El enviado especial

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Los funcionarios dominicanos encargados de conducir las relaciones con Haití tienen usualmente un problema: no tienen interlocutor. Por eso, la designación de un enviado especial para capear la actual crisis fue bien recibida. Es una buena señal.

Dentro del desgobierno que sufre ese país y el vacío de poder de sus instituciones, un enviado especial solucionaría muchos impasses. Y Daniel Supplice, este interlocutor, es un viejo conocido.

Supplice fue embajador de Haití ante la República Dominicana en 2015. Considerado estrecho colaborador del expresidente Michell Martelly, es historiador, sociólogo y diplomático de carrera.

A Supplice se le atribuyen posturas políticas moderadas y buenas relaciones con los gobiernos dominicanos con los que ha trabajado. De hecho, es un observador bastante imparcial de las relaciones entre ambos países al extremo de declarar que República Dominicana no puede abrir sus fronteras incondicionalmente a los migrantes haitianos, o que es su propio país el que les ha fallado porque la documentación de la que carecen es, en primer lugar, responsabilidad de su país de origen.

Se le atribuye también haber denunciado la corrupción que encontró en la embajada haitiana en Santo Domingo cuando asumió su puesto. Pragmático, ha reconocido en entrevistas que los dos países están condenados a entenderse y que los dominicanos “necesitan hablar con alguien que no les mienta”.

Tener un interlocutor, con todas las limitaciones esperables dadas las condiciones caóticas que vive su país, es un logro. Su designación no parece ser una casualidad. Por: Inés Aizpún [Diario Libre]