Tres medidas de salvaguarda nada desatinadas y prudentemente cautelares e impuestas por Abinader

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Desde el punto de vista de lo que realmente está ocurriendo en la parte norte de la frontera binacional, para nada es una situación que estuviera fuera de control o cosa parecida y sí más bien, que el alarmismo que se difunde, es el propio de una prensa dominicana absolutamente irracional cuando se trata del tema Haití.

Sí hay afectación de modo de vida e intereses en la franja norte y que abarca ambos lados fronterizos y en donde y como ocurre en toda su extensión, los habitantes de las comunidades son conocidos como rayanos y debido a que son pueblos que tienen un i r y venir constante en materia de negocios y de servicios temporales diarios entre las dos Repúblicas.

Se cierra ahora la frontera por Dajabón y como una presión directa dominicana para que comerciantes y políticos haitianos interesados en el manejo de un acueducto propio, pero en base a las aguas de los afluentes del río Masacre, que es agua fronteriza y quienes poseídos por un afán de lucro fuera de toda proporción, con su intento, amenazan directamente la convivencia común e impulsados por políticos en Puerto Príncipe, profundamente enemigos de República Dominicana.

Solo el mercado binacional de la ciudad de Dajabón genera un movimiento comercial de cerca de 150 a 200 millones de dólares estadounidenses y que beneficia directamente a los habitantes y comerciantes de la zona y sus representantes en el mercando binacional y parecidas o menores proporciones en los otros mercados binacionales de la misma franja fronteriza.

Desde este punto de vista, su cierre perjudica más a la población y comerciantes haitianos que a los dominicanos y quienes, estos últimos, dependen de las vías aéreas y marítimas aparte de la terrestre para sus traslados de mercancías al “Haití profundo”.

Esos mercados fronterizos, no hay que confundirlos en materia de ingresos, con las compras generales que la economía haitiana realiza año tras año de productos dominicanos y que todos los años, oscila en un monto entre 700 y 1,000 millones de dólares.

Por lo tanto, con el cierre, el daño es básicamente local y lo que, desde luego, lo correcto debería ser que fuera temporal, hasta tanto el contencioso que ha sido abierto por la voracidad de los políticos y comerciantes interesados en crear un canal de desvío del Masacre y que, de ocurrir, afectaría el flujo de las aguas fronterizas y   frente a semejante despropósito, el sentido común indica que debería ser superado.

En este punto, hay que resaltar la política de buen ánimo y buen vecino del presidente Luis Abinader, quien, en la reunión especial de ayer del Consejo Nacional de Seguridad, se empeñó en hacer ver, que como medida correctiva a favor de que los intereses de ambos países no se vieran perjudicados, propuso una reunión de la mesa hídrica binacional para acordar una solución definitiva y sin que ninguna de las dos naciones salga perjudicada y de lo que hasta ahora, la contraparte haitiana no se ha dado por enterada.

Al mismo tiempo, el CNS propuso la implementación del inicio del canal La Vigía, “como una medida a corto plazo para garantizar el abastecimiento de agua a los productores dominicanos, tras el desvío del río Masacre que tienen los haitianos. Este canal sale del río Masacre y queda más arriba de donde los haitianos están haciendo en desvío”. Con este canal, la amenaza del canal de desvío haitiano quedaría conjurada.

Otra medida y muy satisfactoria, es el anuncio de Abinader del inicio “del proceso de construcción del proyecto de la presa Don Miguel, como una solución definitiva a largo plazo, para lo que la licitación comenzará de inmediato” y que es una obra de infraestructura de 30 meses de construcción y con un costo de dos mil 700 millones de pesos de dineros del ahorro interno.

Estas tres medidas y de efectuarse tal como han sido dispuestas y programadas, resolverán el contencioso y solucionarán el problema a favor de nuestros intereses. Y en cuanto a la supresión del visado, realmente es una medida dirigida a afectar e inquietar a la clase media haitiana y como un modo de que sus miembros se involucren y presionen a los políticos y comerciantes que quieren su empresa privada de agua a como dé lugar.

Ahora bien, los dominicanos tenemos que entender, que siempre ha existido una parte de la burguesía haitiana que apenas pasa a la nación dominicana y no obstante, de que en los últimos tres años, ramales suyos han logrado tender puentes y alianzas de trabajo con sus iguales de la burguesía dominicana con raíces en la haitiana y enquistados en el gobierno plutocrático dominicano y que debería ser suficiente para que ambas burguesías, al menos se tolerasen y sabiendo, que la clase media haitiana, que es la gran desconocida entre los dominicanos, no tiene tales prejuicios anti dominicanos, pues como es lógico, por sus negocios y sus compras de productos dominicanos, mantiene una relación amistosa y estrecha con esta nación.

