Grave falta de respeto personal e institucional

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Llegar premeditadamente tarde a un acto de Estado del máximo nivel, obligando a SS.MM. los Reyes de España a permanecer unos minutos dentro del vehículo oficial, esperando a que Sánchez se incorporara a su lugar encabezando la fila de autoridades que reciben al Jefe del Estado como marca el protocolo, no es tan solo una muy grave falta de cortesía, respeto y educación impropia de quien ostenta la elevada magistratura de presidente del Gobierno, sino también una falta de lealtad institucional. Conviene tener en cuenta que se trataba del desfile militar de la Fiesta Nacional, lo que confiere un especial significado a la impuntualidad porque, además, el Rey es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas como establece la Constitución, y es sabido que una falta de esas características es particularmente impropia en la institución castrense.

Le otorga un significado especial que ese retraso voluntario fuera para intentar evitar o enmascarar los abucheos con que habitualmente es recibida su persona por los ciudadanos, no solo a este acto sino con su mera presencia en la calle de cualquier lugar del territorio nacional. Ya es sabido que su campaña de «proximidad» con la gente está siendo un fracaso, teniendo que evitar dar publicidad a su programa callejero para impedir que los medios de comunicación anuncien su paseo y levanten acta de lo sucedido, y así poder decir después en el mitin del partido que ha recibido una acogida «apoteósica». Nunca un presidente del Gobierno, ni del PSOE ni del PP, había tenido este problema, más allá de momentos y circunstancias puntuales, lo que obliga a preguntarse acerca de la causa de esta situación de rechazo por parte de los ciudadanos.

La respuesta quizás no esté muy alejada del lugar donde ayer debía estar puntual: precisamente sus socios prioritarios –ERC y Bildu– estaban ausentes de la conmemoración de la Fiesta Nacional. Su aliado Otegui se encontraba en el País Vasco en un acto en el que homenajeaba a sus presos condenados por actos terroristas que ocasionaron 856 muertos, además de multitud de heridos, mutilaciones y enormes daños materiales durante más de 40 años. Faltar a la palabra dada «todas las veces que haga falta» de que no pactaría con él, y estar en La Moncloa gracias a esos apoyos y los de ERC, es engañar a los españoles y no parece que les agrade.

Al menos a la recepción en el Palacio Real sí asistió con corbata. Habrá que ver cómo aparece recibido por la ciudadanía española en la docuserie publicitaria. De momento, su «ejemplaridad» ya tiene réplicas. Por: Jorge Fernández Díaz [La Razón]