Algunos dirigentes del PP han embestido la muleta con la que Sánchez les ha citado para engañarles desviando la cuestión de fondo hacia el debate sobre si la amnistía es o no constitucional. Pero la clave no está ahí. La clave reside en que la Ley de Amnistía se ha puesto en marcha a cambio de los 7 votos que el presidente en funciones necesitaba para la investidura.
El exmagistrado del Tribunal Constitucional, Jorge Rodríguez-Zapata, no se dejó engañar y declaró: «No es amnistía para arreglar Cataluña, sino para sacar 7 votos que necesita Sánchez».
Por su parte, el periodista Juan Luis Cebrián, académico de la Real Academia Española, escribió en el diario El País: «Una amnistía rindiendo pleitesía a un delincuente fugado con el solo fin de colmar las aspiraciones personales de un derrotado en las urnas, sería una renuncia a los valores éticos y democráticos del socialismo».
Y Pascual Sala, el máximo prestigio judicial de ideología socialista, expresidente del Tribunal Constitucional, ha afirmado: «La amnistía a los implicados en el procés, negociada a cambio de obtener votos para la investidura del presidente del Gobierno, sería inconstitucional y arbitraria».
Sánchez, expelido de Ferraz por Felipe González, le derrotó en las primarias del PSOE. Ganó luego la moción de censura a Rajoy convirtiéndose en presidente del Gobierno. Venció en las elecciones del 10 de noviembre de 2019, demostrando una vez más su innegable habilidad política, y se ha salido con la suya en la compleja sesión de investidura.
Desdeñar al líder socialista y menospreciar a sus colaboradores constituye una torpeza. Una gran torpeza que ha cometido Feijóo y no pocos políticos de relieve, así como ilustres periodistas.
Aplastado en las elecciones autonómicas y municipales el pasado 28 de mayo, Sánchez puso en marcha una operación políticamente maestra convocando elecciones generales en la semana más vacacional y tórrida del verano. Perdió el PSOE, pero ganó él aliándose con los partidos más diversos y haciendo las concesiones más indecentes para la dignidad de España.
Despedazada la Transición, que fue el pacto de la concordia y la conciliación entre los españoles, la sociedad ha regresado a la lamentable situación de las dos Españas, la de los garrotazos del cuadro de Goya, zarandeada, además, por una situación económica de deuda pública y déficit que, mirando al futuro, acongoja a las instituciones más serias del país. Por: Luis María Ansón [La Razón]