Indecencia en los medios

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La grosería está de moda. Sin darnos cuenta algunos medios de comunicación se han llenado de indecencia, de inmoralidades, de indecoro y lo que es peor, se han hecho populares en base a contenidos denigrantes y rastreros.

Con sus vilezas, los paradigmas de hoy llenan de excremento la pantalla del televisor, de los celulares y pululan por las ondas herzianas como si fuera un mérito muy grande ser indecente y procaz.

Ya no hay límites para hablar ni para vestir. La decencia es una virtud anticuada que no cabe en los nuevos códigos de comportamientos públicos de la mayoría de los actores populares de hoy. Los pruritos de decencia en los medios de comunicación modernos son sinónimos de atraso.

El lenguaje de hoy es sucio, pobre, cargado de nocividad. No hay límites. La apuesta no es al que mejor uso le dé al lenguaje y mayor riqueza agregue al contenido, sino al que pueda pronunciar más expresiones burdas y soeces y mayores diatribas se puedan exponer.

Y como ha dicho el editorial de este diario del lunes 8 de este mes: “una nueva cultura del libertinaje gravita sobre todos los espacios en los que la decencia era el paradigma, nublándolos”.

Ese desenfreno colectivo de algunas redes y plataformas tecnológicas debería tener un repudio de los líderes políticos, de las iglesias, de las escuelas públicas y los colegios, de las universidades, porque rivaliza con las normas más elementales del hogar.

Este país no soporta más obscenidades. Nadie tiene licencia para atropellar de esa manera nuestra sociedad. Todas esas inmoralidades de esos medios deberían estar reservadas para burdeles y no para una sociedad que debería fomentar conductas y lenguajes más dignos.

Los medios de comunicación son altoparlantes del irrespeto y las inmoralidades.

Aspiramos que estas inconductas sean tomadas en cuenta para su normalización a través de la ley sobre Libertad de Expresión y Medios de Comunicación enviada al congreso la semana pasada por el ejecutivo de la nación.

Es necesario que a este desorden se le ponga orden y que la ética sea la norma. Por: Heddel Cordero [Listín Diario]