Esa gran actriz llamada Yolanda

0
110

Entre Yolanda y Pedro no soy capaz de identificar quién es mejor actor. La primera como secundaria y el segundo como estrella. El complemento perfecto. Les gusta la pasarela de la fama y se mueven como modelos de alta costura. Es cierto que han aprendido mucho desde que les conocí. Ahora son felices. No hay duda de que eran políticos a la búsqueda de una oportunidad que les condujera a la fama.

El líder socialista ha hecho algo muy inteligente y no debe nada a nadie. Está él y nada más. El resto son meras comparsas perfectamente prescindibles. No hay ningún contrapeso. Ha ido recuperando, incluso, a los que le traicionaron. No importa, porque no tiene nada que temer. Al final, compra voluntades y lealtades con cargos o dinero. Tan antiguo como el origen de la civilización.

En el caso de la lideresa de la caótica plataforma Sumar, gusta mucho a los periodistas de izquierdas que en cualquier momento se harán camisetas con su figura. No descarto que hagan un despliegue en cualquier rueda de prensa. Yolanda ha ninguneado, despreciado y humillado a Pablo Iglesias y sus acólitas. Podemos no es más que el detritus que queda del sueño de unos revolucionarios de barra de bar de la facultad.

La presentación del programa de coalición fue la exaltación del adanismo sanchista y yolandista. La vacuidad de un discurso propio del populismo más desaforado. Los españoles deberíamos salir a la calle para agradecer la suerte que hemos tenido con este gobierno socialista comunista y, sobre todo, de la etapa de grandeza y prosperidad que se nos viene encima.

El programa es una muestra magistral del talento de dos artistas de la política. Hemos pasado de Atapuerca a liderar el mundo. No hay más que comprobar el desinterés que provoca Sánchez en la escena internacional, como ha sucedido en la crisis desatada por los terroristas de Hamás.

A nadie le interesa la mediación del presidente de un gobierno en funciones cuyos socios son amigos de los enemigos de Israel y de la democracia. Fue una performance a la espera de lo que decida la auténtica estrella, que es Puigdemont. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]