Una vergonzosa admisión de impotencia y de grave orfandad institucional e hijas del bandolerismo político y social que ahoga a esta nación, sin nada de civismo y civilidad y sí, de mucho, de tiranía partidocrática ácrata

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De hipócritas y perversos, algunos se empeñan en negarlo, pero la realidad cruda es, que institucionalmente, la República dio un salto extremo y hacia atrás en materia de la preservación del orden institucional, desde que un grupo de agentes políticos al servicio de la estación local de la CIA conspiró y asesinó al dictador Rafael L. Trujillo y con el pretexto de que en este país no existían las libertades públicas y el cierto tipo de ”clima democrático “que EEUU quería en esta nación frente a la avalancha del castrismo emergente y revolucionario y para exhibir en contraposición a la marxista revolución cubana.

La prueba o testimonio mayor de lo que decimos, se revela con la desaparición del servicio militar obligatorio, las enseñanzas de moral y cívica y el socavamiento del orden institucional y el que frente a lo que ahora en este último aspecto se exhibe, es la admisión más cruda del atraso institucional que ha significado la desaparición de la dictadura.

Por eso y ahora a 61 años de “restablecida la democracia”, la República es víctima de la peor de las tiranías, esa originada en la imposición de un sistema partidocrático enormemente corrupto y corruptor y en el que, en materia institucional nada es lo que aparenta y lo más extraordinario, que no obstante el nacimiento de dos nuevas generaciones, estas han sido el ariete propulsor del socavamiento y destrucción del orden constituido que debe existir en toda sociedad humana.

Veámoslo gráficamente. Al momento del magnicidio, la nación disponía de toda una generación de dominicanos nacidos en los 31 años de la dictadura, hablamos de 2.5 millones de habitantes, con gran capacidad y aprendizaje de orden civilista y moral y el que generaba esa profunda normativa de orden y respeto y acatamiento a las leyes que ahora, los 8.5 millones de dominicanos nacidos en el presente lapso de sesenta y un años, son incapaces de exhibir. En este sentido, bien se puede decir, que la dictadura triunfó sobre la democracia y en materia de orden y civilidad y educación de hogar.

Que ahora los de la partidocracia no quieran admitirlo y hasta fieramente y con el disfraz de supuestas “víctimas de la tiranía”, defienden el desastroso sistema político imperante, no resta credibilidad, a la realidad de falta de civilidad y de civilización que se están viviendo y como producto del bandidaje político y social que se le impuso a la buena fe de la ciudadanía nacida en la Era de Trujillo y cuya gran diferencia frente a la partidocracia, ha sido el nacimiento posterior de una prensa realmente mucho más libre e independiente que la que había y reforzada su existencia, desde que hace diez años el internet entró a la vida nacional y estableció la plataforma de las redes sociales y que ha sido el instrumento por el cual, el periodismo y la expresión e información auténticamente libres, se le impuso al periodismo burocrático y adocenado existente y propiedad del empresariado, la industria y el sector financiero.

En este sentido, el logro ha sido tremendo y gracias a las redes sociales,  la libre disidencia se ha hecho su espacio y medios de comunicación y de información de masas digitales, contestatarios al sistema político y mediático imperante, han podido surgir y darle sentido de concreción y permanencia a la libertad de crítica como de opinión y también a la de información y lo que en poco tiempo se le impondrá a esa prensa mercancía escrita y sus medios electrónicos y como la mejor catapulta liberadora, para obtener que el actual sistema político que oprime sea extirpado de nuestra nación.

Precisamente porque no existe una institucionalidad genuinamente libre y abierta y debido, hay que recalcarlo, al bandolerismo político, social y empresarial existente, es que ayer se produjo la más significativa muestra de la ausencia de una democracia funcional y realmente orgánica, con las sorprendentes declaraciones del presidente del pleno de la Junta Central Electoral, el burócrata, Román Jaquez Liranzo, institución, que en nuestro sistema institucional es un tribunal de primera instancia y por medio de la cual, ese funcionario de organismo descentralizado, admite que nuestras elecciones no pueden ser abiertas, libres y limpias, en razón de que la clase política no permite que las mismas estén rodeadas de la formalidad y prácticas transparentes al momento de que el elector emita su voto y se proceda a su verificación y conteo.

El susodicho funcionario y con gran descaro y desvergüenza, hizo saber, que respecto a los escáneres que permitirían que la escogencia del voto realmente sea transparente y se muestre como una acción de legitimidad plena de la intención del voto ciudadano, esto solo pueden ser implementado y entiéndase bien, “si la clase política lo permite y autoriza”.

Es decir, son los políticos y sus grupos de partidos y formaciones políticas delincuenciales, quienes al tener secuestrado el sistema democrático representativo, no permiten que el voto que se emita sea libre y los resultados electorales sean diáfanos. “todo está sujeto a lo que decida la clase política y, probablemente, otros actores y sectores influyentes en la sociedad”, dijo.

Plantear semejante barbaridad y porque Jaquez Liranzo y los otros miembros del pleno de la JCE se entienden supeditados a la infame partidocracia, es la evidencia más dura e incontrovertible que los dominicanos podemos tener, en cuanto a que una tiranía partidocrática es la que domina y tiene bajo secuestro a la República y por la connivencia criminal de todo el aparato político y desde gobierno, oposición y poderes fácticos. Y si esas palabras no pueden entenderse como una ausencia de institucionalidad en todo el sentido de la expresión, muchos quisiéramos que se nos dijera, cómo deberíamos entender las palabras, de la cabeza de la institución que supuestamente representa la primera garantía de toda elección que se precie de democrática.

Agréguesele a lo dicho, la barbaridad, de que la partidocracia no permite que la JCE maneje por si misma su presupuesto anual y de acuerdo con sus necesidades y por lo que esta tiene el freno de los poderes Legislativo y Ejecutivo y lo otro, de la creación de una ley garantista, supuestamente, del voto del “dominicano en el exterior” y el que en realidad es pervertido por la aceptación forzosa del voto del extranjero de origen dominicano.  

De suyo, la admisión más desvergonzada, de lo que es un verdadero fraude electoral continuo a gran escala y con el pretexto del cumplimiento de otra ley abusiva, la de la doble nacionalidad y que es el instrumento paralegal, que naciones como EEUU tienen, para incursionar abiertamente en la política y destino nacionales, al imponer a sus agentes y para que estos decidan el discurrir de unas elecciones, que acerque a los hijos de inmigrantes o estos ya nacionalizados, al afán de Washington, de que este país y en algún momento pase a ser un estado de la Unión y no que continue como un Estado y República independientes y soberanos. En la actualidad, los estadounidenses de origen dominicano abusivamente representan 300 mil votantes y para el 2024 podrían pasar de los 600 mil y disponen ya de 8 "legisladores de ultramar” y para no hablar de otros agentes en los municipios, como alcaldes y regidores.

Que no se quiera ver esta terrible realidad y que, por cobardía, muchos actores sociales callen, es el mayor indicador, de que institucionalmente y frente a la dictadura trujillista, los dominicanos hemos fracasado y que es el mayor baldón que los medios de comunicación y de información de masas de la prensa mercancía tienen y como cómplices, de la probable desaparición de este Estado y como nación libre y soberana.

Debido a ello, es que puntualizamos y diciendo, que todo lo anterior, es una vergonzosa admisión de impotencia y de grave orfandad institucional e hijas del bandolerismo político y social que ahoga a esta nación, sin nada de civismo y civilidad y sí, de mucho, de tiranía partidocrática ácrata. (DAG)