La conspiración de la comunidad internacional contra República Dominicana y a propósito de los problemas de estado fallido de Haití, cada vez van a mayor y lo que aquí no debe preocupar y sí enfrentar. Simplemente o son ellos o nosotros.

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Es hora ya de que la situación la llamemos por su nombre. Para la llamada comunidad internacional, Haití, que es un problema creado por Francia, los dominicanos debemos enfrentarlo como un asunto de nuestra propia supervivencia como estado y nación y sin caer en los arrebatos emocionales de la ultraderecha vinchista y anti haitiana que se refugia desde el Instituto Duartiano.

Y una de las formas más drásticas y efectivas  es la de que se entienda, que el problema se agudiza por la negativa y violación de empresarios y principalmente agrícolas, de la construcción y hoteleros que ven en la mano de obra haitiana y como mano de obra esclava, un ahorro de más de un 30 por ciento en materia de costos por salarios, al tiempo que abusivamente, todos violan la disposición legal del Código de Trabajo, que estable un 80 por ciento de empleos para dominicanos y un 20 por ciento para empleos de extranjeros y que es la medida en todo país organizado.

Evidentemente, que al presidente Luis Abinader le ha tocado la responsabilidad de hacer lo que mandatarios anteriores no hicieron y por pusilánimes y cobardes: Aplicar la ley en imponer la directriz 80-20. El y con la misma, no tiene nada que perder políticamente, al contrario, sus propias perspectivas electorales se agrandarían y su reelección constitucional tendría una mayor posibilidad de diferenciarle de sus adversarios.

Lo que importa entonces, es que Abinader aplique la disposición 80-20 y que el cielo se pinche para los empresarios esclavistas. [DAG-OJO]