El desprecio a la verdad

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A menos de una semana para las votaciones, esta es una de las peores campañas políticas que recuerdo. Son unas elecciones territoriales, pues se vota en todos los municipios y en algunas autonomías, pero los líderes nacionales la están convirtiendo en un auténtico infierno de polarización, preludio del horripilante semestre que nos espera hasta las generales de finales de año. Como nos recordaba este fin de semana la filósofa Adela Cortina en una entrevista en El País Semanal, la sociedad española no está polarizada, es de centroizquierda o centroderecha, es decir, básicamente moderada. Pero hay polarizadores profesionales que se apoyan en la predisposición de la mente humana hacia al tribalismo, en las redes sociales y en el hooliganismo de algunos medios de comunicación.

La vida política española sufre una exacerbación irracional porque el PSOE necesita apoyarse en fuerzas populistas y antisistema, la extrema derecha condiciona al PP, y dentro de los populares la figura de Isabel Díaz Ayuso supone ahora mismo el mayor ejemplo de desprecio a la verdad histórica. Una cosa es criticar las alianzas de Pedro Sánchez con EH Bildu, o la indecencia de que en sus listas vayan condenados por terrorismo, y otra sostener que "ETA está viva y en el poder", cuando si de alguna cosa podemos congratularnos es de su completa derrota y desaparición.

Si España es justamente una gran democracia es porque todas las ideas se pueden defender por vías pacíficas y legales, con lo que la propuesta de Ayuso de ilegalizar a la formación abertzale (y pasado mañana a todos los partidos separatistas) es claramente anticonstitucional y supone dar la espalda al consenso fundacional de 1978. Debemos confiar en que la ciudadanía no se dejará arrastrar a la hora de votar a su alcalde o presidente de comunidad autónoma por debates que nada tienen que ver con lo que se dirime el próximo domingo. En algún momento nuestro país tendrá que volver a recuperar una razón compartida, una cierta transversalidad ideológica y política, como la que durante algunas décadas pudimos disfrutar leyendo la revista Claves de Razón Práctica, fundada en 1990 por dos intelectuales de referencia, Javier Pradera y Fernando Savater, y que este mayo nos dice adiós.

Las revistas nacen y mueren cuando la generación que las impulsa desaparece o se agota. Sin embargo, el hilo conductor que nos deja Claves no caduca porque nunca podremos renunciar a la potencia que supone ser ciudadanos libres e iguales. Puede que España, como sostiene Savater, viva un "momento crítico", pero hoy es un país moderno que se puede codear con los estados más democráticos y liberales del mundo. Y lo seremos mientras, frente a los debates identitarios y las emociones populistas, prevalga la razón, esa "razón cordial" como le gusta a la filósofa Cortina. Por: Joaquim Coll [20minutos]