Ministros en el super

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Hay ministros que hacen la compra de su casa y se paran en el super a hablar de los precios y de política mientras miran de reojo la compra del interlocutor. Es gratificante verlos, sin escolta ni aspavientos, con los pies en la tierra y las manos eligiendo unos víveres.

Hay funcionarios que llegan con su chofer, seguridad, precedido por la persona de protocolo, encargada de comunicaciones, camarógrafo y fotógrafo propios, a una entrevista a un periódico. Los más cool, además de ese equipo, traen a su community manager para que tuitee la entrada. (Verídico).

Hay ministros que se bastan ellos para responder y ministros que necesitan de un equipo de cuatro asistentes para que les pasen los detalles. Hay políticos que toman las llamadas y políticos que se esconden hasta cuando están físicamente en la sala.

Hay funcionarios para los que todo es confidencial y secreto para no decir nada y otros que apabullan con cientos de notas de prensa como si éstas suplantaran la verdadera información. Hay políticos que en la oposición agasajan a los medios y en el poder los desprecian. Hay políticos que fingen no entender la diferencia entre lo que se paga por debajo y lo que se paga por arriba.

Prensa y poder. Nunca será una relación natural y espontánea, aunque se hagan grandes amigos una vez salen del despacho oficial.

La democracia necesita obligatoriamente que esta relación sea cordial, aunque con cierto grado de tensión. Que quepa la discrepancia más que el compadreo, que haya un respeto hacia la profesión de cada cual y que nos vigilemos mutuamente.

El periodismo vive en una constante modernización. Los políticos están demasiado atados a viejos vicios. Por: Inés Aizpún [Diario Libre]