Si vemos los hechos dentro de una perspectiva razonable y pragmática y querámoslo o no, Haití y de improviso, es el peor peligro para la seguridad nacional y a lo que hay que buscarle solución

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No es un asunto que haya que verlo desde la necia perspectiva del racismo o del antihaitianismo, sino que sencillamente, al haberse convertido la República de Haití en un estado realmente fallido y en el que 20 bandas de delincuentes, por lo menos, controlan todo Puerto Príncipe, que necesariamente los dominicanos debamos y ya mismo, darle prioridad a una situación que en cualquier momento podría desbordarse y hasta obligarnos a actuar con un conjunto militar actuando como fuerza internacional de paz.

Y lo que debe de hacerse, no solo porque se trata de un asunto prioritario para nuestra seguridad nacional como Estado soberano e independiente, sino porque en lo comercial, la economía del país transfronterizo es tan importante para nuestro propio crecimiento económico, que Haití es nuestro primer socio comercial en el Caribe y el segundo en el mundo.

Por lo tanto, se está ante un escenario de anarquía pura, que obliga a que el Estado Dominicano se interese en ver que es lo que a través de su gobierno pudiera aportar para tratar de que allí exista un clima menos distorsionado y violento que el actual y en particular, cuando aquí, todavía hay reductos de sectores minoritarios que se dicen “nacionalistas” y quienes apoyados por determinados medios escritos y electrónicos, mantienen y poco que mucho, un constante e irresponsable bombardeo desinformativo y con el solo propósito de intranquilizar a la ciudadanía y haciendo creer, que realmente Haití fuera nuestro gran enemigo y lo que rotundamente no es cierto.

Solo hay que ver, que al cumplirse recién un nuevo aniversario de la Restauración de la República y si este y otros medios entre digitales y análogos no nos hubiésemos esforzado en hacer ver que la guerra patria de la Restauración fue librada contra España y no contra Haití, los sectores mediáticos más extremistas y la comparsa de grupos de vociferantes ultranacionalistas que fracasaron totalmente en su pasada “marcha patriótica”, todavía estarían pregonando lo falso, de que la Restauración fue la guerra contra el país transfronterizo y lo que nunca fue así, toda vez que Haití y con el presidente y general, Guillaume Fabre Nicolas Geffrard a la cabeza, fue un aliado valioso aunque silente, de los dominicanos que se levantaron contra España.

Sin embargo, esa realidad histórica imposible de modificar, los fanáticos del Instituto Duartiano quisieran que no existiera y que, al contrario, desde nuestro país hubiese un espíritu guerrerista permanente contra nuestro primer socio comercial en el Caribe y el segundo en el mundo.

Mientras tanto y de buenas a primeras, a la par que las 20 pandillas refuerzan su control de la capital haitiana y sus lazos internos con el nivel medio del gobierno del primer ministro Ariel Henry, todavía nadie quiere esclarecer allí el terrible asesinato del presidente Jovenel Moïse el 07 de julio de 2021, que por lo que sabemos y desde el primer día expresamos, que antes que nada, el mismo era producto de empresarios haitianos de origen árabe y turco o más bien de antecedentes otomanos y quienes a su vez tenían inversiones y aliados comerciales en la capital dominicana.

Y como el Diablo no descansa en procura de que la paz no reine en el país transfronterizo, ahora viene el ministro y ex canciller Claude Joseph, quien precisamente no se caracteriza por tener simpatías hacia los dominicanos, a llamar a un estado de sublevación general contra el gobierno provisional del médico Henry y a quien acusa de todo lo peor que está ocurriendo y que de materializarse, provocaría una muy seria situación, en principio de inestabilidad general y la que a corto plazo podría experimentarse del lado Oriental de la frontera binacional.

Obsérvese, que el primer ministro Henry, acosado por todos lados y solo contando con apoyos internacionales reducidos pero significativos y entre los gobiernos dominicano y estadounidense y uno que otro en el área caribeña, trata a como dé lugar por paliar el día a día, mientras su mayor preocupación es mantener el flujo del comercio y la industria y ni hablar de la fuente de abastecimientos para su pueblo, que es el comercio con República Dominicana.

Aun así, parecería que ese apoyo no es suficiente, salvo que en la medida que el proceso de gobernabilidad queda afectado ruidosamente y la comunidad internacional entienda que ha llegado el momento, de mantener a Henry o intervenir militarmente e imponer una paz militarizada y con frentes abiertos para erradicar las pandillas, al tiempo que dentro de un espíritu de ley marcial, el poder extranjero también imponga un toque de queda permanente en horas nocturnas y como la única forma de que el comercio y la clase media pudieran sobrevivir al caos social y político.

Al mismo tiempo, nuestras fuerzas armadas tienen y deben reforzar todos los puntos de acceso fronterizos, que hasta ahora los miembros de la brigada militar de 14 mil efectivos destacados a lo largo del borde de este están estacionados y sin afectar la libertad de movimientos de los ciudadanos de los dos países que viven en la zona conocida como rayana, planteándose un bloqueo cierto que impida un tráfico ilícito de personas, armas o drogas.

Concomitantemente con esas medidas, hay que suponer que nuestro sistema de espionaje tendrá en alerta al gobierno y en particular al presidente Luis Abinader y haciendo lo primero de cuidar la retaguardia, iniciando un proceso rápido de control en su libre tránsito de los ciudadanos haitianos en nuestro país y con la excepción de aquellos que fueran ciudadanos dominicanos de origen haitiano o que son estudiantes universitarios haitianos residentes legales con status especial, en tanto a nivel mediático y de propaganda, imponer una especie de silencio informativo táctico, por lo menos, hasta que la situación esté controlada y Haití pueda desenvolverse sin los agobios de ahora.

En definitiva, este país tienen que estar ojo avizor frente al ambiente de inestabilidad e ingobernabilidad del país transfronterizo y sin crear un desagradable ambiente de persecución sistemática contra todo lo haitiano en nuestro territorio y lo que no tiene sentido, sabiéndose que los ricos haitianos tienen inversiones en nuestro país en una escala de 2 a 4 mil millones de dólares y que junto a sus paisanos trabajadores temporales en este país, todos pagan impuestos y como siempre lo ha sido, se comportan correctamente.

Es y entendiendo todo el escenario que enfocamos, que haya que recordar, que, si vemos los hechos dentro de una perspectiva razonable y pragmática y querámoslo o no, Haití y de improviso, en el peor peligro para la seguridad nacional y a lo que hay que buscarle solución  y de lo que hablabamos el pasado 26 de agosto. (DAG)