De Haití a Siria; analogía de escudos humanos inocentes

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De Haití a Siria; analogía de escudos humanos inocentes

Haití está en crisis, una crisis como la de aquella fría mañana de invierno del 2016, en la que Rashi, un niño de 10 años se preparaba para incendiar neumáticos, como método de supervivencia en una asediada ciudad de Alepo en Siria, que a la sazón, recibía ataques desde todos los frentes.

Con la poca ropa que vestía y pese al cruento frío, Rashi caminaba descalzo entre los escombros, en busca de combustible y neumáticos, que sustraía junto a sus amigos, de vehículos abandonados.

La estrategia era simple pero compleja a la vez, y consistía en preparar un salvoconducto de fuego, persuadiendo a los aviones de combate, que constantemente detonaban misiles contra su comunidad, en medio de una lucha entre rebeldes; el gobierno sirio y los miembros del Estado Islámico.

El despiste, le permitía a Rashi y a decenas de niños más, salir de sus trincheras para buscar alimentos, aprovechando el camuflaje que le dispensaban las cortinas de humo, visibles a varios kilómetros de la ciudad, en una de las zonas más golpeadas por la violencia indiscriminada.

La antaña ciudad estable de Alepo, ahora era zona de guerra, luego de ser tomada por los yihadistas del Estado Islámico como base operativa, utilizando a los civiles como carne de cañón y escudo protector.

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La heróica acción fue crucial para la superviviencia de la población. FOTO AP (ARCHIVO).

Las autoridades conocían esta estrategia de “protección”, pero, aun así, los ataques eran constantes, causando la muerte de miles de civiles, quienes quedaban atrapados en medio del fuego cruzado entre los terroristas, las autoridades y los rebeldes, a quienes poco les importaba que casi a diario, las calles se tiñeran de un mar rojo vívido, producto del derramamiento de sangre inocente, que nada tenía que ver con el conflicto que les arrebataba incluso su libertad.

Uno de esos días, Rashi y sus amigos, no regresaron a casa. Murieron en medio de ataques entre los terroristas y el Ejército Sirio, que apagaron la luz de esperanza, la misma que les motivaba cada día a enfrentar grandes peligros por su instinto de supervivencia y de garantizar alimento para sus seres amados.

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Pero, aunque Rashi es ficticio, historias como estas se vivían a diario en Alepo el pasado lustro y representan la cruda realidad de miles de inocentes sirios, que perdieron la vida tratando de ganarse un día más de aliento, como en su momento reseñaron medios internacionales como la BBC.

¿Culpables? ¡Todos!

Desde los terroristas que utilizaban a la población de muro de contención, hasta las autoridades que tenían un solo objetivo, acabar con los criminales, aunque conllevara un brutal daño colateral.

Alepo fue por meses, la guarida del Estado Islámico, que utilizó a civiles como escudo a inicios del lustro pasado. FOTO AMEER ALHALBI/GETTY (ARCHIVO)

Pero, es probable que surja la pregunta: ¿Qué tiene que ver esto con Haití…? ¡Mucho!

Rashi puede ser cualquier Louis Pierre al otro lado de la frontera; Siria pudiese ser Haití y Alepo cualquier barrio de Puerto Príncipe.

Mientras Kenia se prepara para enviar los primeros 1,000 militares a una misión de estabilización en Haití, crecen las inquietudes de la comunidad internacional en torno a la reacción de las pandillas.

Esto, porque Nairobi no va a Puerto Príncipe con palomas blancas en señal de paz, ni sus efectivos militares serán recibidos con cañones de honores o finos vinos, ni de fondo la Novena Sinfonía de Beethoven o los más sublimes acordes de Bach…

Las bandas en Haití han asesinado cientos de personas, durante enfrentamientos por el control territorial. FOTO El País (ARCHIVO).

¡Kenia va a pelear! y los criminales haitianos lo saben, por eso se preparan para cambiar las palomas blancas por armas de combate, los honores lo harán a plomo limpio y la sinfonía, serán los conciertos de balas, que no distinguen entre buenos ni malos.

Es en ese dramático contexto, en el que miles de haitianos corren peligro, porque sus vidas podrían ser utilizadas como ofrenda y sus cuerpos como escudo de carne inocente, de bandas sangrientas y desalmadas, pero también de militares que van con un solo objetivo… estabilizar, ¡cueste lo que cueste!

En lo que va de año, al menos 2,439 personas han muerto producto de la violencia generada por las bandas, que controlan lugares neurálgicos de Puerto Príncipe, además de dejar miles de lesionados y otros cientos más de secuestrados.

La situación es caótica y no se resolverá con diálogo, o al menos de momento, lo que llama a mantener la mirada puesta en Haití, para que no se salte la delgada línea entre la lucha contra las bandas y la violación de Derechos Humanos, con derramamiento de sangre inocente y abusos contra una población vulnerable, que no soporta un ápice de crisis más, pero que tampoco puede hacer revivir la tragedia Siria, en la que población cargó con el peso más funesto.

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Fuente: Hoy