En política y mucho más cuando se trata de la política del poder, los mensajes contradictorios nunca son válidos y en ocasiones mortales. Se está o no. Se decide o no. Pero nunca en posición ambivalente

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Comprendemos, que cuando se es un gobierno nuevo que llegó al poder y hablando en criollo, por una chepa (casualidad) y para remate sin programa de trabajo real, las dudas ensombrezcan su panorama inicial de acción y que las contradicciones como los errores afloren en su primer año de trabajo.

Pero luego que ha pasado la marea de las emociones desbordadas y del pellizcarse y porque no se cree que se haya tenido tanta suerte de ganar unas elecciones, que solo por los errores de sus adversarios, el gobierno pasó a nuevas manos. No solo que es menester reflexionar y sí actuar con cabeza fría, sino que sobre todo hay que demostrarle a la nación, que se sabe trabajar y que, aun improvisando, se pretende un norte y que se tiene un esquema de trabajo a desarrollar.

En este sentido y viendo el presente con la objetividad precisa del que tiene que demostrarse así mismo que es capaz de gobernar y de hacerlo bien, lo primero que debe entenderse, es que se ha llegado a un ejercicio de poder en el que su desenvolviendo radica en la corrupción generalizada y aceptada por el grueso de la población, así como en las prebendas y canonjías y a todos los niveles y mucho más entre ricos que entre los pobres y quienes como se sabe, al final y aunque sea cruel decirlo, siempre se conforman con migajas y de paso, se humillan a más no poder por el que les garantice su plato de comida.

Por lo tanto, gobierno que no entienda esto, semejante idiosincrasia y mentalidad, nunca podría conectar, con un país, que lamentablemente y por su escaso subdesarrollo mental, entiende democracia en función de lo que cada uno consiga y que igual detesta a quienes hacemos critica de a verdad y para que nadie le recuerde sus extravíos.

Al fin y al cabo, los que “cotizan”, es decir que hacen “donativos desinteresados” a los políticos en campaña, todos esperan algo y mucho mejor si lo que reciben es el doble de lo que facilitaron. A partir de ahí, el gobierno que esté, entra y sin proponérselo, en la espiral de la corrupción administrativa y de inteligentes debería de ser, que su cabeza principal supiera a qué atenerse, que riesgos debería de tomar o que soluciones y siempre no gratas a muchos debería aceptar en el teatro de vanidades y aspiraciones desbocadas,  en el que en la práctica, se convierte todo ejercicio gubernamental y sin importar el color político y menos ideológico y este último, sabiéndose, que en este país se rechaza de plano todo intento de frenar la corrupción y mucho más, ante “el búscame lo mío” con el que la clase media y el pueblo aspiran que se les complazca y siempre de forma insaciable en su pretensión.

Si a lo anterior, le agregamos ese terrible apetito voraz de los grupos económicos y financieros y el otro de la comparsa de intelectualoides hipócritas y fundamentalmente amorales que los acompañan, entonces el nuevo poder podría tener una radiografía social más o menos exacta de cuál es el país que gobierna y que clase de tipos son los ciudadanos que tocan a sus puertas y aunque hay honrosas excepciones, todos con un afán desmedido de como engañar al otro y prevalecer sobre los demás.

De esta manera y viéndolo todo en perspectiva, el presidente Luis Abinader debe descartar todo tipo de ambivalencias, asumir responsabilidades que le caractericen  como el presidente de la República que es y siempre sorteando el grave peligro, de que quienes se entienden dueños del país y de su economía, quieran acorralarle en su propio cepo, de ese del que otros presidentes tuvieron que lidiar y algunos fracasaron, mientras la mayoría se empantanó en la corrupción que jamás supusieron que podrían practicar o tolerar y la que luego, los mismos grupos que se beneficiaron, fueron los primeros en endilgarles la responsabilidad por medio de sus periódicos y estaciones de radio y televisión.

Porque bueno es que se entienda, que, en este país, todo el mundo espera que el presidente que esté se reelija y por más argucias y argumentos baladíes que se digan a contrario y lo que obliga y al menos por ejercicio de táctica prudente, a nunca desmentir la probabilidad de un afanar reeleccionista y mucho menos y como es el caso presente, que es una reelección constitucional establecida por la misma Carta Magna.

Abinader y en sentido general y para el uso dominicano, es un presidente que pudo pasar la prueba del primer año y dentro de las peligrosas como inestables situaciones iniciales que debió de confrontar, por un lado, la reactivación de la pandemia asesina y por el otro, el impulso renovador de una economía y justo es decirlo, que asentó sus bases productivas en el régimen anterior y que en el de Abinader, dio frutos extraordinarios en crecimiento y vitalidad financiera como no se esperaba y con un Estado rico y con ingresos cada día más superiores a lo esperado.

