¿Será posible que la trivialidad de orgullos heridos por incomprensiones artificiosas está llevando a dos países casi a comportarse como enemigos irreconciliables?

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Todos los dominicanos y prácticamente desde que tenemos uso de razón, siempre se nos cantaletea que Haití es un vecino al que no podemos confiar, en tanto del otro lado de la isla, a sus hijos, igual se les inculca al llegar al uso de razón, que los dominicanos “nos quitaron la isla” y en base a tales mentiras, crecemos y prácticamente casi ni tolerándonos y cuando ocurre la primera animosidad, las pasiones estallan y casi de súbito, es poco para irse a las manos.

Sin embargo, las rivalidades existentes, las propias de países fronterizos y el estado de necesidad, de que compartimos una misma isla, obliga a que todos y aun cuando apenas sacamos los dientes en mueca nada sincera y francamente hostil, hasta ahora han impedido y por el imperioso estado de necesidad que de una u otra forma nos obliga a entendernos, a tratarnos y relacionarnos y en lo más parecido a una conducta común de aprender a saber tolerarnos.

Lo grave, es que todos estos desencuentros son hijos de los resabios y resentimientos de historiadores de ambas naciones y cada uno tratando de distorsionar la realidad histórica y con el secreto deseo, de que algún día los dos pueblos se despedacen entre sí.

De esta manera y en estos tiempos, los grupos mediáticos binacionales se encargarán de hacer el resto para que la enemistad cunda, al tiempo que los políticos avivan los peores sentimientos y malquerencias entre una que otra nación y de esa suerte llegamos al punto de ahora, que por una trivialidad, la construcción de un conducto por donde agua de un río común sea utilizada para generar un trasvase que facilite a Haití recibir de ese río el agua que necesita y que depositado en una especie de mini embalse todavía a construir, para que predios de vocación agrícola vuelvan a producir.

Desde el primer momento que la nueva animosidad se presentara, advertimos que era necesario conciliar puntos comunes y negociar sobre aquellos otros que aparentaran que no era posible conciliación alguna.

No se nos escuchó y hasta que de parte dominicana se dio la equivocada visión de que los vecinos se burlaban y que a jura de Dios querían “robarse nuestra agua”, en realidad, se trataba de un asunto de negocios y ante el hecho de que comerciantes del país vecino no entendían porque los dominicanos nos oponíamos a la pretensión.

Del lado dominicano, las emociones estaban a flor de piel, la histeria empezaba a cundir y las redes sociales hicieron su infame papel de distorsionarlo todo y tanto, que cuando hace menos de treinta días técnicos y negociadores se reunieron en nuestra cancillería para conciliar intereses, el avivamiento hostil de la prensa de los dos países terminó con toda probabilidad, a ese momento, de llegar a acuerdos pragmáticos como posibles.

Y ahí ocurrió la sorprendente explosión emocional de nuestro presidente, quien aparentemente y sin sopesar debidamente todas las implicaciones, decidió unilateralmente boicotear la reunión de la mesa técnica binacional, cerrar las negociaciones, imponer una prohibición migratoria a ciudadanos haitianos cerrando la frontera común y lo más desacertado, enviar tropas en zafarrancho de combate a la frontera.

Se ha caído entonces y de esta manera, en un paso engañoso, que una construcción trivial y apresurada para mortificar y hecha en territorio haitiano para aprovechar los dos kilómetros que el río Masacre entra en territorio vecino, fue suficiente para que la falta de sentido común y las peores pasiones estallaran y generando a peor la más terrible explosión de nacionalismos fuera de tiempo y lo que hasta este día nos está llevando prácticamente, a que dominicanos y haitianos se comporten  tal como estaba establecido por los historiadores que quieren a las dos naciones destruidas.

Entendemos la posición del presidente Luis Abinader. En lo personal, debe sentirse frustrado y al ver que sus insistentes pedidos a la comunidad internacional de ir en ayuda de Haití para restablecer el orden civil bajo control del Estado, el primero que le desaíra es el gobierno provisional del primer ministro, Ariel Henry.

