Puede que Abinader pueda posicionarse adecuadamente para la reelección constitucional, pero hay un hecho, muchos funcionarios y partido, le atrasan haciéndole un contrapeso terrible y la oposición al acecho

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Decir que el presidente Luis Abinader no cuenta con una probabilidad electiva razonable y hasta cierta, sería desconocer, que él y solo como presidente de la República y de cara a las elecciones del 2024, cuenta con una ventaja técnica e hija del cargo, de no menos un 25 por ciento de aceptación y si a tal indicador se le agrega que por las actividades públicas que ahora realiza, de aquí a diciembre pudiera lograr un crecimiento de un 40 por ciento, entonces al entrar enero 2023, razonablemente habría que decir que sus perspectivas podrían ser más que promisoras.

Ahora bien, también hay que ver que la oposición no está ni manca y tampoco coja y menos, muda y que los dos principales lideratos de esta, los expresidentes Danilo Medina y Leonel Fernández, cada uno dispone de ciertos niveles competitivos, que, si logran y cada quién pasar del 20 por ciento de aceptación pública, podría darse un resultado de crecimiento en el mismo lapso, que fácilmente pudiera poner en apuros a todo el oficialismo y seguidores o partidarios.

Por lo tanto, un discurso triunfalista de parte y parte y en estos momentos, no sería lo más sensato y mucho menos, cuando la población en capacidad electoral no es que se esté mostrando todo lo capaz de tener el ánimo suficiente para ir a las urnas, pero sí que se nota la fuerte determinación, de tener ese cierto desapego nada auspicioso, de asumir como un todo que la partidocracia ha sido la peor desgracia que le ha podido acontecer al país político y ni hablar a la misma nación.

Dejándonos con el razonamiento, de que mientras a nivel popular, todavía no exista una marcada tendencia electoralista fraccionada a favor o en contra del PRM, PLD y FP y peor si agregamos al PRSC y al PRD, necesariamente no se puede hablar de opciones o alternativas partidarias electoralistas y menos, cuando de una u otra forma, la población siente, que en la práctica, esos cinco partidos no han sido precisamente los instrumentos verdaderos de las apetencias de cambios y sí la manifiesta tendencia, de ser  entidades comprometidas con la oligarquía y la burguesía como un todo.

Solo habría que ver los indicadores de corrupción en los gobiernos de los dos partidos opositores principales y medirlos con los del actual y para que invariablemente surja la creencia, de que los tres y junto a los otros dos, son más de lo mismo y siempre con su interés de beneficiar a los grupos económicos y financieros y siempre y lo que debe recalcarse, en perjuicio de la nación.

Semejante criterio y visto a este 16 de agosto, marca una especie de raya o eje definitorio, de que para la ciudadanía, todavía no existe la mínima certeza respecto a quien confiar los destinos nacionales y de cara al 16 de mayo de 2024 y no precisamente porque esas banderías pudieran o no ser opciones reales de poder, sino porque se nota una fuerte tendencia de opinión critica en su contra y de parte de una población, que realmente no entiende que haya sido beneficiada de una economía que es vista solo para los ricos y no para las fuerzas vivas nacionales.

Con este razonamiento e hijo de una observación critica lo más objetiva posible y dentro de una circunstancia de crisis económica y social que tanto la burguesía como la población sienten en carne propia, que necesariamente los observadores de la realidad nacional debemos hacer las reservas de lugar, por lo menos, hasta que el panorama político se aclare frente a una perspectiva electoralista que en estos momentos solo se la entiende auspiciosa para los ricos y no para la población.

Si el razonamiento no se entiende, entonces, ¿cómo explicar la declaración y queja de ayer de la dirección de ética, la que dijo en entrevista, de hecho una presión indirecta a Abinader y para salvar las “responsabilidades éticas” de su directora, que dentro del área del Poder Ejecutivo hay funcionarios que prefieren renunciar y antes de cumplir con sus declaraciones de bienes y que es un grotesco mensaje por parte de un partido en el poder, que por lo visto, o no controla a sus miembros en el gobierno o simplemente, que de tan metido que está  en la corrupción desde el poder, no atiende razones y tampoco amenazas que le hicieran corregir el rumbo y que por lo visto, esto último, es lo que el mismo Abinader desea?

¿Habría que hablar que en el gobierno se las ven y se las desean para apartar los elementos corruptos, pero que estos y bien apertrechados por los tentáculos de una burocracia absolutamente corrupta y corruptora, al mismo Poder Ejecutivo le resulta dificultoso erradicarla y de ahí la angustiosa declaración, casi de completa impotencia de la directora de Ética?

Agréguese lo otro, que el alto empleado ejecutivo de la oligarquía encabezada por los Vicini y que estuvo en el cargo de ministro presidencial y para agregar más sal a la herida de su separación del cargo y por lo que se entienden complicidades con traficantes de influencias y suplidores públicos, declaró y como si el gobierno no fuera un ente de la nación y si de propiedad particular, que gracias a ese defenestrado funcionario fue que supuestamente un programa de construcción de viviendas pudo ponerse en marcha, al tiempo de recordar, que a dos años en el poder, Abinader no pudo cumplir ni mínimamente con sus objetivos iniciales. ¿Acaso esa declaración no es más que una provocación para desacreditar al gobernante y como expresión de una oligarquía molesta con el mismo régimen?

Lo  anterior y si se toma en cuenta y si se repasan ciertos titulares periodísticos sumamente capciosos como envenenados y desde mass media pertenecientes a la oligarquía y sus asociados, que necesariamente haya que concluir, que a la larga, a Abinader se le quiere atacar por dos frentes al mismo tiempo y lo peor, entendiendo sus adversarios, que no solo no cuenta el cómo saber defenderse, sino que hasta el mismo aparato de propaganda que el gobernante cree que tiene, o se lo han silenciado o peor, chantajeado y viéndose que no está cumpliendo con los objetivos que se le diseñaron.

De ahí que concluyamos y advirtiendo, que puede que Abinader pueda posicionarse adecuadamente para la reelección constitucional, pero hay un hecho, muchos funcionarios y partido, le atrasan y haciéndole un contrapeso terrible y la oposición al acecho. (DAG)