Cada hombre un voto, cada voto un dineral

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La democracia es cara, ya se sabe.  Y organizar unas elecciones con todas las garantías, también. Pero… ¿deben ser taaaan caras? ¿Hace falta abordar cada proceso electoral como si fuera la primera vez que se vota? ¿No hay nada aprovechable de los anteriores comicios? Un par de urnas, tres escáneres, un sello gomígrafo, cuatro o cinco teléfonos…

Todo nuevo, todo virgen, todo a estrenar… porque nadie se fía de nadie y desde poner palitos a mano a infiltrarse por vía electrónica en las redes de transmisión de las actas, cualquier posible mala idea ha evolucionado. Todo, menos la naturaleza humana.

La democracia dominicana no es tan joven, ni tan inexperta ni tan inestable como para pasarnos tres de los cuatro años de cada periodo de gobierno hablando de las elecciones. Ni hace falta tanto dinero, probablemente.

Pese a los peores augurios, las alarmas apocalípticas de los partidos políticos, de las amenazas de fraude, de las denuncias cruzadas… las jornadas electorales transcurren desde hace años en calma y con gran civismo. Incluso en pandemia. Y los "muertos de campaña", que lamentablemente ocurren, son más atribuibles a conflictos entre partidos que a defectos democráticos.

Las del 2024 no serán unas elecciones diferentes en este sentido. Se asignará presupuesto, faltará presupuesto, se pedirá presupuesto bajo amenaza de no poder cumplir, se logrará presupuesto in extremis, se comprará de todo y más… y votaremos tranquilamente.

Las de 2024 no serán unas elecciones difíciles de organizar: una oposición desinflada, un partido en el gobierno que para irse en la primera vuelta va a hacer alianzas hasta para sumar los 34 votos de un partido que resucitará gracias a eso, viejas caras que rejuvenecen en las vallas…

(No, no deberían ser tan caras.) Por: Inés Aizpún [Diario Libre]