Lógico entonces que Abinader reaccionara como lo hizo, al fin y al cabo, es el presidente de la República y su obligación constitucional principal es preservar el territorio nacional y su soberanía.

Pero lamentablemente nuestro presidente dio un paso en falso, pues si hubiese estudiado el trayecto del referido canal de transvase, debió de darse cuenta, que se construye sobre territorio haitiano y que la parte del río para el propósito de irrigación de tierras que se persigue, para nada afecta el curso del rio en territorio dominicano. Sencillamente, lo que procedía era conciliar puntos y ver el asunto con absoluta objetividad.

Así como el presidente, millones de dominicanos perdieron la perspectiva y no entendieron que se trataba de un asunto de otra nación, que lo único que había que cuidar era el no daño a las aguas de los dos países y más al nuestro, por ser esta nación, en la que nacen más del 80 por ciento de todos los ríos y arroyos que sirven a la isla entera.

Bien y como los ánimos están a flor de piel, entonces los dominicanos rescatamos el cerrado canal La Vigía que se encuentra aguas arriba en el mismo río y que tampoco afecta a Haití, aunque a los vecinos, eso es lo que sus mass media les hacen creer y que, de seguro, al momento que los ánimos se sosieguen, parte y parte se darán cuenta de los errores de perspectivas que han estado cometiendo.

Ya el afán de irse a las manos está servido y como niños, muchos ciudadanos de los dos países hacen lo posible por herirse y decirse cosas que luego tendrán que arrepentirse y ni hablar de los dos gobiernos, cuyos gobernantes, hasta ahora, no hacen nada para disminuir las tensiones desatadas y buscar un punto común de avenencia.

Abinader dispone una situación menos tensa para facilitar el intercambio comercial fronterizo y del otro lado responden con un yo no voy a comprar nada y se cierran a cal y canto. ¿Es necesario llegar a esto?, entendemos que no, lamentablemente, los intereses económicos en juego hacen su parte, unos para sustituir las importaciones dominicanas y lo que no es delito y otros, por tensar más la situación.

En el medio, casi tres millones de personas rayanas, es decir, que viven en la frontera, son víctimas de los manejos insensatos de políticos y periodistas, medios de comunicación, redes sociales y comerciantes de los dos países. Otros muchos y en las dos naciones, creemos que ya es hora de frenar la escalada de violencia mutua y que tanto Abinader como Henry, deben y tienen que conversar y llegar a acuerdos razonables para beneficio de las dos naciones.

Finalmente, un detalle y esto para Abinader. Es posible, que despertar el falso nacionalismo le reditúe un aumento de su popularidad de cara a las elecciones de mayo de 2024, pero también observe, que los principales lideres opositores y en particular el expresidente que motorizó la enorme ayuda dominicana cuando el terremoto de 2010, están ganando terreno y en base a colocarle como un presidente emocional que no sabe tomar decisiones fríamente.

Igualmente, y en lo que respecta a Henry, usted como médico cirujano, es lo suficientemente frío para ver sin apasionamiento que muchos a su alrededor puedan morir por el desastre de política inamistosa que está presentando hacia esta nación. También usted habrá pensado, que su gobierno provisional podría consolidarse si desata el fanatismo nacionalista de haitianos de sentimiento anti dominicano. Sin embargo y si piensa de este modo, usted estaría equivocado y al borde de un empujón para perder el poder, pues el “efecto dominicano” en la política haitiana y para bien o para mal, es ampliamente conocido.

Hoy y en la OEA, habrá una reunión del Consejo Permanente a instancias dominicanas. ¿Por qué ambos gobernantes no aceptan allí el compromiso de negociar y aceptar a la secretaria general del organismo como un amable componedor y suspender las iniciativas de malquerencias que han sido desatadas? Al fin y al cabo, lo que está en juego en la paz entre las dos naciones y que es lo que debe importar.

En resumidas cuentas, concluimos preguntando: ¿Será posible que la trivialidad de orgullos heridos por incomprensiones artificiosas está llevando a dos países casi a comportarse como enemigos irreconciliables? Con Dios. (DAG) 12.10.2023