Sin embargo, cuando todo se entendía que discurría bien y el presidente pasaba raudo y exitoso su segundo año en el poder, he aquí que la pandemia creada en laboratorios del área 51 estadounidense y propagada en el mundo a través de laboratorios instalados en bases militares y con el escenario artificial de una China colocada como parapeto de distracción, se presenta el nuevo escenario de pretensión estadounidense por la hegemonía absoluta, al aprovechar la inducida invasión militar rusa a Ucrania, para desatar una guerra económico a nivel global de imprevisibles consecuencias para todas las economías, pueblos y naciones y por lo que el orden mundial por un lado y la inestabilidad social y económica por el otro, parecería, que si Dios no mete su mano, acabará por crear una situación casi apocalíptica por la que nadie podría sentirse a salvo del todo.

Y es ahí, en semejante situación que ahora se vive, de tiempo de vacas flacas, en el que el gasto es extremo, la producción poca y la economía se resiente, que el presidente Abinader debe y tiene que demostrar, que sí tiene agallas para repetir en el cargo y por lo que ahora, estos dos últimos años se constituyen en su verdadera prueba de fuego, respecto a si su carácter está templado o no frente a los retos que debe afrontar y resolver.

Para muestra. La inseguridad generalizada que de pronto las ambivalencias dogmáticas de políticos en el poder no acostumbrados a resolver situaciones extremas, han facilitado y para que en apariencias se haya presentado esta situación nada normal y por lo inducida por otros desde fuera del poder, pero con alcances empresariales y de muchos del nuevo poder emergente de los millonarios nacidos al amparo de los gobiernos anteriores y como suplidores del Estado, quienes son los verdaderos instigadores de la presente situación de inseguridad que se vive.

Vemos entonces, que, al presidente, esas fuerzas ocultas y dirigidas tras bastidores por lideres políticos opositores que quieren volver al Poder Ejecutivo y en asociación con capitalistas de todos los rincones de la corrupción, están jugando con el fuego de los asesinatos en mansalva en plenas calles para crear en el ánimo de la nación, ese terror difuso que pudiera propiciar situaciones fuera de control y el que actuando como gancho mortal, si Abinader no tiene cabeza fría y se desespera, pudieran debilitarle su mandato y seriamente y hacerle fracasar.

Aquellos grupos de conspiradores está jugando con candela y Abinader y para nada, no debe alimentar ese fuego y con declaraciones desastrosas como esa, de que se hará lo que sea para contener la delincuencia social, que no es donde está el peligro y sí en la delincuencia entrampada y desde siempre, en fuentes del poder económico y político y también desde el cuartel, donde las rivalidades personales son terribles y siempre fuera de sí.

Lo principal y es lo imperativo, que Abinader no se deje provocar por los editoriales y titulares periodísticos escandalosos que van en la misma sintonía de quienes conspiran para que el presidente y su gobierno fracasen y en este sentido, debe mantener inalterable el subsidio a los combustibles, entregar dinero a la producción y no, para que los burócratas lo administren y malversen y sobre todo, creer en sí mismo y entender, que si llegó a donde está, es porque el mismo Dios le dio las fuerzas para asumir sus responsabilidades y en particular, buscar a la nación que no se ve, la del trabajo y la esperanza de vivir y alentarla y darle valor y preferentemente a su juventud.

¿Por qué Abinader debería de actuar de este modo?, porque dentro de las circunstancias actuales y si nada cambia radicalmente, él es el presidente para este tiempo y el mejor candidato presidencial posible frente a quienes y como la gatica de María Ramos, están a su frente pelándole los dientes, pero que si se descuida se le van al cuello y le destrozan.

Y entender también, que su gobierno tiene dinero suficiente para imponer la paz social y controlar a los que se desboquen y al tiempo de frenar y acorralar, a quienes, desde la política opositora y los escondites perversos de la alta burguesía le quieren socavar su poder, al mismo tiempo que manda a callar a sus ministros y para que nadie desmienta la posibilidad reeleccionista, que en su caso es una y natural y por mandato constitucional.

Dicho lo anterior y de la mejor intención y en nuestra calidad de analista político de Estado de 50 años de ejercicio continuo, solo terminamos diciéndole. Presidente: En política y mucho más cuando se trata de la política del poder, los mensajes contradictorios nunca son válidos y en ocasiones mortales. Se está o no. Se decide o no. Pero nunca en posición ambivalente. (DAG)