¿Cómo es posible?

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¿Cómo es que los cadáveres de seis recién nacidos hayan amanecido en la puerta de un cementerio, con sus mediecitas y pañales puestos? ¿Cómo es posible que estuvieran dentro de una bolsa y no en ataúdes? ¿Cómo es posible que nadie se haga responsable hasta el final, desde que esos bebés se despiden de este mundo, hasta que tienen un entierro digno? ¿Cómo es posible que sus familiares los hayan dejado desamparados y no los hayan sepultado?

Ese caso ocurrido con neonatos muertos en el Hospital Ciudad Juan Bosch es horrendo. Es la muestra de cómo la indolencia se ha apoderado de los seres humanos, que parece hemos perdido, por desgracia, la capacidad de la empatía y el deber de respetar al prójimo sea vivo o muerto. ¿Cómo es posible no tener respeto por los muertos?

Yo estoy perturbado con esa escena. Vi las fotos crudas, unas imágenes terribles, que en este periódico no fueron publicadas por respeto, proceder contrario a lo decidido por otros medios o comunicadores, que en una acción tan indolente como la de quienes cometieron el hecho, publicaron los cuerpos de los bebés destapados y desprotegidos. ¿Cómo es posible que todavía hagamos cosas como esas en los medios de comunicación?

Ese incidente, sea quien sea el responsable, muestra una cadena de desdén que nos debe preocupar como sociedad, porque ni los padres, ni el hospital, ni la funeraria, ni el cementerio se ocuparon de asegurarse de que esos bebés fueran enterrados con decencia.

¿Cómo es posible que nadie los haya acompañado hasta el final? ¿Cómo es posible que lo más fácil sea entregarle el problema a otro y lavarse las manos de un deber que esta sociedad, denominada cristiana, tendría que asumir con seriedad?

Este terrible suceso no es aislado, para nada. Forma parte, más bien, de una conducta social despreciable, que es la de zapatearse de la responsabilidad personal en cualquier escenario. Eso pasa desde quienes atienden mal un restaurante -como me pasó en el Club Arroyo Hondo el pasado fin de semana- hasta quien deja a un hombre matar a una mujer, porque ese no es su problema. ¿Cómo es posible? Por: Benjamín Morales Meléndez [Diario Libre]