República Dominicana, aparte de sus virtudes y nobleza, es también la tierra de la envidia, el egoísmo y los destierros internos para quien tenga talento

0
704

Es muy cierto, que como isleños, las murmuraciones, el chisme, el infundio tergiversado y las mentiras más groseras sobre el proceder y comportamiento de quienes se destacan por tener una conducta decente y como fruto de mucha educación de hogar, los dominicanos no escapamos a semejante sino.

Al contrario, parecería, que impulsado por las desmedidas ambiciones pequeño burguesas, la peor parte del alma nacional está representada en  esa falsa integridad de quien entiende, que ante el talento, la probidad, la decencia y la honradez, hay que apresurarse a llenarlas de descalificaciones de la peor especie y sin importar, que a quien se perjudique, el estigma social, la persecución política o profesional se constituya en la parte obligada para quienes por su conducta, escapan a toda posibilidad de que se les entienda mediocres, mientras tantos otros, que abrazan la corrupción como forma de vida, son los espejos rotos que conforman la nueva sociedad burguesa.

De esta manera y años vienen y años van e igual generaciones, nadie que es víctima de semejante ponzoña y dardo de la envidia más cruel, puede sustraerse a tan abusivo estigma y el que y paradójicamente, por el aumento de los mass media y su impulso mayor, las redes sociales, tienen y disponen de mecanismos de contrapeso que les salvan de ser vilipendiados sin posibilidad de defenderse.

Ahora bien, si bien es cierto, que hoy día, el mal citado se personifica a más y se agranda, no lo es menos, que sus víctimas, tienen mejor espacio para defender su verdad y sus herederos, mecanismos de respuestas y como testimonio cierto, que al final coloca en el fiel de la balanza, la imagen correcta de quien es o ha sido víctima de aquellos mediocres y quienes por envidia, son capaces de todo en la descalificación y el lodo amoral y para pretender dañar la reputación limpia, de aquellos que en todos los aspectos de su vida personal y dentro de  la vida nacional y desde sus áreas propias de desenvolvimiento y trabajo, se destacan y muy por encima de los demás.

Plantear, que debería hacerse una cruzada moral para enfrentar semejantes inconductas tan innobles, sería no conocer la naturaleza intrínsecamente pecaminosa del ser humano, pero si en cambio, se procura plantar la semilla moral para un cambio de actitud posterior y paulatino, sin duda que se trataría de un accionar de riesgo, pero posible y si se lograra que una mayor cantidad de personas entendieran, que semejante inversión de valores morales pudiera ser disminuida o mucho mejor, comenzándose a erradicar.

Por ejemplo, quien escribe, nunca ha podido olvidar aquella experiencia suya para los años sesenta del siglo pasado y viviendo en Nueva York como estudiante privilegiado y por provenir de un hogar formado por un comerciante probo, honrado, honesto y decente y una madre llena de virtudes morales de bien, al momento de toparse con la maldad personificada en tantos dominicanos inmigrantes, quienes de ellos, algunos se habían especializado en denunciar a compatriotas suyos que no fueran residentes legales y a cambio, de que en el departamento de Migración de la urbe, les pagara 50 dólares por delación y lo que hizo, que por casualidad, un oficial migratorio que era su compañero de aula universitaria, le hiciera saber, que “los dominicanos son los únicos inmigrantes que denuncian a los suyos y siempre por una suma de dinero”.

Conocer aquello y comprobarlo luego, fue suficiente para que cuando años después de retorno a la patria, conoció en carne propia los dardos de la envidia y el egoísmo. Mala práctica que en líneas generales le acompañó y en la medida, que dentro del ámbito profesional en el que se ha desenvuelto y tanto en el periodismo, la abogacía o el notariado público en los últimos 50 años, ha sido un calvario de muchas caídas y recuperarse y no ceder y sí saber levantarse y gracias al talento que Dios le dio.

Tenemos entonces, que parecería, que, por primera vez en todos estos años, debemos referirnos a semejante experiencia personal y al ver cuántos otros y en las mismas áreas profesionales como en la política y en funciones de gobierno o de empresas, hemos comprobado su materialización, que entendamos, que aun cuando fuere por una vez, debemos dar nuestro testimonio respecto a una mala práctica que creemos es lo peor del alma dominicana.

Solo hay que ver el comportamiento de caníbales de tantos pequeños burgueses desesperados por escalar social y monetariamente y sin importarles que perversidad o inconducta deben realizar y para darnos cuenta, que como nunca, las generaciones de ahora e incluyendo las nuevas desde hace 17 años, han mantenido y en gran mayoría, la misma impronta amoral y con tal de ascender y sin importar cómo.

Así se tiene la llegada de sorpresa de un nuevo gobierno, que, por el desánimo, cierta frustración y el odio hacia quienes ejercían el poder por parte de la ciudadanía y en particular la clase media, pudo llegar y constituyéndose en nueva autoridad a partir de agosto de 2020. Y el que constituido y discúlpesenos la expresión, por esa carroña humana que ha sabido medrar a la sombra del poder, antes y ahora, parecería que este gobierno entiende, que a las personas decentes y con capacidad propia hay que acorralarlas o perseguirlas y si es medio de comunicación propiedad de periodista independiente a todos los poderes públicos o privados, hacer lo imposible por su extinción.

Al menos, es lo que se entiende, al escuchar a los más endemoniados agentes gubernamentales o alabarderos mediáticos al servicio del nuevo poder y para sorpresa, viendo que, en líneas generales, el nuevo gobierno y su presidente, no reparan en el hecho de que para todo poder, siempre es importante y saludable políticamente el disponer de voces y áreas que funcionen como contrapeso frente a esa prensa amarilla y mercancía, que nada respeta y que todo quiere.

Aplicada semejante forma, es imposible no notar, que el gobierno del joven presidente Luis Abinader, se está desenvolviendo y desde el punto de vista periodístico y de cara a formar opinión pública y que es una verdadera lástima, sobre todo, cuando a ese presidente y a su gobierno, la Constitución de la República, le garantiza una sola reelección al final de su periodo en el 2024 y quien por lo tanto, está obligado a ganar amigos y colaboradores y no francotiradores ocultos quienes como en una feria de barrio, disparan a lo que primero se mueva o les llame la atención.

Teniendo pues todo lo ya señalado muy presente y como auténtica voz independiente de opinión, discúlpesenos la inmodestia, traemos a colación, una realidad surrealista que quizás no pocos conozcan, que República Dominicana, aparte de sus virtudes y nobleza, es también la tierra de la envidia, el egoísmo y los destierros internos para quien tenga talento. (DAG).