Un nuevo panorama geopolítico: ¿hacia un mundo multipolar?

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Tras la Guerra Fría, el mundo ha estado dominado en gran medida por EE UU, tras establecerse un orden mundial unipolar. Sin embargo, los cambios geopolíticos están desafiando esta dinámica y dirigiéndonos hacia un mundo más multipolar. Este giro geopolítico está reconfigurando el proverbial tablero de ajedrez en gran medida inalterado desde los Acuerdos de Bretton Woods. Afectará significativamente a las futuras tendencias de inversión, al dólar, al mercado del Tesoro y a las materias primas. Ningún actor del mercado quedará indiferente, y esta evolución ofrece oportunidades para que brillen determinadas regiones, economías y sectores.

En la era unipolar, pese a conflictos aislados, las principales naciones mantenían una apariencia de paz. Pero el nuevo orden mundial anhela un reconocimiento basado en el tamaño de la población y la destreza económica, que consideran pasados por alto por organismos posteriores a 1945 como el G7 y el G20. En el horizonte no se vislumbra un mundo bipolar, sino multipolar, ya que países como India, Arabia Saudí, Sudáfrica y Singapur ya no están dispuestos a limitarse a seguir la línea, sino que prefieren actuar en función de sus propios intereses nacionales.

Una transición digna de mención que coincide con este giro hacia la multipolaridad es la evolución del enfoque económico mundial, que ha pasado de un modelo centrado en EE UU a otro focalizado en China en tan solo dos décadas. Curiosamente, esta transición no siempre se ha traducido en influencia política, pero los paralelismos son difíciles de ignorar. La idea de que Occidente está unánimemente en contra de Rusia, por ejemplo, no es universalmente aceptada. Muchos países, especialmente los que tienen fuertes vínculos con China, han mantenido la neutralidad o se han abstenido de imponer sanciones a Rusia.

Este nuevo panorama geopolítico también está dando lugar a nuevas alianzas, con organizaciones como la OPEP+ y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) ganando fuerza. Cabe destacar la iniciativa Brics+: acuñado por Jim O’Neill, de Goldman Sachs, en 2001, BRIC (Brasil, Rusia, India y China) se refería a estas potencias económicas en ascenso. Esta idea se transformó en organización en 2009, con la creciente ambición de reducir la dependencia del dólar y del sistema de pagos Swift, dominado por EE UU. El atractivo de la iniciativa se ha disparado, en gran medida debido a las sanciones occidentales a Rusia y a la convincente presentación de China de sus ventajas comerciales y de infraestructuras, lo que ha animado a más países, especialmente del Sur Global, a subirse al carro.

China parece encabezar la nueva era de la globalización, fomentando alianzas con naciones agraviadas a través de iniciativas como Belt & Road, Brics+ y la OCS. Estas plataformas ofrecen un escenario común a países, principalmente del Sur Global, con historias compartidas de opresión y explotación, a menudo a manos de Occidente. En el centro de esta narrativa se encuentra el propio ascenso de China, que ha pasado de víctima colonial a potencia mundial, actuando como faro para las naciones menos inclinadas hacia la democracia liberal.

La cohesión entre estas naciones agraviadas es cada vez mayor, como demuestra la expansión de distintos organismos regionales. La tecnología, en concreto las redes sociales, es fundamental para la difusión de la información. Además, el modelo chino de desarrollo económico –que hace hincapié en el “respeto mutuo”, la “igualdad” y la “no injerencia”– ofrece una visión alternativa a las naciones no alineadas, que representan dos tercios de la población mundial.

Occidente podría sentir pronto los efectos de este descontento, sobre todo en forma de indemnizaciones climáticas. Los países vulnerables, especialmente de África, el Caribe y las regiones del Pacífico, están alzando la voz y exigiendo compensaciones por los problemas que han sufrido relacionados con el clima, pese a su papel limitado en causarlos.

La declaración del primer ministro indio, Narendra Modi, ejemplifica esta conciencia emergente. Defiende que el Sur Global –donde viven tres cuartas partes de la humanidad– tenga una voz proporcional en la gobernanza mundial y aborde los retos que les afectan desproporcionadamente, aunque no los hayan causado. A pesar de que Occidente la considera un socio cooperativo frente a China, India subraya su compromiso con la “autonomía estratégica” en la configuración del nuevo orden mundial.

El dólar

Aunque el papel dominante del billete verde en el comercio mundial podría seguir disminuyendo, es importante recordar que se trata de una transición continua, no de una caída repentina. Tras la militarización del dólar (y del euro desde la invasión de Ucrania), los países negocian cada vez más directamente, lo que resta protagonismo al dólar de terceros. Aun así, no hay que olvidar que el dólar sigue respaldando en torno al 70% de la deuda en circulación del mundo: muchas naciones emergentes siguen teniendo obligaciones en billetes verdes.

¿Seguirá esta tendencia devaluando el dólar? La respuesta no es necesariamente sencilla. Los tipos de cambio son rompecabezas con múltiples piezas: tipos de interés, variaciones de los tipos, presupuesto y balanza por cuenta corriente, por citar solo algunas. Y lo que es más importante, todas las monedas fiduciarias tienden a devaluarse con el tiempo. Afortunadamente para el dólar, han vuelto unos tipos de interés más altos, lo cual da un escudo contra la erosión de la moneda impulsada por la inflación. Y para aquellos que buscan otro refugio seguro, el oro se erige como una salvaguarda atemporal contra la devaluación de la moneda.

En una época en la que la protección del patrimonio es primordial, resulta convincente considerar inversiones que ofrezcan una cobertura contra la inflación. Curiosamente, muchos mercados emergentes presentan unos niveles de inflación inferiores a los de sus homólogos occidentales, lo que supone una inflexión con respecto a las tendencias históricas. Así, creemos que los bonos de estos países, que ofrecen un rendimiento del 7%-8% y rendimientos reales sustanciales, proporcionan una diversificación atractiva para las carteras de renta fija.

Además, algunos inversores pueden desear contribuir directamente a contrarrestar los efectos del cambio climático, especialmente en regiones como África, América Latina y Asia. Para ello, puede ser beneficioso incorporar las microfinanzas a las carteras tradicionales de activos múltiples. Esta clase de activos, compuesta por numerosos préstamos pequeños y a corto plazo con tasas de pérdida generalmente bajas, no solo ofrece potencialmente un rendimiento constante del 4-5%, sino que también puede mejorar significativamente la vida cotidiana de los ciudadanos y las pequeñas empresas de estos países.

A medida que el mundo sigue abrazando la multipolaridad, prevemos un entorno desafiante con posibles aumentos de la volatilidad en los próximos años. Sin embargo, para nosotros, volatilidad es igual a oportunidad. Por: Yves Ceelen [cincodías]