Los dos abrazos

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Es verdad que a veces un abrazo es todo lo que necesitamos para seguir adelante. En ocasiones un abrazo es capaz de ahuyentar los miedos y las dudas. Como ha escrito Paulo Coelho, «un abrazo quiere decir: no me amenazas, no tengo miedo de estar tan cerca, puedo relajarme, sentirme en casa, estoy protegido y alguien me comprende». Seguramente es lo que sintieron, cada uno por distintos motivos, Pedro Sánchez y Felipe González cuando se abrazaron ante los fotógrafos el pasado fin de semana en el arranque del Congreso del PSOE en Valencia. Aquello tenía aire de reencuentro o de reconciliación pública.

El otro abrazo famoso de Pedro Sánchez que tanto dio que hablar en su día fue el que exhibió con Pablo Iglesias, que sirvió para rubricar el pacto de Gobierno de las izquierdas. En este último caso fue Iglesias el que llevó la iniciativa. Fue un abrazo flojo, con poco amor, un abrazo de conveniencia. En el de Valencia me parece que, aun siendo también un abrazo de koala u oso de peluche, el más interesado en el gesto, que podemos llamar político, era Sánchez, para borrar el estigma heterodoxo del sanchismo. A Felipe no le gustó nada el abrazo de Pedro Sánchez con Iglesias y a Iglesias sospecho que tampoco le ha gustado ni pizca el abrazo de Sánchez con Felipe. Los dos han servido a Sánchez para seguir adelante. Como ha escrito M. Coetzee, abrazamos para que nos abracen.

Estos dos abrazos quedarán para el futuro como las fotos fijas de esta etapa convulsa de la política española. Ya he dicho que son abrazos políticos, falsos, carentes de emoción. El protagonista de estos no se caracteriza por su inteligencia emocional. Ha dado muestras en La Moncloa de todo lo contrario. Pero, aun siendo abrazos convencionales, tienen más fuerza que mil palabras. Con el primero Pedro Sánchez emprendió un peligroso camino que le alejaba de la casa común del PSOE; o sea, de la socialdemocracia; y con el segundo parece que quiere dar a entender que está dispuesto a emprender la vuelta a casa. Habrá que verlo. Por: Abel Hernández [La Razón]