El problema nacional no son los políticos propiamente y sí y mas que ellos, el periodismo de sicarios, que, junto a redes sociales criminales, difaman y envenenan la vida de relación

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Durante los 51 años corridos que tenemos en el análisis político de Estado, el periodismo lo ejercemos desde el 1964, nunca habíamos visto el tremendo deterioro moral y profesional en el ejercicio del periodismo y tal como desde el 2000 se ha estado presentando y al grado, de que las libertades de prensa y de información han sido seriamente afectadas por una torcida libertad de opinión que nada tiene que ver con un periodismo serio, crítico y responsable.

La primera víctima de este retroceso institucional y en el que de conjunto participan la mayoría de los dueños de medios y tanto como personas físicas o empresas y junto a un vario pinto grupo de intereses de lavadores de activos, suplidores del Estado, grupos de enriquecimiento ilícito, mafias dirigidas al saqueo de los títulos de propiedad, así como de empresarios inescrupulosos que han hecho del periodismo su herramienta de acoso y derribo contra la mayoría de los periodistas profesionales que no actúan como ellos, no solo que han sido estigmatizados en lo moral, sino que en la mayoría de los casos, han sido sacados de los mismos medios de comunicación en los que servían por salario.

De hecho, ha sido impuesta la autocensura y lo más hiriente como vergonzoso, por parte de grupos de descerebrados directores de medios, jefes de redacción y hasta analistas, actuando como especie de policía mediática y política cuya misión es comportarse como una entidad casi nazi, dirigida a expulsar lo mejor del periodismo de las filas de la profesión.

Por supuesto, no es que todo el periodismo haya caído en semejante proceso de degradación moral y profesional, cuando se conoce que la mayoría de los periodistas nuevos de los últimos diez años y sus dirigentes, actúan en silencio y de brazo partido tratando de limpiar la profesión  de los grupos de reporteros y cabezas delincuentes que ejercen su periodismo como arma de reglamento para difamar, injuriar y descalificar a quienes bajo ningún concepto, nunca han puesto sus plumas o voces en alquiler.

Sin embargo, lo que ocurre, es que la profesión ha sido penetrada por la corrupción política y empresarial y la mayoría de los periodistas, al ser empleados de empresas que han creado un nuevo sistema de esclavitud dirigido a anular la libertad de conciencia por parte de los profesionales de la comunicación y por aquello tan natural en todo trabajador y con familia, de querer llegar a fin de mes. Estos terminan cediendo ante la avalancha de sumisión y entrega abyecta que se les impone.

En este aspecto, las primeras víctimas, son las asociaciones, instituciones y sindicatos periodísticos y hasta ejecutivos periodísticos que han sido enrolados como directores de la misma asociación de Diarios. Para comprobarlo, solo hay que indagar cuales son las fuentes de ingresos de todo tipo que tiene, toda esa mezcla de oficialismo político-mediático y el grave nicho de empresarios e inversionistas, que consideran, que el periodismo no debe ser creativo y objetivo en lo más posible y de acuerdo a las circunstancias o lo otro, de tantos periodistas que se han alquilado y adaptado ejerciendo y paralelo a la profesión, como  relacionistas públicos u opinantes en muchos de los programas de radio y televisión y ahora en internet o como amanuenses de opinión guiada de altos cargos públicos y privados.

Naturalmente, aunque duela, cada uno decide como manejar su hambre, es decir, sus carencias y ambiciones, pero quienes se corrompen, para nada son periodistas profesionales y sí lacayos de determinados barones mediáticos, cuyas empresas y negocios y relación con el poder están signadas por la corrupción moral y la grave evasión fiscal que acompaña la mayoría de sus negocios y empresas.

Por ejemplo, la mayor forma de penetrar en el periodismo independiente y aniquilarlo moralmente, es cuando determinado barón mediático y sus directores, la emprenden contra determinados periodistas y analistas políticos que no se doblegan a sus intereses y quienes terminan siendo proscriptos del ejercicio periodístico empresarial. En procura de ese objetivo, presionan a diestra y a la siniestra para que a esos periodistas no se le abran espacios en la radio o en la televisión o se le lancen pandillas de periodistas difamadores y sicarios desde las infames redes sociales o logran que los gobiernos sean sus cómplices solidarios inventándoles acusaciones o persiguiéndoles policialmente.

Ayer, por ejemplo, el presidente de la República y en un programa televisivo del “periodismo institucional”, reveló que él ha tenido en ocasiones que llamar a determinados comunicadores y hacerles ver, que aquello que expresaron no era cierto y hasta poniéndoseles a la orden, para que les llamen y pregunten lo que quieran saber.

Entendido lo revelado por el presidente Abinader, vemos que se retrata fielmente la crítica qué estamos haciendo. Teniéndose que ver, como el primer mandatario, exprese que a veces se siente acosado e injuriado por ese periodismo de sicarios de ahora y tanto, que aprovechó su comparecencia televisiva para denunciarlo.

Abinader, señaló y de acuerdo con una nota del LD, “que he llamado a comunicadores por repetir informaciones que tú ni siquiera has confirmado que es verdad esa situación. Enfatizó que les dice que lo llamen para confirmar la veracidad de cualquier tema o situación. Cualquier cosa llámenme y yo les explico y cualquier tema que haya yo le digo si es verdad o si no es cierto”, puntualizó.

Y siendo especifico, también dijo: “Me gusta el servicio a la nación, pero también les quiero decir que no todo es color de rosas y hay que estar preparados para eso, tuve ataques infundados, calumnias que tú dices, pero… ¿y cómo es que se pueden inventar estas cosas?”, dijo el mandatario. Indicó que aún no se acostumbra a las calumnias. En honor a la verdad, no me acostumbro cuando me inventan calumnias, de cosas que tú sabes que son mentiras, manifestó”.

Lo grave es, que en vez de entender la preocupación de la primera autoridad de la nación, aquellos periodistas toman la confesión presidencial, como una muestra de hasta donde ha llegado su periodismo de acoso y derribo moral, cuando lo que debió de haber ocurrido, que las autoridades del Colegio Dominicano de Periodistas y todas las otras de los tantos sindicatos y asociaciones e incluyendo la de Diarios, hubiesen dado de respuesta una investigación a gran escala sobre la idoneidad y deontología del ejercicio periodístico y lo que hasta ahora no ha ocurrido.

Dadas estas circunstancias y sabiendo que el capítulo dominicano de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) está dominado por los barones mediáticos, es inútil buscar en aquel organismo interamericano de dueños de medios y periodistas asociados, que por lo menos hubiese un mensaje de reconvención tomando de muestra la crítica del presidente Abinader y lo que nos hace entender, que el periodismo independiente de este país, no cuenta en lo absoluto con organizaciones y periodistas que les defiendan y dadas las complicidades existentes entre sus barones mediáticos y sus directores y todos, millonarios por ese ejercicio mediático de farsantes de opinión y tartufos.

Justo por ello y por ahora, solo decimos que el problema nacional no son los políticos propiamente y sí y más que ellos, el periodismo de sicarios, que, junto a redes sociales criminales, difaman y envenenan la vida de relación. Con Dios. (DAG) 26.07.2023