La voracidad de Rusia

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Nunca entendí el optimismo de EE. UU., la OTAN y la UE sobre el desenlace de la invasión de Ucrania. Ahora no hay duda de la potencia militar de Rusia y del gran número de aliados que tiene a su lado, así como del apoyo popular con que cuenta Putin y de su brutal determinación por conseguir una victoria humillante frente a un país con el que tiene unos vínculos históricos y culturales muy profundos.

La situación es enormemente compleja, porque estamos prisioneros en un laberinto endiablado. No se vislumbra una salida. El incremento del apoyo militar con la entrega de armas de largo alcance a los ucranianos, que luchan por su independencia, hace que los rusos aumenten sus objetivos militares. El ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, ha anunciado que el Donbás ya no es suficiente, por lo que quieren controlar las regiones de Jersón y Zopriyia. Lo más inquietante es que sus objetivos geográficos pueden evolucionar.

A Rusia y sus aliados les resultan indiferentes las sanciones, porque desprecian la debilidad de las democracias. Las bravuconas amenazas de «Putin, no conseguirás tus objetivos» o «No ganarás» les producen hilaridad. Es algo que no entienden algunos periodistas que confunden sus deseos con la realidad.

Putin se ve a sí mismo como un patriota que no puede permitir que Ucrania, con quien Rusia comparte un mismo tronco, le desafíe y se aproxime a la OTAN y a la UE. Es una injusta línea roja, pero es la realidad. Alguien que admira la fuerza y se ha formado en una concepción imperial, no puede por menos que menospreciar a unos políticos que están siempre pendientes de la opinión pública. Es un choque entre las democracias y los regímenes autoritarios.

 Es fácil buscar paralelismos con la Guerra Fría, pero creo que ahora es más inquietante. Nada indica que la llegada del otoño y luego del invierno vaya a impedir que los rusos avancen en su conquista territorial, mientras que una larga guerra es enormemente perjudicial para la economía de la UE. Esta crisis se reduce a establecer qué sacrificios puede asumir cada una de las partes.

La situación de Estados Unidos es cómoda, porque quiere desgastar a Rusia y comparte los gastos con los europeos. En cambio, para los rusos es una guerra patriótica y no tienen nada que perder. [ Por: Francisco Marhuenda . La Razón]