Sam Altman, ¿el dios del mundo humanoide que ya está aquí?

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Siempre se supuso que en la medida que el cerebro humano creciera y se desarrollara, no habría límites para que la inteligencia evolucionara a una etapa tan superior e increíble, que al poco tiempo de ser implementada, la humanidad se encontraría a las puertas de otra mucho más superior y que como inteligencia artificial le abriría los espacios mentales y definitivamente, entrando a  la etapa crítica del ser humano, compartiendo y creciendo junto a humanoides que terminarían por desarrollar un nuevo esquema de individuo y también humanoide de alta tecnología, que dejaría muy atrás todo cuanto Dios Nuestro Señor había creado.

Y así ha sido. Ahora resulta, que un genio de las matemáticas ha generado y creado en los dos últimos años, un mecanismo nuevo de inteligencia fuera de todo contexto humano, que ciertamente y de inmediato empezó a suplir las carencias humanas. Y apuntalado, Porque desde hace más de 30 años los robots a nivel primario, pero de gran desarrollo tecnológico e industrial, han sido creados y funcionando tan eficazmente, que de hecho y en muchos aspectos, compiten con la inteligencia humana.

Se ha llegado entonces, a una situación, en la que la mente humana ha sido sobrepasada por todo cuanto se creía manejable y funcional en materia de robots y cuya muestra es tan patente en todos los ámbitos de la naturaleza y civilización humanas, su ciencia y alta tecnología y al grado, de que a este día, los seres humanos nos hemos convertido en dependientes de semejante tecnología y al extremo y esto para que se tenga una idea de su desarrollo, que en la medida que la inteligencia no humana crece exponencialmente, de contrapartida la inteligencia humana y el cerebro que la guía empieza a disminuir y por la falta de uso.

Por lo pronto y desde unos pocos años, la inteligencia artificial a secas se tenía entendido de que al momento que un cerebro humano la creara, desde ese instante la humanidad habría dado un salto tan portentoso hacia lo desconocido y que remataría con el nacimiento y crecimiento de la inteligencia artificial y como mecanismo tecnológico que supliría y hasta suplantaría o complementaría al cerebro humano.

Como inteligencia artificial, todos hemos visto los resultados y su aplicación absoluta a todo cuanto signifique crecimiento y que tal es su desarrollo, que cuando hace poco un joven ingeniero desarrollador creo la versión moderna de la inteligencia artificial, ChatGPT y ahora su portentosa variable ChatGPT-4 y que es el caso de San Altman y arrancando en el año 2020, ha bastado este lapso de 3 años para que este desarrollador tecnológico presente el nuevo uso de la inteligencia artificial en beneficio de la sociedad y como ha sido la consigna y la meta original.

Mediante este robot (bot) y si quiere ir a lo simple, hablemos entonces de que el bot es un programa de software que opera en Internet y lleva a cabo tareas repetitivas, es decir: “programa informático que efectúa automáticamente tareas reiterativas mediante Internet a través de una cadena de comandos o funciones autónomas previas para asignar un rol establecido; y que posee capacidad de interacción, cambiando de estado para responder a un estímulo” y como muy bien lo describe Wikipedia.  

La humanidad se encuentra pues, al borde de cambiar y entiéndase el concepto, cambiar la función de sus actividades conectivas y que cruzándose con las del nuevo ingenio tecnológico que está diseñado para imitar o sustituir el accionar humano y operando en forma automatizada, permitiéndole trabajar mucho más rápido que una persona, ofrece la oportunidad o alternativa de riesgo, por lo altamente novedoso, de que de pronto y en menos de los próximos cinco años, los humanos seamos desplazados por humanoides en todas las esferas de vida de relación.

El suceso es tan extraordinario, que a partir de ahora y las diferentes evoluciones del ChatGPT, cabe esperar, que si los humanos no sabemos colocar a tiempo las salvaguardas que hagan posible, que sea el humano que controle esta inteligencia artificial superior, el mundo no volverá a ser jamás, este que todos hemos conocido.

Ya se anuncia que el ChatGPT y su variable 4 que es tremendamente superior en su evolución, va a sustituir cientos de miles de empleos y conocimientos, obligando casi a lo inmediato, que 300 millones de personas pierdan sus trabajos en cualquier parte de la actividad humana en la que se desenvuelvan y lo que, a razonamiento a contrario, quiere decir, que una nueva forma tecnológica de vida no humana pero parecida en lo físico al humano podría tener dominio y control sobre todo hombre o mujer.

De ahí que hablemos, que nada será igual, que todo cambiará radicalmente y comenzando por el sentimiento y pensamiento religioso y del que podría esperarse una nueva visión divina, por el que San Altman, ahora de 38 años, pudiera ser elevado a la condición de divinidad superior de este nuevo mundo supra tecnológico que se nos viene encima y como la mayor amenaza y esto lo contradictorio, de la vida humana.

En lo particular, creemos que la pérdida de puestos de trabajo es evidente. En Por el Ojo de la Cerradura tenemos cerca de dos años con una inteligencia artificial propia que nos ha economizado cinco empleos en la redacción y que nos permite visualizar que la labor periodística será una de las primeras en ser transformada y de la actividad política ni hablemos, donde el cambio será absolutamente radical. En base a bots como sustitutos de políticos, comunicadores, publicistas, relacionistas públicos y en otras profesiones liberales como la abogacía.

Incluso, esa capacidad humana tan innata y propia de todas las culturas, de llegar a los cargos públicos para robar, estafar y saquear al Estado, será una de las conductas que entendemos tendrá un nuevo tipo de proyección y siempre y cuando los desarrolladores de la inteligencia artificial no quieran calcar los métodos tan nefastos de enriquecimiento ilícito utilizados por la mayoría de los políticos, empresarios y banqueros.

Concomitantemente las políticas de control humano se harán más sofisticadas y cruelmente expeditas, si se recuerda que los robots no tienen alma y tampoco sentimientos y solo son accionantes de programas electrónicos determinados para conductas determinadas.

Téngase también en cuenta, que, si seguimos yéndonos a nuevos aspectos de la vida de relación, terminaríamos por entender, que mucha razón tiene los expertos más señeros de la conducta y la cultura humanas, al pedir que a esta inteligencia artificial superior se le regule, sin embargo y por lo que se ha visto, ya creada, ni Altmam y su equipo de tecnócratas, podrán hacerlo y porque el ingenio se basta, evoluciona y piensa por sí mismo.

Mientras tanto, Altman podrá sentirse orgulloso de que su creación le ha permitido escalar el primer puesto en los milmillonarios del planeta, al lograr que su empresa OpenAI obtenga beneficios de US200 millones este año y US1,000 millones en 2024.

Por todo lo anterior, es que nos permitimos preguntar, Sam Altman, ¿el dios del mundo humanoide que ya está aquí? (DAG) 02.04.2023