La guerra híbrida

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Todas las civilizaciones entraron en declive al alcanzar su mayor grado de cultura y refinamiento. Con excepciones muy puntuales, no hay en el mundo un espacio de libertad, tolerancia, progreso y convivencia como este que disfrutamos en la vieja y denostada Europa. A tenor de la experiencia histórica, este privilegio corre el riesgo de presentar debilidades que nos aboquen a una lenta pero inexorable decadencia.

 No me refiero solo a factores adversos como el envejecimiento o la caída en la competitividad frente al empuje de otras áreas económicas ávidas de desarrollo, hablo de conflictos geopolíticos con países gobernados por sátrapas sin escrúpulos éticos a los que no conviene la fortaleza europea.

Un ejemplo claro lo tenemos ahora en la frontera polaca con Bielorrusia, donde un dictadorzuelo mediocre está poniendo en un brete a la Unión Europea arrastrando a miles de inmigrantes desesperados procedentes del Kurdistán iraquí, Siria y Afganistán.

Alexander Lukashenko sabe el daño que hace al explotar el flanco de la inmigración en una Europa que no tiene resuelto internamente el cómo abordar la presión migratoria y a sabiendas de que ese conflicto alimenta las expectativas de la ultraderecha con toda su potencial capacidad de disgregar a la propia Unión.

Lukashenko, al que Bruselas no reconoce su triunfo electoral de 2020 por carecer de unas mínimas garantías democráticas, tuvo el cuajo de potenciar el tráfico de desesperados, conducirles hasta la frontera polaca, empujarles a las alambradas y aporrear a quienes tratan de dar marcha atrás huyendo del hambre y del frío. Le da igual que haya mujeres y niños, para su régimen totalitario no existen las crisis humanitarias. Es obvio que a nada de eso se atrevería sin la aquiescencia de su referente político y fiel aliado Vladimir Putin.

Rusia lleva años proporcionando a Bielorrusia dinero, energía barata y asistencia militar. Los dos bombarderos rusos que sobrevolaron la línea fronteriza con Polonia, mientras el Gobierno de Varsovia la reforzaba policial y militarmente para evitar la ola migratoria, dejan claro hasta qué punto todo lo que hace Lukashenko cuenta con la bendición de su primo de Zumosol en el Kremlin. Putin, que solo paró los pies a Lukashenko cuando tocó sus intereses amenazando con cortar el gaseoducto propiedad de Gazprom que pasa por Bielorrusia, es el principal impulsor de la llamada guerra híbrida que, manteniendo la fuerza convencional, emplea otros métodos de agresión para alcanzar sus objetivos estratégicos.

Los procedimientos son de lo más variados, desde la burda manipulación de los flujos migratorios allí en Polonia y también en las repúblicas bálticas, hasta la incitación a la insurgencia o la propagación de bulos y noticias falsas, pasando por la sofisticada guerra cibernética que llegó a poner en riesgo procesos electorales, como en Holanda, donde tuvieron que escrutar a mano para proteger los resultados de los hackers de Leningrado.

Josep Borrell asegura que Europa está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello. El jefe de la diplomacia comunitaria cree necesaria la creación de una fuerza de intervención rápida para afrontar situaciones como las surgidas en las fronteras del este.

Para 2025 está previsto que la Unión Europea tenga operativo un cuerpo de 5.000 uniformados, pero la defensa de Europa exige además un sobreesfuerzo de atención, inteligencia y unidad capaz de afrontar con rapidez y eficacia las agresiones propias de una guerra híbrida. En esa guerra nos jugamos el mejor lugar para vivir. Por: Carmelo Encinas [20Minutos]