¿De uniforme militar? Un tente ahí que dice mucho y que deja poco a la imaginación

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Si algo se ha aprendido de la vida pública y en especial de la dominicana, es que políticamente nada es fortuito y nunca se presenta de casualidad y por más desconcertante que pudiera parecer, pues en el fondo, todo accionar y por más inocente que parezca, lleva un mensaje político de indiscutible proyección hacia futuro y mucho mejor si genera e impacta de inmediato un debate especulativo que no deje a nadie indiferente.

Exactamente lo que ocurrió ayer, cuando al presidente Luis Abinader presentarse en la ciudad de Elías Piña en la fortaleza del Ejercito en aquella demarcación fronteriza, fue recibido por el alto mando militar con una chaqueta militar y su cachucha y lo que rápidamente aprovechó el gesto -político, al fin y al cabo- para hacerle ver a los militares, que se presentaba en procura de un acercamiento dirigido a profundizar los lazos y raíces entre el comandante en jefe y sus subalternos castrenses.

Decir que el gesto no impactó positivamente entre oficiales y tropa y al extremo, de que a lo inmediato el presidente fue recibido como el superior entre iguales frente a instituciones castrenses que tenían 61 años de no ver en persona a su comandante en jefe exhibiéndose como tal, sin duda que propagandísticamente es un logro de política táctica inigualable, que dice mucho de la capacidad interpretativa en materia de gestos públicos por parte del primer mandatario y lo que de suyo encierra un meta mensaje político que ha hecho temblar o sacudir la política diaria.

Véase si el efecto demostración política ha sido tan impactante, que, a la hora de la ocurrencia, ya la primera dama de la República, Raquel Arbaje de Abinader, no que atenuaba el acontecimiento, sino que robustecía el criterio puesto a correr, pero atenuándolo con aquello en cierto modo frívolo, de que a su esposo lo prefiere en camisa y porque a su decir, es un compromiso muy grande acercarse o ser parte viva del sector militar.

Nosotros en cambio y como otros muchos, entendimos que se está frente al recordatorio de una probabilidad de reelección presidencial impulsada por una propaganda efectista como abrumadora y lo que, desde luego, no que sea un pecado sino una reafirmación del texto constitucional que permite al presidente en ejercicio una sola reelección.

Por lo pronto, si fuéramos políticos de oficio o si estuviéramos en la piel de los expresidentes Danilo Medina Sánchez y Leonel Fernández, tendríamos que mostrar una gran preocupación por el gesto presidencial, pues para ellos, el mensaje es concluyente y casi traumático: Que hay un Abinader dispuesto a ganarse la buena voluntad de la población y de los electores y sin dejar esfuerzo alguno que valga la pena para lograr su continuidad en el poder.

Y si el hecho se entiende de esa manera y si se recuerda que el pasado día 18 escribíamos que “el Poder Ejecutivo abusa de su posición dominante en la vida nacional” y planteando, que el mínimo gesto que Abinader hiciera le significaba los principales titulares periodísticos, que entonces haya que entender, que se está ante un accionar nada espontáneo y si perfectamente aprovechado y gananciable políticamente y tanto, que ninguno de sus posibles adversarios electorales podría igualar.

Así se tiene, que con solo ponerse una chaqueta y una cachucha militar-no el uniforme al completo- Abinader ha logrado un amplio beneficio personal y político entre el medio millón de ciudadanos, que como potenciales electores, son parte del sector militar en toda la geografía nacional y lo otro, que en una nación tan conservadora como esta y cuya gente no puede sustraerse al influjo de un uniforme militar, ver a su presidente de kaki, que definitivamente haya que entender, que se está ante una variable política de impacto tan extraordinario, que le dará pingues beneficios a su ejecutor y no obstante que algunos de los hipócritas analfabetos funcionales del sector mediático, quieran hacer creer lo contrario.

En este sentido, para nosotros no es ninguna sorpresa que Abinader aprovechara “el regalo” del ministro de la Defensa y por la sencilla razón, de que en este año, el destape más fenomenal que se ha dado desde el espectro político, es descubrir que Abinader ya es un político de cuerpo entero y esto no es un halago y sí el convencimiento de que se está ante un político frío y calculador, al que paradójicamente  la mayoría de sus adversarios todavía se atreven a subestimar y que es el peor pecado que puede cometer alguien que esté en política.

Recuérdese, que, comenzando por Hipólito, este y como otros políticos, no solo que descalificaban a Abinader, sino que, en su desafío personal, el expresidente y torpemente, llegó al extremo de bautizarle con un sobrenombre hiriente y con miras de que a Abinader la ciudadanía no le viera como una opción de poder. Sin embargo, no pudo y Mejía fracasó estrepitosamente y tanto, que al final tuvo que meterse el rabo entre sus piernas y apoyarle públicamente y ser ahora la pieza en el tablero de la potencial continuidad.

Lo mismo le ocurrió a un amplio espectro del periodismo dentro de los medios de la prensa mercancía y cuyos miembros en gran mayoría, prácticamente hicieron un frente común para oponérsele al joven candidato y pasando por alto, que el primero y mas importante promotor de Abinader, lo fue su propio padre y quien en materia de ataques había aprendido a endurecer su piel y no hacer caso a ataques de ninguna índole y solo seguir avanzando siempre hacia adelante.

Solo recordar aquella presentación de prensa, por la que Abinader anunciaba sus planes políticos electorales como potencial candidato presidencial y que a una mayoría de periodistas y medios le resultó una experiencia traumática, al ver a determinadas figuras políticas y mediáticas apoyándole desde el primer momento, fue suficiente y para entender, al menos para nosotros, que se estaba ante un político nada común que buscaría ganarse a la gente y neutralizar adversarios y críticos y sin que por ello sus propuestas pudieran ser rechazadas y como  en efecto ocurriera.

Entonces, que ahora Abinader marque el paso y tomando la iniciativa política, haciendo lo que pocos pudieron pensar que haría aprovechando un acto de acercamiento y confraternidad militar y para impactar políticamente, lo que habla, es de que al presidente no se le debe ni puede subestimar y que sabe aprovechar al máximo las oportunidades que las circunstancias le brindan y tanto, que  al preguntar sobre lo de su uniforme militar, digamos y concluyentemente, que se está ante un tente ahí que dice mucho y deja poco a la imaginación. El mundo político debería ponerse las pilas, de lo contrario, la menor brisita le haría fracasar y como esta tan sencilla e impactante de ayer. (DAG)