Para la policía, la misma está por encima del Estado, el Gobierno de turno es su mandadero y por eso, sus efectivos hacen lo que les viene en ganas y siempre actuando como ejército de ocupación en territorio enemigo

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Por pretender buscarle muchas vueltas al por qué de la reiterada inconducta antisocial de los miembros de la uniformada y sin exceptuar a ninguno desde su director general hasta su último raso, los ciudadanos, los “civiles” y como tan despectivamente los policías les llaman, son víctimas continuas de una inconducta policial absolutamente desordenada y hasta criminal, hija de la corrupción y cobardía existente dentro del aparato político y los gobernantes y gobiernos que hasta ahora se han tenido.

Y esto así, porque en la medida que los funcionarios públicos utilizan a los policías y mucho más a su oficialidad, donde la corrupción institucionalizada, no institucional, no tiene punto de comparación y para cualquier tipo de fechoría, despropósito o vagabundería en la que estén inmersos, al tiempo que es tan obvio observar las reiteradas muestras enriquecimiento ilícito que los policías realizan y a un grado tan manifiesto, que la ciudadanía sabe, que si necesita su “auxilio”, lo primero que debe reservar son los pesos para los sobornos y que es el motor que mueve el generalizado comportamiento policial.

De ahí que no haya que extrañarse por las terribles violaciones, desacatos y maltratos que la policía incurre contra la ciudadanía y lo peor, que aquellos y en base a la represión brutal que siempre utilizan y aunque ahora el nuevo jefe policial trata de desprenderse, siendo él y por su paso por jefaturas regionales como Barahona y Santiago, está tipificado como la muestra más descarada del policía de mano dura, que para aquellos tiempos así se ufanaba.

Solo hay que ver el siguiente “detalle”, este individuo llegó a la dirección general policial, pasa de los seis meses en el cargo y todavía no tiene asignado un día de la semana para que los propios policías puedan verle directamente o gestionar una cita por asuntos propios del auxilio económico, que se supone, cada jefe policial debe acceder y dado el tremendo ingreso millonario fraudulento de dineros por extorsión que la dirección general recibe, o al menos, a su nombre se requiere y de lo que todos los policías son conscientes.

“Caja chica” semanal, cuya repartidera llega a niveles de altos cargos públicos y no solo en el ministerio de Interior, sino también a nivel de direcciones y redacciones periodísticas y estas últimas, disfrutando del privilegio nauseabundo de que se le faciliten pistolas y revólveres a la mayoría de los reporteros que tienen la fuente policial como su base de trabajo y para no hablar de los nombramientos clandestinos como asimilados de la institución.

Cuando se conoce de esta realidad y se observa con que zalamería indecente ciertos productores de radio y televisión y también comentaristas, tratan todo lo policial con guantes de seda y haciéndose de la vista larga en cuanto atropello se denuncia, que no haya por qué extrañarse de que la policía, por sí y sus generales y oficiales, estos se sientan protegidos por ese paraguas mediático que con el mayor descaro los protege y por paga. Al menos y lo que era práctica segura hasta agosto de 2020 y que por ciertas situaciones, parecería que todavía hay acciones parecidas desde septiembre 2020 al presente.

¿Cómo se explica, que recién, un coronel reincidente en lo peor de violencia policial y por el nuevo atropello cometido, haya sido sometido a la Justicia por el ministerio de Medio Ambiente y que rápidamente la dirección policial anuncie que lo separa del ejercicio policial y  “en lo que se le investiga” y lo que nadie cree, sobre todo, cuando sobre el mismo oficial superior y en años atrás, se dieron determinados escándalos de violencia policial extrema, que estremecieron a la atrapada opinión pública y ahora más, al descubrirse que al individuo se le trasladó a otro lugar y hasta que la gente se olvidaran de la fechoría cometida?

Desde el momento que semejante proceder tan delictivo se descubre, tampoco puede extrañar, que un sujeto y muy ligado a relaciones con personal de uniforme, el pasado día primero la emprendiera a golpes contra una ciudadana y por el hecho, de que al encontrarse ambos manejando sus vehículos, él un auto y ella una pasola y rozarse en la vía pública, aquel desalmado se lanzó como un energúmeno y arma en mano contra la mujer, después “escapando” de la patrulla que le perseguía y hasta que dos semanas más tarde y por presión mediática, fue descubierto en el lugar que se ocultaba y en el interin y por medio de relacionados y familiares y uno que otro de uniforme, presionaba a su victima para que no se querellara.

Ese tipo de situación, solo se presenta en un país donde la policía no existe como tal y esta dispone de sus mayores compinches a nivel del ministerio público o porque el bandidaje policial generalizado, llega a los extremos, de que las patrullas van a barrios en las ciudades donde se denuncian reuniones festivas clandestinas y las que son escuchadas y registradas  y para que a seguidas, las patrullas revelen quienes de los vecinos se querellaron y de esta manera, los mismos policías contribuyen a la anarquía que sigue y desde el instante que los ruidosos se presentan a las viviendas de quienes con toda la razón requieren el apoyo de la autoridad y les amenazan y atropellan. ¿A esos se les llama policías?

Así nos encontramos, con que el tremendo desprecio institucional que los miembros de la policía y desde su rango más alto al menos inferior, demuestran contra los ciudadanos y la reiterada ausencia de corrección de sus miembros, da pie y para que se entienda la existencia del vergonzoso maridaje del poder en colusión absoluta contra todo lo que signifique orden, decencia, civilidad y respeto y acatamiento al estado de derecho.

En este gobierno y esto hay que puntualizarlo, se ha dicho, que a partir de febrero habrá una grande, única y extraordinaria transformación policial en beneficio de la ciudadanía, pero cuando los actos que reseñamos ocurren, es imposible no entender, que, hasta ahora, para la policía, la misma está por encima del Estado, el Gobierno de turno es su mandadero y por eso, sus efectivos hacen lo que les viene en ganas y siempre actuando como ejército de ocupación en territorio enemigo. (DAG)