Un desafío entre presidentes maestros de las mañas y las trampas y en un país de oportunistas ilusos y metido en un alarde de instrumentación estructural sistémica

0
242

Desde que “los caballos mayores” de la política y en función de adversarios electorales, han salido al ruedo de la arena política electoral, no ha habido día por el que los ciudadanos de este país no nos demos cuenta, de que de pronto, el torneo electoral que se avecina, parecería que no es uno democrático y sí de gladiadores dispuestos al todo o nada y sin importarles desafiar leyes, sentido común y preferencias ciudadanas.

El afán es tan extraordinario y común a todos, que entrando  en la curva que antecede a la recta final electoral, partidos y políticos presentan sus respectivas galerías de candidatos y para esta ocasión, de cara a las elecciones municipales de febrero del año que viene y cuya función principal es la de determinar y por sus resultados, que candidatos presidenciales y banderías, quedan en mejor posición gananciosa de cara a las presidenciales de mayo, donde definitivamente se sabrá si Abinader retendrá el poder o por lo contrario si entre Abel y Leonel y con Danilo detrás, cuál de los dos desplazará al actual presidente en ejercicio.

Por lo que se está viendo y por supuesto, mientras el tribunal de elecciones de primera instancia, la Junta Central Electoral (JCE) no los llame a capítulo, los dominicanos tendremos que prepararnos y para observar cómo tres presidentes y uno que aspira y ahora siendo alcalde, podrán a valer todo cuanto de mañas y trampas han sabido desplegar y como recursos  necesarios en un país de gente con mentalidad subdesarrollada, donde nadie se guarda nada y todo el mundo siempre tiene una daga a cubierto y para el remate final.

Si se recuerda el detalle, veremos que el tres veces presidente Leonel Fernández y presidente de la Fuerza del Pueblo (FP) desplegará lo mejor de sus recursos dialécticos y como encantador de serpientes y para ganar a la mayor cantidad de electores y a los que siempre y desde sus tiempos de candidato vicepresidencial siempre los entendió como piezas de intercambio y en un tablero electoral, en el que al pueblo se le hace creer que es el que decide.

Así mismo, se verá al nada soñador y sí duro gladiador que ni se inmuta cuando su discurso de embaucador profesional entra en función y desplegando todas las mañas de sus tiempos juveniles de radical de la izquierda de cuando la Guerra Fría y lo que le permite no inmutarse y ni siquiera al momento de mentir y haciendo creer que es una especie de mensajero divino, a quien nada le afecta y menos le emociona, pero que sí sabe guardar que no se le vea el diablillo lleno de resentimientos que todavía a sus 72 años le es difícil de abandonar y nos referimos al expresidente Danilo Medina, verdadero estadista en ciernes y quien sí sabe ajustar su tiempo a lo que el momento requiera.

En este campo, Danilo es un maestro y quien en apariencias no se altera, pero siempre tiene un válido que se encarga de ejecutar y a la velocidad del rayo, el encargo de ajuste de cuentas y para luego salir “sorprendido” de que algo ocurrió o que alguien que le desafío o incomodó le ocurriera un percance. En su parte buena y como el extraordinario presidente desarrollista que fue, seguro que será el mejor consejero para aquel que como candidato presidencial se haya ganado su confianza, pero que sobre todo conozca su lugar.

Respecto a Leonel, ahora aguantará todo lo que le digan y se dominará más que nunca con todo lo que en contra se le presente o impute y para nadie será sorpresa, ver como despliega su accionar de taimado político profesional, pero que, si alguien se descuida, nunca caerá en cuenta de cómo este excelente presidente saluda con voz queda y demostrando buenas maneras, pero con sus ojos, como dos saetas con las que quisiera petrificar a quien se dirige. En una personalidad no de fiar, pero tiene algo bueno, el pique se le pasa rápido y en aras de la política, hará lo que entienda correcto. En cambio, con Danilo y con todo lo pérfido que es, no hay que disimular, es llano y siempre dispuesto a conversar, pero eso sí, es una fiera dormida siempre al acecho.

