¿Por qué adelantarse a los acontecimientos, cuando en materia de ciencias sociales y de política, lo táctico es no dar pasos apresurados y menos, cuando son hijos de sueños?

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Se entiende y en lo que la naturaleza es más que sabía, que cuando se vive dentro de la política y en particular como testigo y actor de la política de Estado, un paso apresurado siempre lleva a las desgracias más inconvenientes y ante lo cual, quienes saben del quehacer y por experiencia, siempre tratan de no precipitarse y mucho menos formular juicios apresurados o motorizar iniciativas hijas del momento y no producto de un buen pensar que reditúe beneficios y no pesares.

En este aspecto, los únicos pasos apresurados y que no escandalizan, son aquellos que se efectúan en una guerra de armas, en tanto en la lucha por la guerra ideológica, la táctica enseña, que mientras más se avanza y no se encuentra oposición, entonces es que debe tenerse el cuidado de no equivocarse y perder el terreno conseguido.

Sin embargo y es lo lamentable, casi la mayoría de los políticos no saben interpretar aceptablemente las proporciones o malos pasos de algún desencuentro y debido a ello, son tantos aquellos y tal como cadáveres, que quedan en el camino.

Si estas premisas se tuvieran en cuenta, pocos serían los desencuentros que la generalidad de las figuras públicas protagonizaría y mucho de ahorro en esfuerzo que podrían ser aceptables herramientas con miras a reforzar posiciones pendientes o decisiones a resolver. Y para no hablar de lo otro, de que, al creerse dueño de todo el escenario, siempre se pierde la perspectiva de este y por apresurarse, entonces se pierda.

Véase y para comprobar lo que planteamos las siguientes muestras interesantes y en un momento político decisivo para la vida nacional: Las elecciones de julio de 2020. Para el día fijado inicialmente para las elecciones, el 16 de mayo, ocurrió lo imprevisto, la suspensión de estas y por un pretexto baladí del entonces presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán y de quien objetivamente, todavía se desconoce en que se fundamentó para interrumpir y postergar el proceso electivo.

Pero, cuando se recuerda que tal decisión provocó una reacción extremadamente airada del candidato opositor, Luis Abinader, en tanto en el oficialismo de ese año, el silencio marcaba la pauta a seguir y cuando para entender la situación, también se aplica la regla del razonamiento a contrario, claramente, se muestra entonces la parcialidad de aquel funcionario y frente al gobierno reeleccionista de Danilo Medina Sánchez.

Y era, que ciertamente, no existían razones de ninguna especie para suspender los comicios y por eso, un gobierno que antes del día de las elecciones, marcaba un derrotero de triunfo innegable, en tanto la oposición sabía que no estaba lo estructuralmente preparada para enfrentar el poder oficial  y de antemano, contentarse con un segundo lugar, resultó, que todo el escenario dio un giro de 360 grados y el suficiente, para que cuando en julio cinco se dieron los comicios, el partido de gobierno PLD, perdiera más de un 30 por ciento del favor popular, al tiempo que el candidato presidencial, Abinader y el partido opositor, PRM,  que se le enfrentaban, daban un salto extraordinario en mejoría de votos, que por lo aplastante, era innegable que el oficialismo perdería y humillantemente el poder.

Todo sucedió por un cálculo errado de aquel gobierno tan engreído y prepotente y que se creía triunfalista y por no analizar en juiciosa perspectiva y lo principal, no cambiar de táctica ante el error que se le significó la interrupción de los comicios del 16 mayo. Recordamos, que cuando se dio la sorpresiva suspensión, en POR EL OJO DE LA CERRADURA expresamos, que, con la misma, el PLD perdería los comicios, en tanto Abinader y el PRM la ganarían abrumadoramente y sin importar el nivel de abstención que surgiera y no nos equivocamos.

¿La razón?, que Danilo y su gente se adelantaron a los acontecimientos y queriéndose pasar de listos, no previeron el peligro mayúsculo que les significaría, que la ciudadanía entendiera que la suspensión había sido efectuada por requerimiento oficial y de ese modo, los votantes empezaran a dar un giro en sus preferencias y que se acentuó con la entrada  del periodismo militante  de centro “izquierda” y cuyos integrantes, desde la Plaza de la Bandera y en apenas unos días, lograron cambiar la percepción ciudadana y a lo peor, a una de condena moral contra aquel poder.

De ahí, que cuando en la primera semana de julio, los comicios suspendidos en mayo se materializaron por nueva vez, era innegable que el favor popular había cambiado de bando y sin ningún tipo de vuelta posible y aumentando a más, por las absurdas decisiones oficialistas de continuar actuando como si nada pasara y cuando ya era irreversible que la opinión pública estaba en su contra.

Es de ese modo que Abinader y el PRM y aliados, ganan los comicios, triunfo que indudablemente y sin sobre elogios, hay que atribuir a la actitud entre belicosa y positiva que asumió el candidato presidencial y frente a un oficialismo, que para el mismo 16 de mayo parecía ganador.

Ahora se está en el natural reagrupamiento de fuerzas y el extraer experiencias de los errores y actuaciones incurridos. Por lo que se está viendo, dentro del PRM, es decir muchos de sus funcionarios de origen partidario, están cayendo en el grave error de considerarse invencibles, mientras desde la oposición y tanto el PLD como su carnal FP, lucen más que dispuestos a presentarse batalla en los comicios del 2024 y para ello y ahora cada uno en su propia ruta, tratándose de ganar a la mayor cantidad de votantes y miembros de la atrapada opinión pública. El factor mediático luce dividido y sin saber a quien apoyar, mientras el gobierno plutocrático le socava su base empresarial y financiera.

También hay que ver, que como producto de que en menos de 16 meses en el poder, el presidente Abinader ha demostrado ser mucho más capaz que políticos y presidentes experimentados y de años, como Danilo y Leonel, se hace evidente, que si atiende el espíritu de nuestra pregunta: ¿Por qué adelantarse a los acontecimientos, cuando en materia de ciencias sociales y de política, lo táctico es no dar pasos apresurados y menos, cuando son hijos de sueños?, seguro que nadie podrá arrebatarle el cetro que ostenta, salvo que en los meses de aquí a mayo de 2024 cometiera errores de bulto o perdiera su base política de sustentación. (DAG)