Necesitamos equilibrios y contrapesos entre poderes, mientras expresidentes presionan por doquier e imitando al presidente en ejercicio

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Se supone que después de las elecciones continúas iniciadas en el 1966, vale decir, 58 años, la madurez alcanzada por todas las fuerzas políticas y sociales haría innecesario que los principales actores políticos pretendieran hacerse trampas unos a otros y autoengañarse de forma tan miserable, que, a este momento y a 36 días de las elecciones municipales, todo apunta, de que, si milagrosamente el 18 de febrero se dan los comicios, en la práctica, nadie sabe cuáles serán sus reales resultados.

Y es que lo que se ha estado presentando como penosa campaña electoral y que a nuestro juicio, es la peor demostración de desvergüenza pública en materia de irrespeto a la libre escogencia ciudadana y que para colmos, está matizada por la guerra de guerrillas en materia de descalificaciones de todo tipo que candidatos, medios y periodistas y los lupanares mediáticos en las infames redes sociales se muestran enfrascados y en un inquietante irrespeto y hacía una ciudadanía, que todavía tiene esperanzas de que por lo menos, los agentes políticos la tomen en cuenta.

Es al contrario, todos están enfrascados y como si se tratara de carroña que los buitres políticos quieren para sí, al presentar la muestra poco edificante del desafío a la razón, el derecho y el sentido común y por parte de una clase política tan corrupta, corruptora y corrompida, que como se está viendo, los niveles del uso del poder o de influencias de poder para torcer la voluntad del contrario, está llegando a unos matices -que por su virulencia- quiera Dios que el día de los comicios no ocurriese un estallido de desesperación emocional tan elocuente, que de golpe, las mismas elecciones fracasaran de plano.

Para comprobarlo, solo hay que ver cómo está la nación y de uno a otro confín en materia de gente que pretende ir a los comicios a autoengañarse y lo que de manera tan desconcertante para el observador extranjero, empieza a generar amplia preocupación y en particular cuando el tribunal de elecciones de primera instancia, la Junta Central Electoral (JCE) no está haciendo lo necesario para que los políticos en campaña no violen las leyes y al extremo, de que poco falta para que la gente y en vez de ir a las urnas, se comporte como si realmente se va  a una trinchera en la que todos ajusten cuentas.

Nada más con comprobar la tremenda manipulación mediática a gran escala que también se está presentando, debería ser suficiente para que la JCE se implique directamente y para tratar de que la partidocracia no sabotee los comicios y como por lo visto ya se está haciendo de parte de banderías políticas de apoyo y alquiler, que de buenas a primeras, llevan la voz cantante en materia de ataques y descalificaciones y ocupando de ese modo el espacio que debería ocupar la racionalidad y al discutirse los diversos programas o iniciativas electorales, que como está visto, se encuentran completamente ausentes de los mensajes políticos.

Entonces y al ver este desbarajuste grupal, poco es lo que puede dejarse a la imaginación, cuando las apetencias de poder de unos y otros candidatos, no ayudan a que exista un definido clima de paz social y menos, cuando expresidentes y paralelo al presidente de la República en ejercicio, parecería que compiten entre sí, tratado de imponer “ciertos mecanismos dialécticos” que favorezcan las apetencias de estos jerarcas y quienes, no compitiendo y que debería ser lo correcto y sí luchando por derrotarse entre sí, son los primeros que están afectado y seriamente el proceso electoral garantista de derechos que los ciudadanos deberíamos de esperar.

Sobre este particular, es realmente duro para quien escribe, querer que se mantenga la ecuanimidad y la decencia de exposición, cuando como se está viendo y desde que empezó este mes, la impresión que existe es de que ha habido una explosión de emociones desbordadas y por las que cada jefe político y los expresidentes y el presidente en particular, parecería que ese es el espíritu retaliador que quieren imponer a como dé lugar y por los medios que fuere.

Por lo pronto, un expresidente, “jucha” para que la hija sea candidata ganadora de la alcaldía distrital, mientras otro -que realmente tiene posibilidades de ser una nueva opción de poder presidencial- hace lo imposible porque el hijo gane una curul de senador y lo que, en cierto modo, sería el desquite que los dos expresidentes tienen y frente a la alternativa de que el presidente en ejercicio ganara su reelección.

Ciertamente se está ante el reto de un nuevo cambio de paradigma generacional, del que entendemos se definirá completamente y desde el momento que el mapa político recompuesto por las elecciones del 18 de febrero muestre cuáles serán los posicionamientos de fuerza electoral que el conjunto de la partidocracia tendrá y para fines de trazar un esquema de empuje y trabajo para las presidenciales y legislativas de mayo de 18.

Es decir, hay que pasar el reto de febrero y para que entonces se pueda ver como es que quedarán todas las fuerzas políticas y de cara a las presidenciales y legislativas y lo más importante para los candidatos presidenciales, de si se darán o no las condiciones para una segunda vuelta electoral en junio.

Pues de no haber candidato ganador en mayo, no solo que el oficialismo quedaría en una peligrosa situación de desventaja y de cara a la segunda vuelta, que si para ese entonces no recompone su propia boleta y como ciertamente ya se conoce que hará la alianza opositora Rescate RD, sería una verdadera sorpresa que la reelección, también en esta etapa pudiera triunfar.

Aquí y esta  nuestra aprehensión, pues los del gobierno y el PRM, es claro que actúan no preparados para perder, en tanto desde la Oposición, es evidente que no se dejarían arrebatar el triunfo que a ese momento entenderían suyo. Entonces la encerrona estaría servida, si para ese momento, la totalidad de las fuerzas vivas nacionales, la sociedad civil y hasta las instituciones tutelares -de cuartel y religiosas-no intervienen y evitan un colapso institucional.

Naturalmente, es lo que pensamos que pudiera ocurrir y si las emociones rompen el dique que las contiene y de ahí nuestro interés en llamar la atención sobre tal escenario.

Además, al fin y al cabo, no creemos que los expresidentes Hipólito Mejía, Danilo Medina y Leonel Fernández y también el alcalde presidencialista Abel Martínez y como también es lo correcto que se piense sobre el presidente Abinader, se vuelvan locos y hagan que todo lo constitucional se vaya a la porra.  Y es que todos están en la perentoria obligación de salvar la institucionalidad democrática y también y como debe ser, todo el factor mediático y hasta los mismos lupanares mediáticos escondidos como guerrilleros desde las redes sociales.

Al final, todos somos dominicanos y todos, se supone que debemos querer lo mejor para nuestro país y de no hacerlo, entonces nadie se merece ser de esta nación y justo por esta inquietud, es que decimos que necesitamos y como nunca, equilibrios y contrapesos entre poderes, mientras expresidentes presionan por doquier e imitando al presidente en ejercicio. Con Dios. 12.01.2024