La desinformación sobre Ucrania

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En toda guerra, la «batalla por el relato» es decisiva, ya que se puede ganar la guerra en el campo de batalla y perderla ante la opinión pública. En cualquier caso, el control de la información es fundamental para mantener alta la moral de combate en ambos bandos, información referida tanto a la opinión propia como a la del respectivo enemigo.

Esta batalla se libra por medio de la información transmitida por los medios de comunicación, y esa es la causa principal de que la desinformación esté tan presente como la veraz. De hecho, ya es sabido que la primera víctima de toda guerra es la verdad, y lo que sucede en Ucrania desde el pasado 24 de febrero –«invasión» para unos y «operación militar especial» para los invasores– es en todo caso una guerra, y no se escapa a esa afirmación general sobre la verdad de lo que sucede.

Es tan evidente que la única información que reciben los rusos sobre la guerra es la que les suministra el Kremlin, como que Occidente no tiene otra versión más que la que ofrece la OTAN y, en última instancia, los EE UU.

Es evidente que el relato sobre la guerra hegemónico en la UE es el que considera que estamos ante una versión actualizada de la eterna lucha entre el bien, encarnado por Zelenski, y el mal, materializado en Putin, una visión coherente con el triste hecho de que la UE se ha convertido en un convidado de piedra ante un conflicto en sus fronteras, sobre el que no ha tenido ni arte ni parte.

La realidad es que se está provocando una crisis energética y alimentaria que apunta a una peligrosa estanflación, lo que obliga a plantearse la eterna pregunta: «¿Qui prodest?», ¿a quién beneficia? A Ucrania es evidente que no, y tampoco a los europeos en general, ni al pueblo ruso en particular.

Sí que hay unos claros beneficiados de lo que sucede, que son los grandes fabricantes de armamento, que están haciendo un negocio redondo, y que se encuentran en ultramar. Si no hay guerras ni amenaza de haberlas, no hay clientes, y provocarlas está en su ADN estratégico de empresa.

La última entrega del relato oficial no ruso es la del misil que habría lanzado Rusia contra territorio OTAN en Polonia, y que ayer llevó a que el G-20 reunido en Bali se pronunciara sobre ello y que la misma OTAN se viera en la tesitura de verse obligada a intervenir en aplicación del punto 4º del Tratado. Hasta el desmentido oficial, la marioneta Zelenski ya apelaba entusiasta a una conflagración a gran escala contra Putin. Por: Jorge Fernández Díaz [La Razón]