Entonces quiere decir, ¿que, para unos, el peligro está en la reelección presidencial y no en las de legisladores, alcaldes y regidores?

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Siempre hemos sustentado el criterio, de que en un pueblo tan conservador como el dominicano, ningún proceso reeleccionista le preocupa o alerta, sino que más bien le impulsa a buscar de inmediato cual deberá de ser el árbol a cuya sombra se cobije y la historia no nos desmiente. Desde el “Seguiré a Caballo” de Trujillo a “Revolución sin Sangre “de Balaguer y siguiendo luego con todas las demás que en su tiempo encandilaron a tantos, dentro del PRD como en el PLD.

De ahí, que si ahora se conocerá la nueva variable reeleccionista del PRM y teniendo como su mejor candidato al presidente Luis Abinader, no sea asunto que realmente inquiete a la población y ni mucho menos, cuando el joven primer mandatario y desde que llegó al poder en agosto de 2020 y vía elecciones, ha sabido entender el criterio como la idiosincrasia dominicana sobre este particular.

Por eso, hay que entender las palabras emitidas ayer en la tele por Abinader y en el sentido, de pretender dar la impresión de que ahora no está en nada reeleccionista y entenderlo como su mejor herramienta para ganar tiempo y posicionarse mejor en materia de imagen y peso político, frente a unos potenciales adversarios, que como Danilo y Leonel, se nota que todavía están estudiando cual debería de ser la mejor iniciativa para tratar de bloquear la posibilidad reeleccionista apoyada por la Carta Magna.

Porque este es el detalle principal y más importante, que para el momento que el presidente se decida por anunciar su intento reeleccionista, para nada y a diferencia de los anteriores de aquellos otros, no tiene que demostrar ni justificar absolutamente nada para dar el paso, toda vez que la Constitución de la República en su  artículo 124, parte segunda, dice: “El presidente de la República podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la vicepresidencia de la República” y Abinader, precisamente por ser un presidente en su primer periodo, tiene una mayor ventaja institucional comparativa que cualquier otro potencial candidato.

Y lo que hay que puntualizar desde la estricta óptica de la aplicación constitucional y sin ningún tipo de interpretación subjetiva y que le favorece, dado que, al aspirar a su reelección, el artículo 124 le legitima, esto es, le da una calidad interpretativa ante el sentimiento ciudadano, que permite que sin obstáculos pueda presentarse y frente a sus potenciales competidores, como el factor garantista de la continuidad constitucional sin cortapisas.

Agréguesele a esta realidad, el otro factor tan determinante, de como la atrapada opinión pública le entienda y aprecie o juzgue por la impronta de su propia obra de gobierno y entonces se tendrán los parámetros ciertos, que impulsarían sin favor ni temor su propia reelección presidencial.

Algo más. Los mínimos indicadores que hemos obtenido de estudios propios de opinión sobre la probabilidad reeleccionista y que hemos estado haciendo desde octubre pasado, nos indican, que hay una tendencia de parte de los potenciales electores y cada día más coherente y mayor, no solo de la aprobación del trabajo del presidente, sino que un fuerte segmento ciudadano, entiende que Abinader representa y mejor que cualquier otro potencial candidato y por lo menos hasta ahora, la mejor opción que los dominicanos asumen que ya tienen y frente a la partida de políticos tradicionales y la mayoría desacreditados y ahora vistos como extremadamente corruptores y corruptos, que entendiéndolos como de gran riesgo, una fuerte parte de la ciudadanía considera que no se pueden comparar con Abinader.

Ahora bien, ¿cuál podría ser el probable Talón de Aquiles presidencial? El clan familiar y en particular, lo que diga, refleje o indique su esposa, quien, y si bien es cierto que como activista se la considera un factor notable y positivo, no lo es menos, que también se les temen a sus muchas veces temerarios juicios de valor y siempre emocionales, contra quienes la dama considera que su esposo no debe confiar y que, en una pretensión reeleccionista, no deben ni pueden tener espacios de ninguna naturaleza.

Lo que se debe especificar, porque en todo proceso reeleccionista y para nada, nunca se puede discriminar absolutamente a nadie y mucho menos hacerle ver que se le considere enemigo o desafecto. Campo este, en el que y con el paso de los días, parecería que ya Abinader a logrado las mejores experiencias como lecciones.

Mientras tanto y en lo que sí Abinader debe y tiene que tener presente, es que desde que dé el paso en procura de su reelección, automáticamente deberá diseñar su esquema de acción y para el momento que treinta días antes de los comicios, deba apartarse del cargo y como la mejor demostración de su limpieza de conducta y fe y confianza de que los electores le votarán por su propia determinación y libre albedrío y no porque el peso fáctico del poder lo imponga.

Dada la revisión anterior, es obvio, que frente a la reelección presidencial y comparándola con las reelecciones legislativas y municipales, la primera, es la menos peligrosa para la salvaguarda de los intereses permanentes de la República y que si entendemos el concepto desde los puntos de vistas de la clase media como del poder empresarial en su conjunto, se hace más que obligatorio, que el candidato reeleccionista los tome en cuenta.

Como por igual, a todos esos lideres de opinión al completo y en particular los relegados por los barones mediáticos que monopolizan el esquema de opinión dirigida desde los mas media de la prensa mercancía y en el que, el nicho de los lideres de opinión mantenidos en el ostracismo mediático, sus miembros son y en muchos aspectos, mucho más importantes y por su realidad del prestigio moral y profesional que a la mayoría acompaña y decididamente, por su amplio tiempo de ejercicio comunicacional, gravitando este sobre una a tres generaciones y que no tienen ninguno de los que ahora se encuentran al amparo del aparato de propaganda oficial o que son de la relativa confianza de los barones mediáticos.

Si lo anterior se entiende, se descartaría de inmediato, que la reelección presidencial fuera un peligro y como se plantea en nuestra pregunta inicial a modo de apertura a discutir y lo que entonces obligaría a preguntar, si acaso se quiere decir, ¿que, para unos, el peligro está en la reelección presidencial y no en las de legisladores, alcaldes y regidores? (DAG)