El abusivo discurso anti haitiano del alcalde de Santiago, Abel Martínez, es más de odio que de sentido común y presagia una de violencia fratricida que desde ahora hay que evitar. Ojo

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De buenas a primeras, el panorama nacional se nubla con la malsana pretensión de una minoría fanática de ultranacionalistas anti haitianos y estacionados en el tiempo y a los que ahora se ha agregado el alcalde santiagués, Abel Martínez, quien a jura de Dios y con un discurso peligrosamente demagógico, quiere adoptar el tema haitiano como puntal de su campaña interna con miras de lograr la nominación presidencial de su partido, el de la Liberación Dominicana (PLD).

Estamos hablando, de un individuo de mentalidad volátil y frívola, que en estos momentos está gastando millones de pesos en una campaña interna en la que no solo no ha dicho de donde provienen esos recursos, sino que inexplicablemente, ni su partido y tampoco la Junta Central Electoral (JCE) le han reclamado explicaciones sobre este particular.

Su discurso no se entiende, cuando la mayor parte de la mano de obra haitiana se asienta en la provincia de Santiago como en otras de la región cibaeña y conforma el sostén de la economía agrícola y en la industrialización ligera.

Desde luego, lo que se aprecia, es que este político no tiene un discurso creíble y pragmático y por eso azuza e insiste con el discurso de odio anti haitiano y el que abiertamente es rechazado por amplios segmentos de la clase media como de los ciudadanos de a pie, pero no así por las fábricas mediáticas pertenecientes a la concentración de medios en pocas manos y solo le falta incitar las bajas pasiones y para provocar un estallido de violencia y ante lo que se supone, las autoridades deberían de estar ojo avizor. (DAG-Ojo)