América Latina ahorra poco ¿Qué está pasando?

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Dadas las limitaciones para el financiamiento externo, los países que más ahorran pueden hacer mayores inversiones.
Lo que “se guarda” en la región es bajo, incluso, en relación con las necesidades de desarrollo y de mejoras de equidad

En las tertulias y pláticas sobre desarrollo es común escuchar sobre el bajo nivel de ahorro en los países latinoamericanos y caribeños. Instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han calculado que ese ahorro oscila entre 10 y 15 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB). Eso es inferior a lo ahorrado por los países más dinámicos de Asia emergente.

“Es difícil atraer capitales en condiciones favorables del exterior, si los propios latinoamericanos no ahorramos e invertimos en nuestros países”, advierte el BID en el libro “Ahorra para desarrollarte: Cómo América Latina y el Caribe puede ahorrar más y mejor”, editado por Eduardo Cavallo y Tomás Serebrisky.

El ahorro en América Latina y el Caribe es bajo no solamente en comparación con otras regiones, sino -sobre todo- en relación con sus propias necesidades de desarrollo y mejora de la equidad. El bajo nivel de ahorro además refuerza el muy bajo nivel de crecimiento de su productividad, ya que los escasos recursos que se generan a través del ahorro en su mayoría no se invierten en los proyectos que permitirían elevar las tasas de crecimiento de largo plazo. “La consecuencia es que esta asignación improductiva del ahorro dificulta la convergencia de la región a los niveles de renta y bienestar de los países más prósperos”, ha dicho el BID.

Uno de los grandes desafíos de América Latina y el Caribe es aumentar las tasas de ahorro de manera sostenible y mejorar la forma en que ese ahorro se asigna a actividades más productivas, contribuyendo a elevar su nivel agregado de productividad. Todos estos desafíos están íntimamente ligados.

No será posible invertir más si no se generan los recursos para financiar dicha inversión, pero tampoco se podrán sostener tasas de ahorro más elevadas si no se generan las oportunidades productivas para invertir.

Ahorrar más y mejor no debe estar necesariamente asociado a la recomendación tradicional de realizar un ajuste fiscal, o al también tradicional recurso de conceder incentivos tributarios para el fomento de ciertos tipos de ahorros. Tampoco a políticas públicas paternalistas. Lo que realmente significa ahorrar más y mejor es repensar algunas políticas públicas, para mejorar la sostenibilidad y equidad en el área de la seguridad social, aumentar la eficiencia del gasto público, y darle más protagonismo relativo a la inversión que al gasto corriente en la estructura del gasto público.

En América Latina y el Caribe no solo se ahorra poco, sino que además ese bajo ahorro no se canaliza eficazmente hacia la economía. En parte, porque no existen instrumentos adecuados para el ahorro a largo plazo, dada la falta de desarrollo de los mercados financieros. “Un ejemplo que ilustra este problema es la carencia de instrumentos de inversión que permitan canalizar el ahorro público y privado hacia la infraestructura. En América Latina y el Caribe hay una brecha significativa de inversión en infraestructura: transporte, redes de telecomunicaciones, generación y distribución de energía, agua potable (…)”, plantea el BID en su libro.

El cuánto sí importa

“Si las economías siempre pueden endeudarse en el exterior, las tasas de ahorro nacional no deberían importar. Sin embargo, el crédito externo puede ser más costoso y aumentar el riesgo de crisis. Los flujos financieros internacionales son volátiles, y la historia muestra que se agotan justo cuando más se necesitan.
En América Latina y el Caribe se sabe sobre las turbulencias monetarias y financieras generadas cuando la deuda externa se vuelve excesiva. Importar ahorros del exterior dista mucho de ser un sustituto perfecto del incremento del ahorro interno”, plantea la publicación del organismo de financiación.

Dadas las limitaciones para el financiamiento externo, los países que más ahorran también invierten más. Es decir, existe una asociación positiva entre el ahorro nacional y la inversión interna (inversión en la economía real). Desde la perspectiva de las políticas públicas, es útil entender cuál impulsa a cuál: si un mayor ahorro genera más inversión o si mejores oportunidades de inversión impulsan aumentos del ahorro.

El ahorro nacional es la suma de todas las decisiones de ahorro individuales de los agentes de la economía: hogares, empresas y organismos del sector público, explica el BID.

Si bien el análisis del ahorro agregado es útil, en última instancia las decisiones de ahorro son tomadas por individuos, y reflejan la información que estos tienen y las numerosas consideraciones relacionadas con la vida real que pueden influir en su conducta.
Para entender el problema del ahorro, es necesario desglosar e indagar cómo el ahorro generado por los hogares, empresas y organismos del sector público se agrega y canaliza en la economía.

El factor cotidiano

El ahorro también importa en la vida cotidiana de los individuos. Los hogares que no ahorran, o lo hacen sobre todo a través de mecanismos informales, suelen tener más dificultades en situaciones arduas, como perder el empleo o contraer enfermedades. Es más complicado para ellos invertir en educación u otras formas de capital humano, y carecen de las reservas necesarias para superar las crisis (equilibrar el consumo en el tiempo).
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Para muchas personas es demasiado difícil ahorrar cuando deben esforzarse para llegar a fin de mes. Ello no implica que los hogares de bajos ingresos no necesiten instrumentos de ahorro adecuados; el problema es que estos no existen.

Fuente: El Caribe