Desde que tengo uso de razón he escuchado que existen intenciones desde el exterior encaminadas a una fusión entre República Dominicana y la República de Haití.
Había mantenido cierto escepticismo por nuestras diferencias culturales y nuestras costumbres con los haitianos. Pero desde hace años he cultivado el temor sobre situaciones inesperadas que pudieran ocurrir en Haití con repercusiones peligrosas para el país.
Desde que el presidente Luis Abinader ha clamado por la intervención de la comunidad internacional en Haití he comenzado a preocuparme y a sentir temor sobre lo que ocurriría en la frontera si una parte considerable de los más de 10 millones de haitianos deciden cruzar la frontera en manada, es decir, prácticamente invadir como escapatoria a su dura realidad de pobreza extrema.
La dejadez y la indiferencia mostrada por Estados Unidos, Canadá, Francia y la Unión Europea mueven a alarma entre los dominicanos, ya que es inhumano que permita que los haitianos pervivan en un estado de abandono total, cuando la situación de inestabilidad política, económica y social debe mover a los países más desarrollados a diseñar todo un plan para que ese país pueda convivir en un ambiente más digno y en un marco de respeto institucional y democrático.
¿Existe un plan? Si no para fusionar a República Dominicana y Haití, sí para que los dominicanos carguemos con la penuria de los haitianos en un clima de tensiones y de incertidumbre. Lo que vendría prácticamente a ser lo mismo, en vista de que los haitianos solo podrían encontrar refugio seguro en el territorio dominicano.
Haití requiere de la tutela de la comunidad internacional para instaurar instituciones democráticas y las normativas jurídicas para el respeto de la seguridad y de los derechos humanos. Para vivir en dignidad y tranquilidad. Por: Franklin Puello [El Día]