Terrible lucha de intereses entre empresarios y gobierno a propósito del fideicomiso Punta Catalina, arrastra hasta un banco al que las autoridades obligan a cerrar y declararse en quiebra

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En todo ámbito social y mucho más si se rige por un aceptable barniz de supuesto accionar democrático, siempre llega un momento por el que la crispación es tal y por la lucha cerrada de cada uno tratar de imponerse, que al final, hasta el mismo gobierno en ejercicio queda en una posición difícil y tratando de estar con unos y con otros y no hacer lo que debería en materia de autoridad y políticas a seguir.

La situación es tan conflictiva, que de pronto, al gobierno plutocrático del presidente Luis Abinader, la situación y hablando en criollo se le ha puesto color de hormiga y ante su realidad,  de que al no querer romper con ninguno de sus socios empresariales y peor, queriendo que se le vea como el amable componedor que todos esos intereses necesitan, sin duda, está cometiendo el peor yerro que a un gobierno podría sucederle, que al mismo tiempo que no se le haga caso, igualmente queda al desnudo como una administración extremadamente débil y muy zarandeada por todos.

De ahí que la lucha soterrada que se libra por quien controlaría al final a la entidad generadora de energía Punta Catalina, se ha desatado una de interrogantes y la mayoría jurídicamente insostenibles y ante los cuales, se hace evidente que el gobierno luce empantanado y el mismo presidente Luis Abinader, en una posición institucional más que difícil.

Por lo pronto, una de las oenegés empresariales más maleable y voluble en sus criterios, la Finjus, su responsable principal, esto es, quien da la cara a nombre de sus dueños dentro del mundo financiero, planteó ayer la nada prudente observación, de que, si Abinader no hace esto y lo otro en lo referente a la modificación de la Ley de Contrataciones, 340-06 “podría terminar peor que el gobierno de Danilo Medina”.

Expresión que retrata fielmente el agitado momento que las autoridades están viviendo y por el abierto y desenfadado interés casi desestabilizador, en cuanto a que una parte de los ricos que conforman el gobierno, no están nada contentos con ciertas de sus decisiones y al estos ver que el presidente “no coge señas”, pretenden írsele al cuello y por lo que se ve, no de buenas maneras.

¿Qué nos dice esto?, que el disgusto que el gobierno arrastra desde el mundo empresarial y financiero, es de una magnitud lo suficientemente inquietante y si este se une al hecho cierto, de que, por su lado, el mundo político de contento nada puede decirse que sus integrantes lo estén y por lo contrario, las aguas que allí se agitan no dan pie para que se entienda que la nave gubernamental navegara con buen viento, aguas tranquilas y a toda vela, que realmente tanta agitación ácrata en algún momento bien que pudiera explosionar.

Si a la inquietante situación anterior se le agregan ciertos “pellizcos” que el sector mediático le mantienen a la autoridad nacional, más el cierto ámbito de frustración y desánimo que empieza a darse dentro de una parte significativa de la atrapada opinión pública, toda esa que los mass media de los barones mediáticos controlan desde su prensa mercancía, entonces habría que hablar, que no todo es miel sobre hojuelas y que claramente, Abinader no se encuentra en su mejor momento desde que llegó a la presidencia de la República.

Parecería entonces, que al joven presidente se le olvidó, que una cosa es quien sea gobernante y otra, quien maneja o está detrás de los hilos que mueven el poder y que es el inquietante factor que ha estado ocurriendo desde que Balaguer abandonó el poder y por lo que se está viendo, parecería, que Abinader luce también como asombrado del abierto acorralamiento que se le hace.

Por lo pronto, queda evidenciado, que en lo que respecta a Punta Catalina, los socios ricos del gobierno, no quieren que nadie controle esa corporación estatal, que no sean ellos y de ahí de la lucha a muerte que se está dando entre los que creían que desde el llamado “comité técnico” y sus asociados adherentes, realmente tendrían el poder de decisión absoluto en sus manos y lo más desconcertante, en las de un empresario de presumible dudosa credibilidad, pero que se cree serio y cuyo “amor por la República” le ha llevado a dar explicaciones del porqué una de sus empresas fuera multada con cinco millones de pesos.

Al mismo tiempo, desde la Superintendencia de Bancos, embaucan y es la única palabra que toca, a una entidad bancaria de mediano rango, pero apetecida por otras instituciones más fuertes y obliga e impone su cierre bajo pretextos burocráticos y técnicos menores que no se pudieran resolver y sin importarle a su ejecutivo principal, que el gobierno arrastre el estigma, de que un banco debió de ser cerrado y cuando lo que en el fondo se trata, es de otro escenario y este un tanto burdo y chabacano, en la sorda y dura lucha de intereses financieros de todos los matices por ver quien prevalece.

Y como si el horno estuviera para galleticas, ahora viene el factor político opositor más frío y despiadado y llama la atención a la gobernación del Banco Central y haciendo ver, que la entidad supuestamente manipula a la atrapada opinión pública y mintiendo sobre las cifras que proclama, respecto al nivel en que está el crecimiento económico, generando entonces un terrible hueco de falta de credibilidad, que viendo la escena de lejos, habría que decir, que era lo que le faltaba a la crispante situación actual, para que se empiece a entender el nacimiento de una crisis política, social y económica nada lisonjera.

Nosotros, realmente no entendemos cómo es que Abinader saldrá del berenjenal en el que las circunstancias le han metido, pero una cosa es cierta, sus socios y amigos del poder le han puesto contra las cuerdas, en tanto en el horizonte, la población se agita en lo referente al alza extrema en el nivel y costo de la vida, la ausencia de empleo y la falta de capital de trabajo para los emprendedores que quieran hacer que sus negocios sean positivos y todo, con el pretexto de una inflación que el mundo financiero dice que el gobierno debe controlar.

Parecería pues, que se está en un momento políticamente turbio, mientras el aparato de propaganda gubernamental muestra y como nunca, su ineptitud e ineficacia y su falta de visión lógica, al tiempo que sus integrantes y de estúpidos, arrecian en sus iniciativas de represión publicitaria contra los mass media y periodistas que entienden sus “enemigos”.

De hecho y sucintamente solo hay que agregar, que la terrible lucha de intereses entre empresarios y gobierno a propósito de fideicomiso Punta Catalina, arrastra hasta un banco al que las autoridades obligan a cerrar y declararse en quiebra, en tanto al Banco Central lo tienen entre las cuerdas y todos, arrastrándose hacia una crisis de magnitud delicada, preocupante y significativa. (DAG)