Tenemos entonces a dos presidentes que no creen ni en la una, que saben guardar las apariencias, pero que tienen en común, que es muy difícil que alguien pudiera engañarles, pues en este campo, tienen el mismo nivel de falta de emoción y tan parecidos, que parecen ser clones de aquel Maco Pempen que los estudiantes de los años cincuenta del pasado siglo, veíamos con sigilo y nunca dispuestos a que nos agarrara al descuido o en falta.

Pero estamos en un nuevo siglo y en pleno 2023, con generaciones nuevas, que, para mayor cuidado, muchos han adoptado la subcultura del bajo mundo de los dominicanos en Nueva York, la alofoke y ahí nos topamos con el primer presidente de la República, joven y postdictadura: Luis Abinader, enormemente simpático, pero hasta ahí. Desconfiado como pocos y con esa ambición sin límites, hija del dominicano de tercera generación e hijo de descendientes árabes, venidos hace cien años y desde el lejano Líbano.

Los tres años y pico que lleva de gobierno, nos lo muestran con una excelente hoja de servicios que se identifica con su manejo exitoso de la terrible pandemia del Covid-19, siguiendo con su destreza de saber desenvolverse en las aguas de la política internacional de tiempos de guerra e inflación desatada y sobre todo, con una inusitada presencia de ser un primer mandatario dispuesto a todo cuando siente que en algún instante la patria estuviera o la entendiera en peligro. Sabe negociar y pactar y de tonto no tiene nada, pero que no se le irrite o que descubra que se le subestima, que, ahí mismo, ni el demonio sería más cruel.

Como gobernante de una generación nueva, ha tenido más aciertos que errores, a veces el temperamento de “turco” le hace cometer errores de perspectivas, pero al ser un buen y preparado hijo de familia, sabe equilibrar sus emociones. Últimamente le ha dado por mostrar sus enconos públicamente y cometiendo una falta de cortesía grave: No saludar a quienes le tienden la mano y pasarles de lado como si no los viera y que en tiempos de elecciones es el peor de los pasivos.

Llegó al poder con muchos votos de otros, pero teniendo un caudal de voto duro, el suficiente para impulsar su partido al triunfo en el 2020. Ahora es un presidente de experiencia, que sabe cuál es su lugar y el nivel de su peso político y sobre él, el mejor consejo que a sus adversarios debe dársele, es que no lo subestimen, pues sabe utilizar los recursos del poder y no le tiembla el pulso para saber tomar drásticas decisiones de Estado. Va hacia la reelección constitucional con una gran confianza en sí mismo y dispuesto a demostrar su valía. Si pierde será por poco, pero si gana, arrasará.

Frente a los anteriores personajes, tenemos uno y nuevo, casi lampiño, pero duro y curvero y con la intrepidez de todo joven. Abel Martinez. Fue excelente diputado, dirigió con destreza la Cámara y ahora como alcalde de la segunda ciudad dominicana, ha sido una sorpresa en su manejo diestro como político en el poder. En su aspiración tiene dos enormes garantes, su partido, el De la Liberación Dominicana (PLD) y el presidente de este, que fungen como sus más acertados cuidadores y defensores y junto al equipo de gobierno más experimentado y diligente que partido alguno haya podido exhibir y tener.

Es el más joven de los presidenciables y por lo tanto, el de mejores perspectivas de futuro. Pero va a batirse con dos gladiadores realmente formidables: Abinader y Leonel y ambos, con las simpatías y apoyos más que necesarios para triunfar. Aun así, su aspiración es un reto para sí mismo y su astucia, simpatía y perspicacia, seguro que harán el resto y aunque no lo parezca, se puede y hasta se debe apostar por Abel.

En definitiva, el país está bien representado en los tres candidatos y sin importar quien gane, cada uno tiene sus cualidades y experiencias y cada uno representa una parte del alma nacional, ahora y para quien escribe, no ha llegado el tiempo de decidir por cuál de los tres y sí porque los dos torneos electorales representen lo mejor en materia de libertad de escogencia ciudadana y sin que la partidocracia quiera imponer su tiranía de no libre elección y que es lo que sus alianzas de cinco partidos duros y el resto de piche tapón, están mostrando.

Nuestra conclusión pues, es que estamos y como nunca, ante un desafío entre presidentes maestros de las mañas y las trampas y en un país de oportunistas ilusos y metido en un alarde de instrumentación estructural sistémica. Con Dios. (DAG) 14.11.2023