícito se le castigue.

En consecuencia, mal hace el ministro Vásquez trayendo a colación lo de la “corrupción en gobiernos anteriores”, cuando todos quienes están ahora en el poder y como parte de los gobiernos del PRD de los años 1978 a 1986 y del 2000 al 2004, muchos no hicieron nada para impedir la corrupción del PRD al que pertenecían, en tanto los más vivos, se enriquecieron a la sombra del poder y sin recato ni pudor alguno.

Lo que procede entonces, es que los funcionarios tengan juicio sereno y no caigan en el error de hablar de asonadas desestabilizadoras y las que en cierto modo también son las expresiones propias de sus particulares incompetencias para saber darle respuesta a los parámetros de políticas desarrollistas que el presidente Abinader aspira a que se implementen. También tienen la opción y si la disidencia no les deja dormir, pues sencillamente, de renunciar e irse a la paz de sus hogares.

Mientras tanto, queremos enfatizarlo. Agitar y denunciar desde el poder, es un hecho insólito que solo habla de desesperación y lo que no se entiende, cuando la institucionalidad se mantiene firmemente. El ministro de Interior yerra. (DAG)