Saludable actitud personal de aceptación de la opinión contraria, que debería obligar al PRM a dejar de ser intolerante

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Es reconfortante observar y comprobar, que pese a las opiniones radicales y sectarias de tantos de los suyos, quienes no aceptan, que los discursos presidenciales así como las políticas  que impulsa el presidente Luis Abinader, pudieran ser cuestionadas y no solo por la oposición sino por cuanta voz disidente pueda presentarse dentro de la sociedad civil como dentro de las fuerzas vivas y también a contrapelo de lo que en materia de lisonjas expresa el aparato de propaganda oficial, que en cambio, sea el mismo presidente el que se empeña en aceptar las opiniones contrarias al discurso oficial y también lo importante, de invitarlas a que formulen las propuestas de lugar y en procura de que el gobierno marche mejor.

En este sentido, no podemos menos que reconocer el espíritu abierto de tolerancia y respeto a las opiniones de los demás, que indudablemente el mismo presidente es el primero en promover y aun cuando los más fanáticos de sus seguidores no acepten para nada que el gobierno no es solo para los perremeístas y sí de todos los dominicanos, por lo que en este ámbito y para nada, hay que recalcarlo, no se debe ni se puede permitir que la intransigencia oficial pueda imponerse y con ello afectar la funcionabilidad y dinámica de nuestra democracia.

Ahora mismo y esto es real, de cada cien dominicanos, no menos de setenta, no están de acuerdo con las políticas oficiales y ni hablar de lo que se entiende torpe accionar en materia de revitalización de la economía para los ciudadanos de a pie como de clase media y que es un segmento poblacional que ciertamente está experimentando un retroceso descomunal en materia de calidad y nivel de vida.

Desde luego, tampoco es que se pueda ignorar los grandes retos que este gobierno debió enfrentar inmediatamente llegó al poder en materia de la continuidad de la pandemia y la sensible disminución de ingresos y perdidas de empleos para cerca de un millón de dominicanos, pero también es muy cierto, que al Abinader llegar al poder el 16 de agosto de 2020, encontró las arcas del Estado llenas y con un aumento de más de un 15 por ciento sobre el estimado recaudatorio y lo más promisorio, que las políticas heredadas y con solo implementarlas, le darían continuidad y firmeza a las nuevas autoridades.

Aún así, el PRM llegó al poder bajo el entendido de imponer una especie de política de tierra arrasada, golpear a diestra y a la siniestra, revisar las cargas fijas y cancelar a cerca de 100 mil servidores públicos, en tanto como medida de agresión y extorsión y con el pretexto de que había que “buscar dinero para enfrentar la pandemia”, la emprendió salvajemente contra periodistas y medios y sobre todo medios de periodistas y programas de radio y televisión de todos estos e imponiendo la más brutal política de represión publicitaria que se hubiese podido suponer.

Solo hay que comprobar que, en este país, los únicos medios de comunicación y de información de masas que no han experimentado el acoso y la represión oficial, son todos los medios tradicionales propiedad de los barones mediáticos y los electrónicos propiedad de los propagandistas oficiales que tomaron como base la Plaza de la Bandera como etiqueta representativa del nuevo poder que pretendía ganar las elecciones del referido año y quienes tan pronto llegaron al poder, la han emprendido contra las voces mediáticas, que a su modo de ver, “no se comportan con el debido apoyo al gobierno del PRM”.

Y en esa estamos, desde el PRM, hasta ahora no se ha visto el menor indicador, ese que signifique, que la autoridad acepta que una parte de la prensa sea disidente o critica y de ahí que se observe también y con preocupación, como las grandes cabeceras periodísticas escritas y muchas veces descaradamente, se conforman como especie de cartel secreto de respuesta rápida en contra de la prensa libre o que sea contestataria al régimen y lo que juiciosamente, no debería de ser.

Se suponía y esto es bueno recordarlo, que, si Abinader llegaba al poder presidencial y siendo parte de una generación política nueva, nadie experimentaría ningún tipo de reacción represiva o sutilmente hiriente, porque en tiempos de campaña electoral otros medios y otros periodistas, entendieron que podían apoyar otros candidatos y otras banderías políticas.

Sin embargo, lo que se temía sucedió y de ahí, por lo que de pronto, no sean ni una ni dos las personas que han empezado a reevaluar la probabilidad constitucional reeleccionista que tiene a su favor el presidente Abinader y al punto, de que ya el aumento de los descontentos, es un claro indicador de los tantos ciudadanos que entienden, que gratuitamente el PRM los agrede, acorrala o estigmatiza y que por lo tanto, de persistir las agresiones, llegue el momento de que muchos le den la espalda al presidente.

A diferencia de otras opiniones y otros medios, entendemos, que todavía hay que seguir dándole el beneficio de la duda al mismo Abinader, de suerte que el propio mandatario se de cuenta, de que no es verdad que son más quienes les adversan que quienes les apoyan dentro de la atrapada opinión pública y lo que nos hace alentar cierto optimismo, al enterarnos de su respuesta de esta mañana a  los planteamientos del opositor Fuerza del Pueblo y que justamente es lo que se espera de un gobernante tolerante de la disidencia y apoyador y defensor de la opinión libre.

Y lo que debe plantearse, toda vez que se están transitando tiempos, política y económicamente difíciles y nada lisonjeros para la viabilidad positiva de la economía, influenciada a más, por las fuertes contradicciones y cierto afán guerrerista dentro de la política internacional y que es una situación, que solo por prudencia, debería abocar a quien sea gobierno, a disminuir lo más posible las animosidades de sus propios seguidores, así como las inquietudes, de una población que todavía no sabe a ciencia cierta que es lo que a los dominicanos nos deparará el futuro inmediato con el desarrollo de una guerra de exterminio y que empujada por las grandes potencias mundiales, no ofrece ninguna probabilidad de que las naciones no beligerantes pudieran salir indemnes.

De este modo y entendiendo estas razones, que invoquemos lo necesario, de que, a nivel interno, el presidente Abinader procure llevar sosiego y esperanza a la población, aquiete a los más rebeldes dentro de los suyos y empiece hacer ver, que su gobierno es de todos los dominicanos y no solo de los perremeístas y que esta mañana dejó entrever con su saludable actitud personal de aceptación de la opinión contraria, que debería obligar al PRM, a dejar de ser intolerante. (DAG)