El problema se encuentra en una parte de la clase política y mediática haitiana, que a la menor oportunidad, avivan el anti-dominicanismo y más para asuntos electorales y tal como en igual medida hacen aquí los racistas anti haitianos del Instituto Duartiano y el grupo político vinchista de origen árabe y lo que se agrava desde el lado haitiano, porque dado que en Haití no existe un gobierno legal propiamente dicho y el que está no tiene control real del territorio del vecino país, los aspirantes haitianos a presidentes, siempre harán lo imposible por avivar entre su sistema mediático e intereses, el sentimiento anti dominicano más vivaz y porque sabiéndole sacar provecho, al menos pudieran intentar expulsar del poder nominal a las autoridades actuales. Y esta realidad, también los dominicanos debemos de entenderla.

Pero independientemente de todo lo anterior, consideramos que el Consejo Nacional de Seguridad Nacional debe autorizar la creación de una fuerza de tarea militar (Taks Force) que se encargue de eliminar a los agentes provocadores políticos y comerciales haitianos que quieren crear una situación de choque militar con el solo interés de perjudicar principalmente a su país, pero sí beneficiándose a más, todos ellos.

Simplemente, es hora ya de parar en seco las insolencias y distriabas y amenazas de ciertos haitianos, quienes todavía no asimilan que los extraños en la isla son ellos y desde el momento, que cuando la colonia, el gobernador  Antonio de Osorio, anunció las despoblaciones, hablamos de los años 1606 a 1655 de la franja norte y noroeste de la isla, facilitando así la entrada de los asentamientos de piratas, bucaneros y filibusteros asentados como punto de paso en la isla de la Tortuga y que a la postre, se convirtieron en la base para que entre 1655 a 1697 Francia ocupara la parte oeste de la isla y creando la economía plantacionista y con ella, la mano de obra esclava proveniente de África y que es el fundamento del pueblo haitiano de hoy.

Osorio fue sustituido por el ancestro de quien escribe, Diego Gómez de Sandoval, quién trató de hacer lo mejor para atenuar la difícil situación, reglamentó los hatos ganaderos y creó cuadrillas escoltadas por soldados para protegerlos. Más o menos, algo parecido a las fuerzas de tareas (tasks force) de estos tiempos. Por lo tanto, no sería nada nuevo, si el CNS acogiera esta sugerencia de creación de esa unidad militar secreta, pero de efecto público y para aniquilar a los enemigos de la República y sin que haya necesidad de entrar en guerra abierta entre los dos países.

Los dominicanos y por igual los haitianos y particularmente de clase media y quienes son los que dirigen a las poblaciones de ambas países, debemos de entender, que por más que quisiéramos separarnos unos o adueñarse otros, nunca podremos hacerlo y porque la mentalidad y conciencia de ahora, es totalmente distinta a la de años atrás y como muy cerca el 1947, cuando la salvajada aquella de la que solo se habla de que “se asesinaron tres mil haitianos” y como recogen archivos públicos del Departamento de Estado estadounidense y todavía no se habla, de los más de diez mil haitianos que familias dominicanas enteras, salvaron de aquella ola criminal castrenses en tiempos de la dictadura y sacándolos hacia su país y otros, escondiéndolos en sus fincas y hasta adoptarlos y como fuera el caso emblemático del niño haitiano Oguis Pie y quien después de ser adoptado, fue conocido como José Francisco Antonio Peña Gómez. Líder político y tribuno y genuino dirigente populista nacional.

Somos dos países, que sin importar lo que expresen de odio los antis de cada lado, estamos obligados a entendernos y mucho más, cuando aquí tenemos familias de dominicanos de origen haitiano por más de un millón de individuos y Haití por igual con miles de familias haitianas de origen dominicano y como fuera el caso del presidente René Preval García. fundamentándonos en ello, es que decimos, que tenemos que aceptarnos y entender, que las tres medidas de salvaguarda nada desatinadas y prudentemente cautelares e impuestas por Abinader, es lo mejor que ha podido ocurrir para sentarnos a la mesa del diálogo y zanjar el absurdo contencioso creado por intereses mediáticos, comerciales y políticos haitianos. Con Dios. 12.09.2023.