Reinventarnos, primera parte

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En los primeros días de un nuevo año, es común que las personas se tomen un tiempo para reflexionar sobre sus vidas y establecer nuevas metas en diversas áreas de su existencia. Algunos se proponen bajar de peso, cambiar de trabajo o iniciar nuevos estudios, pero en todos los casos, el objetivo es reinventarse para avanzar hacia una versión mejorada de sí mismos. Algo parecido es necesario hacer en la República Dominicana, más siendo el 2024 un año electoral.

En este sentido, todo proceso de planificación comienza con una reflexión sobre nuestra situación actual y cómo hemos llegado a este punto. También es importante analizar las estrategias exitosas del pasado y los aspectos que necesitamos mejorar.

Dado que somos un país relativamente pequeño, con aproximadamente 11 millones de habitantes, el mercado interno no es lo suficientemente grande como para justificar inversiones masivas o mejoras sustanciales en la productividad. Por lo tanto, el éxito de nuestra economía depende en gran medida de nuestra capacidad para aprovechar el enorme mercado externo y las oportunidades que ofrece la globalización.

Nuestra historia reciente ejemplifica claramente este punto. El auge de nuestras Zonas Francas se debe a que grandes empresas estadounidenses adoptaron una estrategia de reducción de costos de producción a principios de los años noventa, trasladando parte de sus operaciones a países con mano de obra más barata.

Por otro lado, el continuo crecimiento del turismo está relacionado con el aumento del poder adquisitivo de europeos y estadounidenses en las últimas tres décadas, lo cual se combinó con una mayor flexibilización de las jornadas laborales en las principales potencias económicas internacionales, lo que permitió a millones de personas dedicar más tiempo al ocio y a vacaciones en el exterior.

En otro orden, las tasas de interés internacionales excepcionalmente bajas desde inicios de siglo sirvieron de estímulo al sector construcción, con lo cual se llenaron las ciudades del país de torres de apartamentos y edificios comerciales.

Estos tres sectores, manufactura, turismo y construcción han sido de especial importancia para el desarrollo dominicano reciente porque tienen dos características esenciales. En primer lugar, son intensivos en mano de obra, por lo que su dinamismo produjo una importante creación de empleos para una población dominicana en la que la mayoría de las personas estaban en edad de trabajar, lo que se conoce técnicamente como “bono demográfico”.

En segundo lugar, estas actividades tienen un efecto multiplicador porque sus procesos productivos demandan una amplia variedad de bienes y servicios locales, algo que los economistas llaman "encadenamientos productivos".

Por ejemplo, en el caso del turismo, cada turista que se hospeda en un hotel gasta más de mil dólares en comida, bebida y entretenimiento dominicanos. En lo relativo a la construcción, cada vez que se construye un edificio o una escuela, no solo se utilizan materiales locales de construcción, como cemento, varillas y pintura, sino que hasta los colmados y lugares de comida de la zona se benefician de la alta cantidad de trabajadores que consumen durante sus horarios de descanso.

No obstante, atribuir exclusivamente el éxito económico de las últimas décadas a un entorno internacional favorable sería simplista. Por algo la República Dominicana fue durante décadas el país de mayor crecimiento de su economía en toda la región latinoamericana, y es que, al parecer, algo hicimos bien o al menos algo hicimos mejor que nuestros pares latinoamericanos. La República Dominicana ha demostrado una estabilidad política y económica envidiable, donde los cambios de partido de gobierno se han producido de forma pacífica y en ningún caso han generado diferencias significativas en la política macroeconómica, algo muy valorado por los inversionistas nacionales e internacionales.

Adicionalmente, el efectivo diálogo público privado ha sido clave en la búsqueda de consensos para enfrentar los obstáculos que han surgido en el camino, siendo posiblemente la pandemia del COVID-19 el mejor ejemplo de todo lo que se puede lograr cuando los distintos sectores de la sociedad trabajan unidos en una causa común.

Sin embargo, es justamente el entorno internacional el que traerá más desafíos que oportunidades en el mediano y largo plazo. De hecho, los sectores anteriormente mencionados (manufactura, construcción y turismo) son los que tienen mayores riesgos de ser negativamente afectados.

La era de las bajas tasas de interés parece haber llegado a su fin; la inteligencia artificial y la automatización amenazan con eliminar empleos donde las tareas son manuales e intelectuales son rutinarias; mientras que el cambio climático representa una amenaza para el turismo dominicano.

Para enfrentar exitosamente estos desafíos estamos obligados a reinventarnos y construir una mejor versión de nosotros mismos, pero todo esto requerirá esfuerzo, sacrificio y salir de nuestra zona de confort. Como dice una conocida canción, “arriesgar de una vez lo que soy por lo que puedo ser”. De estas decisiones difíciles tratará el próximo artículo. Por: juan Ariel Jiménez [Listín Diario]