Fentanilo

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¿Hay o no hay en la República Dominicana la peligrosa droga que se desprende del fentalino adulterado con sedante para animales (xilacina)? Pienso que como venta estructurada y con consumo amplio, no. Y la razón se cae de la mata, porque si fuera así, las calles responderían.

Lo que sí creo es que nos estamos haciendo las preguntas incorrectas. Lo que deberíamos estar cuestionando es: ¿Qué vamos a hacer para controlar su producción, distribución y consumo en el país? ¿Cómo vamos a enfrentar esa droga si se comienza a distribuir y a usar en nuestras calles? ¿Estamos previendo lo suficiente y nos estamos tomando en serio la posibilidad de que eso nos invada? ¿Debemos declarar a esa droga, sus productores y sus distribuidores como enemigos públicos y establecer un trato penal especial para ellos? 

La crisis del fentalino no es menor. Hay que mirarse en el retrato de Estados Unidos y prever que no nos pase cosa semejante, por lo que literalmente hay que blindarse de forma preventiva para una posible invasión. Estados Unidos vive una epidemia causada por esta poderosa droga y calles de algunas de sus principales ciudades se han visto tomadas por una combinación ilegal de medicamentos que convierte a la gente en una suerte de zombis, sino es que causa su muerte. Allí han reaccionado tarde, tanto que esta semana fue que se calificó como una "amenaza emergente" y se armó un plan para enfrentarla.

Aquí no puede pasar lo mismo, bajo ningún escenario. Dejemos de discutir si hay o no, porque el debate es estéril y los hechos demuestran que no hay ni venta ni consumo masivo de eso. Que algún caso importado puede haber ocurrido, no es descabellado, sobre todo, cuando Estados Unidos deporta gente todo el tiempo. Pero no es real pensar que estamos ante una amenaza inminente.

Busquemos las respuestas urgentes a las preguntas correctas para poder enfrentar este fenómeno. Siempre pensando que el fentanilo y el xilacina no son el peligro, pues el peligro está en quienes los junta para drogar a la gente y hacerse rico en el camino de forma descarada. Por: Benjamín Morales Meléndez [Diario Libre]