¿Puede el gobierno convertirse en el agente vendedor de su propia causa y a su presidente, en el agente de venta de sus intereses? Sí y con la certeza, de que la nación va por el camino correcto

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Se comprende, que cuando a resultados de una situación accidentada, las elecciones programadas se convirtieron en una suerte de tiovivo del que nadie sabía que podía resultar y matizado por una pandemia, que de golpe se convirtió en el pretexto desesperado de políticos y ciudadanos ahogados por una propaganda nociva, para tratar de ver como cada quien podría salir más o menos indemne y de lo que se convirtió en una verdadera situación social de conflictos inducidos por la propaganda venenosa de activistas políticos, creyéndose redentores de una y otra bandería política en pugna y nadie sin realmente tomar en cuenta, el grave conflicto de intereses que se convertía en objeto de confrontación y de batalla.

Que el gobierno que resultare y por más que en frío sus cerebros hubiesen elaborado un estandarizado programa gubernativo y al caso de llegar al poder en unas elecciones, en las que ni siquiera el todo o nada se ponían el juego y sí el estallido de ignorancia grupal de casi nadie sabiendo que hacer o a quien dirigirse y sí con el inconfesado propósito de lograr y en semejante confusión, que el pueblo elector, confundido políticamente y acorralado por el virus asesino, en su desesperación, lograra entender cuáles deberían de ser los pasos correctos a dar.

A resultas de ello y todas las fuerzas políticas que competían en la lucha electoral, realmente solo teniendo en cuenta lo primario, de una gobernante y por no dejarse caer y otra opositora, auxiliada a ultimo momento por una insólita interrupción electoral desde el tribunal de elecciones y este, manipulado a fondo por determinada y poderosa delegación diplomática, veedora de todo y cuyo único propósito era buscar o provocar el milagro de un triunfo sorpresa, que en función de los hechos, tampoco se estaba seguro de lograr, que definitivamente y al momento del conteo final, se entendiera que efectivamente alguien ganó y el otro perdió.

De esta suerte y casi con el corazón en la boca, se anunciaron unos resultados electorales por los cuales, hubo un ganador forzado y un perdedor acorralado e impotente de reaccionar ante el diluvio que se le venía encima y ambas situaciones, matizada por un peligroso nivel de abstención, más del 45 por ciento, que por sí solo era el mudo como patético testimonio de una elecciones presidenciales realizadas a marchas forzadas y por lo que 45 ciudadanos y de 100 huyeron y antes de determinar su inclinación electoral real.

Con semejante escenario tan conflictivo, para mayo de 2020, Luis Abinader gana la presidencia de la República y el PRM logra el control del aparato gubernamental, mientras de despedida casi agónica, el PLD y como perro sarnoso se lamía sus heridas y sin nada más que hacer, se inclinaba casi espasmódico, a entregar un poder que durante 16 años fue suyo. La derrota, de suyo fue humillante y trastornadora de la psiquis de cada uno, de quienes como peledeístas, fueron gobierno o de quienes como peledeístas, disfrutaron a la ciega de las mieles del poder.

Fue entonces y de esa forma, que los dominicanos amanecieron el 17 de agosto de 2020, con la experiencia de haber pasado una etapa, de la que se creyó que institucionalmente todo se haría trizas y reponiéndose de los sofocos de campaña, se preparaban a ver, como todos los sectores y grupos políticos y sociales y económicos se reagruparían y cada uno tratando de perder lo mínimo.

Tanta agitación, presentó una situación de tanteos y por parte de un gobierno al que las circunstancias le hicieron polvo su programa de gobierno y a una oposición nueva que buscaba su reacomodamiento, mientras entre sí y casi todos sus lideres, se aprestaban a darse la puñalada trapera que les permitiera llegar ante el nuevo César y el que borracho de alegría y no obstante su gran esfuerzo titánico empleado, todavía no creía que hubiese amanecido como el nuevo presidente de la nación.

De ahí que su primer año gubernativo fue de tanteos y salirle al paso a todo cuanto de golpe el destino le deparaba y lo más extraordinario, que tanto él como sus asociados y ya gobierno, debían iniciar y sobre la marcha, un grande y nuevo aprendizaje de como gobernar.

Así se tiene, que en una escala de cero a diez puntos, el primer año del presidente Luis Abinader y de sus compañeros del PRM, pudo llegar  a un seis de puntos positivos y ya para el segundo y sin problemas traumáticos, llegó a un diez y dando como resultado, no solo que el gobernante pudo controlar la pandemia y tener un manejo ágil de la economía, sino que se doctoró en buen gobierno, desde el momento que los organismos internacionales económicos y de alta finanzas, le hicieron ver que República Dominicana y bajo su gestión, había pasado la gran prueba de toda una crisis económica global y siendo una de las cinco economías en todo el planeta, de exitoso crecimiento y desarrollo económico con altos estándares estadísticos por exhibir, pero con el Talón de Aquiles, de que tantos éxitos económicos no generaron una riqueza amplia que fuera compartida por toda la población en cuanto a un mejor nivel y calidad de vida y que ahora, a medio tiempo de mandato, es su tarea principal.

¿Podría sorprender que el jefe de Estado y de Gobierno se presentara y como desde esta mañana ya lo está en Suiza, primero ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde desde su director general, todo han sido elogios por el manejo exitoso de la pandemia que Abinader llevara a cabo, elogios que vivió en la 75va Asamblea Mundial de la Salud y luego en el Foro Económico Mundial ,en Davos, donde los informes que nos llegan, hablan de lo bien acogido que nuestro presidente se encuentra  en el desarrollo del mismo?

Sin duda, que no solo Abinader sino toda la nación, debe sentirse regocijada del paso trascendente, que como país, los dominicanos hemos dado bajo su egida  y de lo que de ahora en adelante, seguro se esperan nuevas y positivas realizaciones y que nos permite decir, que no debe haber duda alguna, de que el presente viaje presidencial arrojará frutos más que positivos para todos y lo que también nos hace entender y como respuesta de gran optimismo, a nuestra pregunta: ¿Puede el gobierno convertirse en el agente vendedor de su propia causa y a su presidente, en el agente de venta de sus intereses? Sí y con la certeza, de que la nación va por el camino correcto y ante el seguro accionar, de un presidente y economista, extremadamente entregado a servirle con más denuedo, empeño y amor, a su propia nación. (DAG)