Rusia se sume en un debate encarnizado sobre el uso de armas nucleares en Ucrania

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La espada de Damocles del Armagedón nuclear pende de una forma cada vez más endiablada sobre Ucrania. “Cuando hace dos años dije aquí que me preocupaba que el río Colorado se secara, todo el mundo me miró como si estuviera loco. Me miraron como cuando dije que me preocupaba que Putin utilizara armas nucleares tácticas”. La amenaza “es real”, advirtió de nuevo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una reunión con un reducido grupo de donantes para su campaña a la reelección de 2024.

La analista Hanna Notte, experta en política exterior y de seguridad de Rusia, coincide: “No creo haber visto nunca a la comunidad estratégica rusa enzarzarse en un debate público tan intenso sobre el uso de la bomba nuclear como en la última semana”.

Los pronunciamientos de analistas militares, estrategas de política exterior y oficiales rusos sobre un hipotético ataque “preventivo” con armas nucleares en Ucrania han proliferado desde que el presidente del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, Serguéi Karaganov, esbozara esa posibilidad en un artículo publicado en las páginas de la revista rusa Global Affairs que retumbó en Washington y en las cancillerías europeas.

“El enemigo debe saber que estamos dispuestos a lanzar un ataque preventivo en represalia por todos sus actos de agresión actuales y pasados, con el fin de evitar un deslizamiento hacia una guerra termonuclear global”, escribió Karaganov, un antiguo asesor del presidente ruso Vladimir Putin que mantiene buenas conexiones en el Kremlin. En el texto, el exconsejero define a la bomba atómica como un “arma del Armagedón” entregada por Dios a la humanidad “para recordar a quienes habían perdido el miedo al infierno que este existía”.

Dmitri Trenin, un destacado politólogo ruso, reconoció en otro artículo publicado en Global Affairs que las armas nucleares han estado “sobre la mesa” de la política rusa desde el inicio de la invasión de Ucrania. Aunque, según este analista, solo como un medio para evitar que Estados Unidos y sus aliados se vieran arrastrados al conflicto. Una estrategia que, razonaba Trenin, había fracasado, por lo que quedaba claro que “la disuasión nuclear, en la que muchos en Moscú confiaban como una herramienta creíble para asegurar los intereses vitales del país, ha demostrado ser mucho más limitada”.

Trenin coincidía con Karaganov en que la OTAN había llevado a cabo “una escalada sigilosa” en Ucrania, pero el analista militar, expulsado de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional de Moscú por su apoyo a la invasión, garantizaba que las armas nucleares quedaban fuera de la ecuación: “La conclusión práctica es clara: no hay por qué temer una reacción rusa”. En otro giro de guion, sin embargo, el autor matizaba que la posibilidad del uso de armas nucleares en el conflicto actual no debía ocultarse: “Esta perspectiva real, no solo teórica, debería ser un incentivo para limitar y detener la escalada de la guerra y, en última instancia, allanar el camino hacia un equilibrio estratégico satisfactorio en Europa”.

Otros perfiles, como el experto en seguridad y desarme Alexei Arbatov, el antropólogo Konstantin Bogdanov o el investigador Dmitry Stefanovich, se mostraron mucho más críticos con los postulados de Karaganov. En un ensayo publicado en el periódico ruso Kommersant, titulado “La guerra nuclear no es una buena forma de resolver los problemas”, los tres denunciaban que “la idea de que el uso de armas nucleares puede detener la escalada y resolver problemas estratégicos en los que los medios militares convencionales han fracasado es extremadamente dudosa y, muy probablemente, errónea”, e insistían en que “las ruinas radiactivas a las que muy probablemente conduciría jugar a la ‘ruleta nuclear’ son la peor base para un futuro brillante. Los aficionados a las ideas sensacionalistas y a las apuestas peligrosas harían bien en recordarlo”.

Con todo, Karaganov no es el único halcón del Kremlin que plantea públicamente la intención de lanzar un ataque preventivo sobre Ucrania. Fiódor Lukianov agradeció al asesor el hecho de haber expuesto “su postura de forma tan directa”. Para este periodista, otro de los abonados a la línea dura, “fruncir el ceño santurronamente ante la mera idea de utilizarlas [las armas nucleares] es una actitud de avestruz”. Karaganov había expresado un sentir que recorre desde hace meses los círculos de poder en Moscú.

“Una cosa que no se puede discutir es que el riesgo de guerra nuclear es hoy mayor que en cualquier otro momento desde principios de los años sesenta”, recordó Lukianov. En este escenario, cobra importancia la posición de Putin. El presidente ruso se pronunció sobre este tema en público la semana pasada, en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, desde donde confirmó que habían llegado a su aliada Bielorrusia las primeras cabezas nucleares tácticas.

“Las armas nucleares se han fabricado para garantizar nuestra seguridad en el sentido más amplio de la palabra y la existencia del Estado ruso, pero nosotros… no tenemos esa necesidad [de usarlas]”, aseguró Putin. “Solo hablar de esto [del posible uso de armas nucleares] rebaja el umbral nuclear. Tenemos más que los países de la OTAN y quieren reducir nuestro número. Que se jodan”. Por: Alvaro Escalonilla [La Razón]